EL PAíS › LUIS ZAMORA GANO EL TERCER LUGAR Y DIJO QUE NO VOTARA A MACRI NI IBARRA
“Decir que son lo mismo sería muy ultra”
La agrupación AyL que encabeza Luis Zamora obtuvo más del 12 por ciento de los votos, con lo cual podría ganar dos diputados nacionales y un bloque de seis o siete legisladores porteños. Se convirtió en la principal fuerza de la izquierda.
Por Victoria Ginzberg
Luis Zamora supo temprano que había ganado. Aún sin números oficiales, un tercer lugar cómodo y el total liderazgo del espacio de izquierda era un resultado con el que podía darse por satisfecho. A las siete y media de la tarde, cuando dio su conferencia de prensa, la expectativa estaba puesta en su posición en el ballottage. “Durante la campaña electoral hicimos cuestionamientos profundos tanto a Aníbal Ibarra como a Mauricio Macri. En estos diez minutos ellos no han cambiado nada. Nosotros vamos a seguir con la misma posición e intentar que la mayoría de la gente no vote ni a Ibarra ni a Macri”, aseguró.
En la Confitería Ideal, donde se instaló el modesto bunker de Autodeterminación y Libertad, no se manejaban cifras propias. Sólo llegaban con cuentagotas las planillas de los fiscales que traían información sobre algunas mesas aisladas. Pero las primeras bocas de urna que reflejaba la televisión, en las que Zamora se ubicaba con un 13 por ciento, permitieron que el líder de AyL fuera el primero de los candidatos a jefe de Gobierno en hablar públicamente. Al cierre de esta edición y con poco más de la mitad de las mesas escrutadas, Zamora obtenía el 12,1 por ciento. Esa cifra le permitiría a AyL sumar dos diputados nacionales y posicionarse en la Legislatura con un bloque de seis o siete legisladores porteños.
En su análisis frente a los medios, Zamora se explayó sobre el afianzamiento de su movimiento. Apenas terminó, todos los periodistas a la vez lo interpelaron sobre su postura en la segunda vuelta. El diputado llamó a no votar por ninguno de los dos candidatos.
–¿Y si lo llama Ibarra para ofrecerle algún cargo? –le preguntaron
–Ya nos conoce demasiado bien para no hacer eso.
–¿Le da lo mismo quién gane?
–No es importante decir si son lo mismo. La gente necesita algo diferente a lo que ellos representan.
–¿No cree que mucha gente votará Ibarra “con la nariz tapada” para que no gane Macri?
–Son dos personajes que no van a hacer historia en Argentina.
Zamora no especificó si espera que el 14 de septiembre sus seguidores voten en blanco, aunque deslizó la idea de que podría llamar a poner en el sobre la boleta de AyL. De cualquier manera, es consciente de que no es dueño de la decisión de quienes lo apoyaron. “Estamos lejos de sentirnos generales que damos órdenes a nuestros votantes. En primer lugar porque no nos gustan los generales”, dijo y fue aplaudido por los militantes que empezaban a llegar al tradicional salón de la Ideal. “En segundo lugar –continuó– porque el votante de AyL es demasiado inteligente para seguir lo que les digan sus dirigentes. No se nos ocurre pensar que porque damos nuestra opinión nos van a acatar como en un regimiento.”
Antes de hablar frente a las cámaras, Zamora estuvo reunido durante casi dos horas con algunos colaboradores, su mujer y primera candidata a legisladora porteña, Noemí Oliveto; el candidato a vicejefe de Gobierno, Sergio Molina; el actor Norman Briski, y el dramaturgo Tato Pavlovsky. Allí analizaron los primeros resultados como el inicio del fin de las estructuras tradicionales del radicalismo y el peronismo y la idea de que en el ballottage había que expresar un repudio tanto a Macri como a Ibarra. “Los dos no son lo mismo. Decir eso sería muy ultra, pero ambos son parte de un mismo engranaje”, aseguraban cerca de Zamora.
El líder de AyL se las arregló para decir que se había terminado el voto cautivo, pero que, a la vez, su agrupación se consolidaba. “Ibarra y Macri pueden caer, el primero está acompañado por un amontonamiento, el segundo es efímero”, arriesgaban los colaboradores de Zamora en la elegante confitería, ahora en refacción, donde durante toda la tarde sonó un tango tras otro. Antes de referirse a su posición en la segunda vuelta, Zamora privilegió hablar sobre la construcción de su partido, que fue el aglutinador de los votos a la izquierda de Ibarra y que, seguramente, sumó también a un grupo que rechaza las supuestas formas “tradicionales” de la política.
“Nunca una fuerza con nuestro perfil tuvo un resultado tan bueno. Estamos muy conmovidos y muy estimulados por el apoyo que recibió nuestra agrupación a pesar de que durante la campaña quisieron mostrar sólo dos candidatos. Somos una fuerza que se constituye como una nueva forma de hacer política: sin punteros, sin recursos económicos, sin tener al Presidente de la mano, sin estructuras partidarias ajenas”, afirmó aludiendo, sin nombrarlos, a Ibarra y Macri. “Nosotros no intervenimos en esta elección para conservar un cargo o aún para ganarlo, sino para hacer cambios que nos permitan ser un país autodeterminado, parte de un continente rebelde”, arengó Zamora.
También hubo menciones implícitas para Izquierda Unida –que quedó lejos de la buena elección que hizo hace dos años– y el resto de los partidos del sector: “Estamos recorriendo un camino distinto al de las agrupaciones de izquierda tradicionales”, dijo. Lo cierto es que esta elección dejó a Zamora como referente de ese espacio. Sumará al menos a Marta de Brasi como su acompañante en el Congreso –luego de haber roto con José Roselli, quien había entrado a la Cámara baja casi por sorpresa en 2001– y tendrá un bloque de seis o siete legisladores porteños.