EL PAíS
A falta de cifras, abundan las palabras
Sin datos sólidos y con un primer puesto compartido, los canales se dedicaron a recrear el clima de la elección y, después, a relativizar los resultados de la primera vuelta para volver al show.
Por Julián Gorodischer
Sin el ranking, ¿muere la cobertura? ¿Qué hacer para mantener el entusiasmo cuando no hay un enigma que amenice la tarde de domingo? Esto ya no se asemeja a un mundial o una entrega del Oscar o el Martín Fierro. ¿Qué queda cuando ya no está César Masceti para arrojar la gran verdad a las cinco y media? ¿Y para qué mirar la tele si en la pantalla hay dos casilleritos con un primer puesto asegurado? Apenas, en todos los canales la modesta afirmación de que “hay ballottage”. O su variante en metáfora deportiva: “Cabeza a cabeza”, o el aún más sofisticado: “Empate para el primer tiempo”, que empezó a popularizar Aníbal Ibarra desde el mediodía. Pues bien, a falta de cifras y pronósticos, que aparezcan las figuras del ambiente (Mora Furtado, Patricia Langan) para imponer tendencias de moda electoral, o que se vea con brutal crudeza la trama secreta del nuevo marketing de la política: la elección del bunker. No se sabe quién ganó, pero al menos hay un chorro de data patrimonial sobre las anécdotas de la Confitería Ideal (sede de Luis Zamora) y las visitas célebres al antiquísimo Hotel Castelar, donde espera Patricia Bullrich. Ha nacido una nueva especulación: apostar a los encantos del centro de cómputos.
Novedades de 2003: se impuso un dogma y éste consiste en posicionarse a favor o en contra del boca de urna. Los canales ya optaron: ninguno anticipó las cifras, y apenas hubo un truco “inocente” de América al adelantar el cronómetro para tirar el resultado un minuto antes. Eso sí: lo que se ve es apenas el poco suculento titular: “Habrá ballottage”, sin cifras, y por primera vez sin el listado de posiciones que conformó a todos en abril pasado. En cambio, los partidos están divididos entre fervorosos detractores del anticipo (Ibarra y Bullrich) y entusiastas fiesteros (los Macri) que empiezan a hincar el diente y chocar la copa por los datos de la Encuestadora B. Ahora, tomar una actitud (cautela o fervor) es sólo una cuestión de fe, y los canales aprendieron la lección cuando promulgaron la victoria de tantos derrotados, o cuando erraron por diez puntos. Entonces, Mónica Gutiérrez asume que “no se puede hacer más que cotejar los climas”, y en el 13, conducido por Mónica, César y Santo, sólo queda enterarse de los chismes de la jornada: hubo sol y Aíto de la Rúa votó sin hacer la cola.
Más novedades de 2003: ha muerto “el desenlace”. Ahora la elección viene en doble tanda, como un “Gran Hermano” de la política en el que primero se nomina y después se echa a uno de la contienda. Entonces, que florezca la tribu de opinadores para arriesgar quién ganará después, cuando ya no sea un simulacro sino un voto verdadero, porque ahora sólo se trata de relativizar. “Esto es apenas un primer paso”, aclara Luis Majul varias veces, y los columnistas proponen panoramas favorables a uno y a otro, sin parar, como si sólo se tratara de llenar con palabras el vacío de la falta de datos. Sólo queda subirse a los amagues de puja que van apareciendo (Carlos Campolongo contra Juan Pablo Schiavi...) o seguir con esa pasión recién nacida entre los porteños que consiste en elucubrar más y más metáforas deportivas, como para que nadie se olvide del “espectáculo apasionante” que debería significar la espera. “Por goleada”, exagera un ibarrista a la cámara de Telefé, que sólo pasa flashes para no interrumpir el film Código X. “Cabeza a cabeza”, insisten en el 9, Canal 13 y América, encantados con la figura hípica que, esta vez, calza perfecto. El resto incluye las conclusiones de siempre, esas que no cambian nunca, las que se dicen según pasan los años y demuestran que el mundo, a pesar de todo, no es tan distinto: “El electorado es muy pensante”, dicen en el 9. “Reina la cautela”, agregan en América. Y que nadie apague el televisor –ruegan todos–, porque “todavía faltan los datos oficiales”. El ranking se sigue haciendo rogar, y hasta en lo de Macri ponen caras largas y piden paciencia. ¿Y ahora?, se preguntan los del 13, los de América, y en Telefé ya ni se lo preguntan. ¿Cómo se hace para estirar la espera? La cobertura se convierte en un extensísimo programa de chimentos, porque lo único que queda es apegarse a “lo que se dice”. El cotilleo tiene algo de nuevo: no limita sus argumentos, y va a buscar indicios a las fuentes reservadas (“Macri no está contento”, cuenta el movilero del 13) o a la cara larga de Teresa Calandra, junto a otras paquetas en el bunker de los Macri. Por momentos, los canales descubren a un imprudente que sale a arriesgar triunfos (La Porta para Ibarra, Schiavi para Macri) y después relativizan otra vez, porque no vaya a ser que queden pegados. Algo empieza a fallar: no aparecen “los famosos” y los candidatos se esconden. En el Comité Radical, al menos queda el dramático escenario de la mesa vacía. Pero esa imagen no basta y para apurar el final, cerca de las ocho, los canales empiezan a quitar peso a la cobertura, a pasarse la pelota o a pasar la posta (siguiendo con la obsesión olímpica): “El verdadero resultado –remarca el analista, por si alguien se había olvidado– se define el 14 de septiembre”. Que vuelvan las películas o las “Mini Pulsaciones” porque, ante todo, el show debe seguir. Con cifras o sin ellas.