EL PAíS
La cruz de la impunidad no seduce a muchos miembros de la Iglesia
El Episcopado no tomó posición oficial, pero el debate sobre el fin de la impunidad recorre la Iglesia. Duro documento del Confar.
Por Washington Uranga
“Celebramos con gozo todo aquello que signifique superar la impunidad” porque “es importante fundarnos en la verdad” y porque “no hay reconciliación si no se fundamenta en la justicia”, afirma una declaración emitida por la Conferencia Argentina de Religiosos y Religiosas (Confar), el organismo que reúne a sacerdotes, monjas y hermanos católicos de todo el país pertenecientes a congregaciones religiosas. El texto agrega un elemento más al debate sobre la anulación de las leyes de impunidad, que también ha generado debates en el interior de la Iglesia Católica. El obispo castrense, Antonio Baseotto, había utilizado hace unos días el púlpito de la catedral castrense Stella Maris, para decir que “la paz verdadera tiene su fuente en la justicia, en la verdad y en el amor que se traduce en el perdón”.
Oficialmente el Episcopado como cuerpo no ha tomado una posición y el tema tampoco está incluido en la agenda de la Comisión Permanente de los obispos que se reunirá en Buenos Aires a partir del próximo martes.
Para Confar “no es correcto identificar perdón con olvido”, porque “el perdón al cual nos invita el Evangelio implica asumir la verdad del mal experimentado, no devolver el mal recibido y afanarse en bien del propio enemigo. (...) El reclamo de justicia no es sinónimo de venganza sino el fundamento para la paz verdadera. El perdón cristiano no dispensa a la sociedad civil de ejercer los mecanismos propios de un estado de legalidad perseverante del bien de todos y especialmente de los más débiles”. El obispo castrense dijo sobre el mismo tema que “la justicia y la verdad solas no son suficientes para garantizar la paz. Es necesario poner el ingrediente de amor que lleva al perdón”.
Según los religiosos y religiosas de Confar “sólo se obra la reconciliación cuando se da el reconocimiento del error cometido (contrición) se le pide perdón y se repara el daño”. Agregan que “crímenes aberrantes que comprometen el bien de una sociedad implican reconocimientos explícitos y públicos del pecado cometido, pedido de perdón y disposición a la reparación histórica”. Por esta misma razón, dicen, “indultar crímenes atroces como la desaparición física de personas, violaciones, torturas, prisiones clandestinas, robo de niños y a la vez encarcelar a otros por hechos de mucho menor significado es una injusticia que clama al cielo y nos lleva perder los parámetros del bien y del mal”. Agrega Confar que “una Nación que no condena desde su orden jurídico el mal pierde el fundamento para reconstruirse como sociedad”.
En concreto respecto de las leyes de impunidad la Confar sostiene que “gracias a las leyes de punto final y obediencia debida y a los indultos otorgados, muchos de los que impunemente mataron y maltrataron hoy se mueven con total libertad por nuestras calles y participan de nuestras instituciones. ¿Qué garantía nos da esto para superar la corrupción y la injusticia institucionalizada?”, se preguntan.
Al respecto los religiosos y religiosas afirman que “es injusto hablar de represión militar como parte de una guerra entre iguales (la teoría de los dos demonios). Cuando la violencia la ejerce el estado no deja posibilidad a otro recurso de apelación. Toda violencia es condenable: lo es más cuando es ejercida por aquellos que tienen que garantizar los derechos del ciudadano”.