EL PAíS › EL CASO DE LA PAREJA HETEROSEXUAL QUE SE UNIO
Una firma para la convivencia
De haber sido otro día, su unión hubiera pasado inadvertida. Pero el estreno de la ley les dio a Flavia Barraud y Rodrigo Cozzani un protagonismo público con el que no hubieran soñado. Esta pareja que convive hace ya seis años y que tiene un hijo de 2 y otro en camino se unieron ayer, en el primer día de la nueva norma.
Ella tiene 36 años y trabaja en el cuerpo de asesores de la dirección del Registro Civil porteño. El tiene 28 y también es empleado del gobierno de la ciudad. Para ellos los beneficios estaban a la vista. “Lo hacemos porque nos otorga una serie de derechos a corto plazo –le dijo Flavia a este diario–, fundamentalmente la posibilidad de unir los salarios para acceder a mejores créditos.”
¿Por qué eligieron la unión civil y no el casamiento? “Es una cuestión personal mía –dice Flavia–. Yo tengo una nena de diez años que lleva mi apellido. El día en que decida casarme quiero unificar los apellidos de todos, lo que significaría que mi pareja adopte a mi hija. Tomar esa decisión es un tema importante que debemos decidir entre todos: es una cuestión más de fondo. Además –agrega–, el matrimonio es una institución que respeto. El día que lo haga quiero cumplir con todas las formalidades, aun las más cursis, y tal vez ahora no es el momento.”
Si no se hubiera aprobado esta ley, ellos habrían optado por el acta de convivencia, que también le daba algunos beneficios. “Pero esto es más amplio. Prácticamente equipara los derechos a los de los cónyuges.”
Sin embargo, para Flavia y Rodrigo, lo de ayer era “un trámite burocrático”. No habían previsto festejos y sólo estuvieron acompañados por sus testigos, compañeros de trabajo. El peso de su unión, dice Flavia, es muy distinto al de Cigliutti y Suntheim: “Hay una diferencia importante que tiene que ver con nuestro carácter heterosexual. Para la comunidad homosexual, éste es un logro increíble. El clima es otro y también la situación emocional”.