Domingo, 2 de febrero de 2014 | Hoy
EL PAíS › REPORTAJE AL CANCILLER HECTOR TIMERMAN SOBRE LOS CAMBIOS EN AMERICA LATINA
Que 32 presidentes latinoamericanos se dieran cita en un lugar fue inédito e histórico, que lo hicieran en La Habana aún más. El ministro explica el cambio de eje y la búsqueda de nuevos caminos en relaciones que antes “eran radiales, mediadas por las potencias”.
Por Raúl Kollmann
“Hace 20 años, no había reuniones de todos los presidentes de América del Sur. Ahora, al Mercosur le sumamos la Unasur y la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (Celac). Treinta y dos jefes de Estado reunidos en Cuba. Antes, se buscaba que pusiéramos de rodillas a los países vecinos y ponían a nuestros países de rodillas ante las metrópolis, Estados Unidos o Europa. La reunión de la Celac en Cuba, en sí mismo ya fue un hecho histórico”. El canciller Héctor Timerman recibe a Página/12 en el caluroso mediodía del viernes. A un costado de su escritorio, siete cuadros con editoriales de La Nación. “Son los editoriales dedicados, de punta a punta, a criticarme. Los tengo ahí para recordarme todo el tiempo que estoy en la vereda de enfrente de los que, desde la fundación del diario, impulsan que nos arrodillemos ante los poderosos. Ah, y cuando deje de ser canciller me los llevaré a mi oficina o mi casa, para tener eso siempre presente.” Este diario habló con el canciller sobre el encuentro en Cuba, la relación con Brasil y Uruguay, la falsa noticia sobre un cambio de límites con Bolivia y el Memorándum de Entendimiento con Irán.
–Acaba de llegar de la reunión de la Celac.
–Que nos hayamos reunido ya es un hecho histórico. Todos le dieron importancia al diálogo y a la unión de 32 países latinoamericanos. Eso marca la importancia que todos le asignamos a la idea de trabajar en conjunto. Si sólo íbamos y estábamos ahí, era un éxito. Que haya sido en Cuba también es histórico. Hay que reconocerle a Cuba que ha sido siempre un impulsor de la unidad de los países centroamericanos, el Caribe, con el resto de América latina. Las naciones del Caribe están en un lugar estratégico, al sur de los Estados Unidos, en un paso de agua clave muy importante y nunca estuvieron ligadas plenamente a América latina, sino que miraron mucho hacia el norte. Y, además, se logró aprobar una declaración histórica marcando lo que es la visión de una región del mundo, en términos políticos, económicos y sociales. Disentimos en muchas cosas pero tenemos las mismas prioridades: hay unidad en la diversidad.
–¿Y cuáles son esas prioridades?
–La necesidad del desarrollo, la idea de reducir la inequidad social, la postura de que hemos sido perjudicados a lo largo de los siglos por las naciones de-sarrolladas, la necesidad de que nuestros países dejen de ser productores de materia prima y nos insertemos en el mercado con productos que tengan valor agregado y la estrategia de que nuestros países tengan como prioridad la integración económica entre ellos. La clave, crear fuentes de trabajo. Hubo puntos en los que todos los líderes estuvieron de acuerdo y fueron llevados por la Argentina: la deuda, los especuladores, los movimientos bruscos de enormes fondos que perjudican a todos nuestros países.
–Algunos le bajaron mucho el precio al encuentro de la Celac.
–Todos tenemos que recordar que hasta hace unos pocos años ni siquiera había reuniones de los presidentes de América del Sur. Lo interesante es ver de dónde venimos. En la última década, al Mercosur le agregamos la Unasur y la Celac. Son realidades muy diferentes. Acá siempre se jugó a las divisiones entre los países latinoamericanos. Nuestro relacionamiento era con Europa. Otros países se relacionaban principalmente con Estados Unidos, pero nunca con otros países de la región. Todo era radial, todo pasaba por la relación de cada país con el centro desarrollado, con distintas metrópolis. Y eso también tiene que ver con nuestro comercio exterior: tenemos que trabajar en nuevos mercados y dejar de pensar que los únicos compradores que tenemos son los europeos o los norteamericanos. Empecemos a pensar en mercados en los que nunca estuvimos y que casi no existían antes.
–¿Cuál sería la idea?
–Piense en lo siguiente. Tome, por ejemplo, el Fondo Monetario. Existen hoy economías enormes, de muchísima presencia, que tienen muy poco peso en el FMI, mientras que otros países que tenían relevancia cuando se formó el FMI hoy tienen poca importancia y sin embargo mucho peso en el Fondo o en el Banco Mundial. Es decir que esos organismos toman decisiones en base a los votos de países que eran importantes en la posguerra o preguerra, pero no ahora. ¿Alguien se preguntó por qué el titular del Banco Mundial es elegido por decisión de Estados Unidos y el titular del Fondo es nombrado por Europa? Obviamente todo sin consultarnos. ¿Nadie se pregunta por qué nunca un chino, o un hindú, o un brasileño, o alguien de otros países? ¿Por qué no el mejor? ¿Por qué tiene que ser el que deciden ellos? En ese marco, América latina y el Caribe tienen que estar unidos. Es magnífico que los líderes de los 32 países y sus cancilleres hayan estado, como ocurrió, durante cuatro horas a puertas cerradas buscando caminos para hacer que América latina y el Caribe sean una región con más peso.
