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Misceláneas

La cruz de Fernández. Díaz Bancalari se quedó helado. Mauricio y su clase de improvisación. Sigan a Rabolini. Vuelve Caputo. Lavagna y Acevedo buscan precio. Bielsa quiere cambiar la jubilación. I’m Kirchner. El chiste.

 Por Diego Schurman

Cargar con la cruz
Nada pareció alterar la vida de Alberto Fernández durante la última semana. Ni siquiera la decena de llamados que le hacía Néstor Kirchner desde Europa. Pero el miércoles la tranquilidad se tomó un recreo. Fue cuando en la televisión anunciaron la muerte de Celia Cruz, la “reina de la salsa”. El jefe de Gabinete caminaba inquieto por el generoso despacho de la Casa Rosada. “¿Se murió?”, “¿se murió?”, preguntaba, con tremenda curiosidad y preocupando a más de uno. Se sabe, Fernández es un amante de la música. Pero no se trataba de eso. El funcionario se había confundido de Cruz. Pensaba que la finadita era Elena Cruz, la admiradora de Videla que está a punto de asumir como legisladora porteña en la banca que, justamente, dejó vacante Fernández al asumir en el nuevo Gobierno.

Para quedarse helado
El flagelo de la inseguridad mantiene en vilo al país. Tanto que el gobernador bonaerense Felipe Solá viene profundizando los controles en la provincia. Y lo mismo el gobierno nacional en la Capital Federal. Pero algunos muchachos de Eduardo Duhalde quieren hablar personalmente con Néstor Kirchner para que mejore la seguridad de la propia Casa Rosada. En especial José María Díaz Bancalari. El jefe de la bancada de diputados del PJ fue a visitar la última semana a un conspicuo ministro nacional y cuando se iba a retirar se dio cuenta de que le habían afanado el sobretodo.

Al Colón, al Colón
El encuentro mano a mano con los tacheros fue en Retiro. Hasta ahí se acercó Mauricio Macri. Y ahí fue a recibirlo, en un ostentoso auto importado, el titular de los peones de taxi, Omar Viviani.
–Che, qué tengo que decir –buscó asesoramiento el candidato a Jefe de Gobierno porteño.
–Que no van a pagar las patentes y que va a haber más seguridad para los taxistas –le sugirió el sindicalista.
En dos segundos el presidente de Boca armó el discurso: “Nuestros equipos técnicos están trabajando para que haya mayor seguridad y...” arrancó intentando mostrar solvencia.
Los taxistas presentes le agradecieron. Macri saludó con ganas, se abrazó con Viviani, y cada uno se fue por su lado. La puesta en escena había sido perfecta.

No es lo que parece
Le gustó lo de modelo. Le gustó aún más lo de empresaria. Pero a Karina Rabolini le cuesta adaptarse al título de esposa del vicepresidente. O mejor dicho, a lo que implica ser la mujer de Daniel Scioli, el segundo en poder en la Argentina. Es que no quiso que le nombren secretarios y a regañadientes aceptó tener un custodio permanente. Y eso se notó la última semana, cuando se la vio caminar a paso raudo en la intersección de Cabello y Ugarteche, aparentemente sola. En realidad, el policía de civil que le asignaron la seguía a una prudente distancia de cincuenta metros, como para que se note. Pero se notó.

Pichuleo
No barrieron con todo, como hacían los funcionarios en la era menemista. Pero al menos se sacaron el gusto. Al regreso de la gira europea, en el free shop de Recife, se vio a Roberto Lavagna estudiando el costo de los perfumes. Pero el ministro de Economía no era el único que buscaba el mejor precio en la escala brasileña. También se mostró sumamente preocupado el titular de la SIDE, Sergio Acevedo. En su caso, no por los productos de coquetería sino por un rubro eminentemente gastronómico: estaba detrás de unos deliciosos y suculentos chocolates. Como el jefe de los espías no tenía ningún amigo a mano que lo asesore en la materia, debió recurrir a los periodistas que cubrieron la travesía de Néstor Kirchner. Al parecer lo convencieron de que estaban baratos, porque se llevó unas cuantas cajas.

Pedido de Bielsa
El Gobierno quiere adecuar la estructura de la Cancillería al resto de las dependencias oficiales. Y es por eso que, a pedido del ministro Rafael Bielsa, dos funcionarios de la cartera (el subsecretario de Coordinación, Carlos Kulikowski, y el jefe de Gabinete de la cartera, Eduardo Valdés), estudian un proyecto para terminar con el régimen especial de los funcionarios de Relaciones Exteriores y así nivelar en 65 años la edad de jubilación. Hasta ahora, en Cancillería se jubilan recién a los 30 años de actividad. En el futuro mediato, de aprobarse la iniciativa oficial, muchos históricos de la cartera, como Lucio García del Solar, Federico Bartfeld y Mario Cámpora, deberán vaciar sus cajones.

Do you speak english?
Cristina Kirchner está haciendo unos cursillos y maneja el inglés como para salir del apuro. Pero Néstor Kirchner no va más allá del “yes” y el “no”. Por eso el Presidente se las ingenia para evitar algunas pronunciaciones difíciles en idioma extranjero. Y eso lo demostró en Europa y sin ponerse colorado. Por ejemplo, hablaba de “El alemán” cuando se refería al canciller de ese país, Gerhard Schroeder, o prefería llamar “el sueco” al primer ministro de Suecia, Goran Persson. Por suerte, entre los miembros del gabinete argentino abundan los Fernández y otros apellidos españoles.

Proyección
Hubo una sola sesión en la última semana. Por eso en el bloque de diputados del PJ tuvieron tiempo para intercambiar chistes. Uno de ellos decía:
Llega un político al cielo y en la puerta lo detiene San Pedro:
–Epa, ¿a dónde va?
–Bueno, yo...
–Estamos en elecciones. Y por lo tanto tiene la posibilidad de elegir entre el cielo y el infierno.
–A mí me gustaría...
–Mire, primero conozca las propuestas y después elija.
Entonces el político va al infierno y se encuentra con viejos amigos, mujeres bellísimas y propuestas encantadoras. Después sube al cielo y no encuentra a nadie conocido y nadie le ofrece una pizca de diversión.
–¡¡¡Quiero ir al infierno!!! –reclama, sin dudar, a San Pedro.
–¿Esa es su elección final?
–Por supuesto.
San Pedro lo despide y el político llega al infierno. Lo recibe el diablo y comienza a castigarlo. Ya no había mujeres bellas ni propuestasencantadoras. Más aún: sus amigos se encontraban atados y sometidos a largas sesiones de latigazos.
–¡Pero esto no es lo que yo vi, ni lo que me prometieron! –se queja el político.
El diablo lo mira a los ojos, y con una sonrisa diabólica le aclara:
–Es que la campaña ya terminó.

* Colaboraron Fernando
Cibeira y José Natanson.

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