Jueves, 26 de junio de 2014 | Hoy
EL PAíS › EL ASTRO JUGó UN PARTIDAZO PARA DARLE A LA SELECCIóN EL PRIMER PUESTO DEL GRUPO F
En uno de los encuentros más excitantes de la Copa del Mundo, marcó dos de los tres goles ante Nigeria y se llevó todos los aplausos. El martes, contra Suiza, por los octavos, en San Pablo.
Página/12 En Brasil
Si ésta fuera una crónica religiosa, podría empezar diciéndose que al tercer partido la Selección resucitó de entre los muertos, o de entre los equipos que no habían conseguido hasta ahora en Brasil desplegar todo su potencial. Pero aquí se trata sólo de fútbol, el que sí pudo mostrar ayer la Selección en el partido con el que cerró su participación en el Grupo F, con un claro triunfo frente a Nigeria, que a pesar de la derrota también consiguió su pasaje a los octavos de final, gracias al triunfo de Bosnia sobre Irán.
No es precisamente que a la Selección se le abrieron las aguas, lo que se le abrió fue la defensa del equipo africano, que como mostró muchísima más ambición que los otros dos integrantes del grupo y salió a jugarle como lo hacen los grandes, de igual a igual, se encontró con la versión de la Selección que también los argentinos estaban esperando ver. Cierto es que el capitán y emblema del equipo nacional, Lionel Messi, tuvo una tarde inspirada, lo demuestran sus goles y los dos tiros libres maradonianos con los que dejó sin respiración a nigerianos y brasileños y sin aliento a los 40 mil argentinos presentes en el Arena Beira Rio, en el que su nombre gritado, arengado, cantado retumbó por todos lados. El primero no entró porque el arquero Enyeama le adivinó la intención y se la sacó prácticamente del ángulo; el segundo sí, porque el arquero creyó adivinar un cambio en Messi, pero el delantero se la puso en el mismo lugar, cuando se jugaba el minuto 46 de la primera parte, para poner el 2-1.
Cierto es que el partido no había comenzado ahí, sino con un golazo de Messi, en el segundo intento de los argentinos sobre el arco nigeriano. Iban apenas dos minutos, Mascherano –que volvió a jugar otro partido extraordinario– metió un pase magistral para Di María, que se acomodó y sacó un tremendo remate que se estrelló contra el palo derecho del arquero nigeriano; ahí nomás entró Messi para tomar el rebote y sacar un bombazo como para agujerear la red.
Había espacios y era fácil suponer que después del gol, con Nigeria obligada a ir a buscar el partido y la clasificación, se podía venir una goleada. Pero no. Ocurrió que Babatunde robó una pelota en el mediocampo argentino y metió un pase profundo para el bueno de Musa, que a pura velocidad le ganó la posición a Zabaleta para sacar un violento remate cruzado sobre el segundo palo de Romero para poner el 1-1. Todo en menos de un minuto.
La Selección sintió la igualdad como un cachetazo a su autoestima, y una advertencia grave sobre la peligrosidad del ataque del conjunto africano, y eso hizo que los argentinos, tocados en su amor propio, se animaran a jugar más, mucho más de lo que lo habían hecho hasta ahora en el Mundial.
La salida de Agüero por lesión fue otra de las claves. Es que el delantero del Manchester City no estaba jugando para nada bien y el ingreso de Lavezzi en su lugar le permitió al equipo de Sabella tener un poco más de vértigo en ataque y, de paso, un poco más de presión en la salida de los nigerianos, porque el ex San Lorenzo las peleaba todas, como para terminar de convencer al entrenador de que también él es un buena alternativa para abrir las defensas rivales y recuperar la pelota un poco más arriba.
El segundo empate de los nigerianos, en otra jugada y mejor definición de Musa, parecía volver a complicar los planes de la Argentina. Pero la Selección volvió a mostrar los dientes y, empujada por el aliento del público y por un Messi que se sentía cómodo en el juego, volvió a meter a Nigeria en su campo. Con el gol de rodilla de Rojo, en una jugada de tiro de esquina, Sabella comenzó a bajarle la persiana al partido. Argentina dominaba y Nigeria, que jugaba un poco mejor que en la primera parte, no conseguía entrarle. Entonces, el DT mandó a Messi al banco, puso a Ricky Alvarez y comenzó a probar sistemas tácticos alternativos.
El romance del público con Messi tuvo un nuevo capítulo. El crack agradeció el aliento con los brazos en alto y mirando a la cara a los hinchas, como lo hubiera hecho un gladiador en la arena. Con esa imagen victoriosa se despidió la Selección. Ahora comienza otra etapa, la segunda fase del Mundial, donde los equipos se juegan el todo por el todo. Esa es la actitud, para mirar hacia el futuro con toda la ilusión.
Estadio: Arena Beira Río (Porto Alegre).
Arbitro: Nicola Rizzoli (Italia).
Goles: 2m y 45m Messi (A); 3m y 47m Musa (N); 50m Rojo (A).
Cambios: 36m Lavezzi por Agüero (A); 62m Alvarez por Messi (A), 65m Uchebo por Babatunde (N), 79m Mwofor por Odemwingie (N), 90m Biglia por Higuaín (A).
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