–Parece indudable.
–No crea. Ya hubo dos editoriales de La Nación criticando la presencia argentina en la Celac. La Nación sigue insistiendo en que tenemos que estar arrodillados ante los centros de poder a los que ese diario les rinde pleitesía desde el siglo XIX.
–¿Cuál fue el saldo del encuentro de la Presidenta con Dilma Rousseff? No falta quien dice que hubiera sido bueno un apoyo económico de Brasil a la Argentina.
–Dilma estuvo muy clara cuando habló del encuentro con la Presidenta. “La Argentina no pidió ayuda porque la Argentina no necesita ayuda. La Argentina tiene todos los elementos necesarios para manejar la situación. Esta y cualquier otra.” Esos dichos fueron el mejor respaldo porque encierran el reconocimiento de que la Argentina no está atravesando una situación en la cual necesite una mano de un país amigo. La Presidenta no le pidió nada y Dilma justamente dijo: “No sé qué me están preguntando. La Argentina tiene lo que necesita para seguir gobernando bien, como lo está haciendo hasta ahora”. Lean las declaraciones de Dilma. Hay una cierta agenda mediática tendiente a presentar un panorama negro y esa no es la visión que tienen los líderes de otros países.
–¿Y en general, la relación con Brasil?
–Muy buena, excelente. Es nuestro principal socio comercial y tal vez también político. Tenemos una visión muy similar en terreno de la política internacional. Trabajamos muy cerca de ellos en Naciones Unidas, en el G-20 y en distintos organismos, tenemos una misma visión sobre América latina y el Caribe. De manera que con nuestro principal socio comercial y político no hay una situación de conflicto de ninguna manera. Por supuesto que tenemos un montón de temas que conversamos y sobre los que trabajamos, pero el hecho de que conversemos ya muestra las buenas relaciones. Tenemos el mejor de los diálogos.
–Me imagino que hablarán sobre importaciones o exportaciones de zapatillas, repuestos de autos o lo que sea.
–Sí, claro, en términos relativos temas menores. La clave son los temas abarcativos y en eso tenemos plenas coincidencias.
–En la reunión de la Celac, la Presidenta también tuvo un encuentro con José Mujica, el presidente de Uruguay. ¿Cómo están las cosas?
–También la relación es buena, de diálogo. Pero por supuesto que tenemos temas por resolver y los vamos a ir resolviendo. Hay cuestiones que el Uruguay quiere hablar con nosotros y cuestiones que nosotros queremos hablar con el Uruguay. Hay algunos temas que son más mediáticos, pero todos son importantes: por ejemplo, la profundización de ciertos ríos, cuestiones que tienen que ver con problemas a lo largo de nuestras fronteras, temas económicos, políticos, algunos que ya son históricos. Tenemos una frontera común importante, economías integradas, tenemos una visión sobre el mundo que hay que armonizar. Y los diálogos se mantienen, esa es la realidad. Lo que sucede es que de pronto explota un tema, empieza a tener una repercusión dramática y a la semana siguiente ya pasó, el tema es otro. Nadie ni siquiera pregunta si la cuestión anterior se resolvió o no; o simplemente se aburrieron y encontraron otro tema. Muchas de las cuestiones que tenemos con el Uruguay son más mediáticas que reales. Y a veces no se comprenden los tecnicismos que tienen esos temas.
–Bueno, uno de esos temas es el de Botnia, el debate científico.
–Bueno, es un tema que tenemos que hablar con el Uruguay. Todavía no se pudo publicar ni un solo informe científico sobre la cuestión. Evidentemente no hay un punto de vista común entre los científicos de los dos países. Lo real es que a lo largo de cuatro años no se pudieron poner de acuerdo. Tendremos que retomar el diálogo en ese tema, pero es sólo uno de los temas. Tal vez muy mediático, pero es uno de los temas. Nada es preocupante, por supuesto que son cuestiones que hacen a nuestra relación y algunos afectan más a alguna zona o a una rama de empresarios. No son temas que lleven a decir “qué mal que están las cosas con Uruguay”. Para nada. No está mal la relación con el Uruguay, de ninguna manera. El Uruguay y la Argentina somos mucho más que las partes. De golpe hay una explosión mediática de algún tema, que no amerita para nada esa explosión, y parece que fuera ese el único tema del que tenemos que hablar con el Uruguay. Y no es así. Nuestra relación es mucho más que eso.
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