EL PAíS

Goles mesiánicos y millones voladores

 Por Eric Nepomuceno

Página/12 En Brasil

Desde Río de Janeiro

A cada gol –y ayer fueron dos, espectaculares– Messi más se parece al Mesías para la Selección Argentina. El chiste es obvio, poco brillante y nada inteligente. Pero encanta a los brasileños.

¿Y Ghana? ¿Qué gana Ghana para jugar el último partido que le toca en este Mundial? Pues gana mucho.

La verdad es que, hasta ayer, el paso de Ghana por el Mundial ha sido más bien discreto. El empate con Alemania sorprendió, pero no a punto de poner a los ghaneses como destaque especial. Pues, de repente, el equipo concentró atenciones, gracias a una jugada colectiva que se dio fuera de la cancha. Temiendo no cobrar las gratificaciones prometidas, los jugadores anunciaron una huelga. No entrenaron el martes y avisaron que no entrarían a la cancha hoy para enfrentar a Portugal a menos que les pagasen. Y en efectivo. La Federación de Fútbol de Ghana prometió depositar el dinero en las cuentas bancarias de cada jugador, pero ni modo: o les pagan en efectivo, o no habrá juego.

El mismo presidente de Ghana, John Mahama, intervino. Un avión zarpó ayer de Acra, la capital, rumbo a Brasilia, cargando unos tres millones de dólares en billetes cuidadosamente contados, apilados y atados. Confirmada la noticia de los millones voladores, un nuevo percance: para entrar legalmente a Brasil, cualquier cantidad superior a cinco mil dólares tiene que ser declarada. No hay tasa ni tributo, pero los valores tienen que ser verificados. O sea, hay que contar billete por billete. Y a la hora de salir, lo mismo. En caso de que no ocurra ese proceso, el dinero puede ser legalmente confiscado. El partido está previsto para la una de la tarde de hoy, en la capital brasileña. Habrá tensión hasta la última hora: sin cobrar, nadie juega. Sin cumplir todos los trámites, el dinero no entra. ¿Qué pasará?

Urgencia en lograr dólares para los de Ghana, urgencia en lograr muchachas –digamos– de vida alegre para los turistas. Hay de todo, para todos los gustos y bolsillos. En Copacabana, los alrededores de la plaza Lido, tradicional zona de prostitución, están ardiendo. A partir de las once de la noche largas filas se forman en las puertas de los dos o tres clubes nocturnos, área de caza. Las profesionales que suelen trabajar por esa zona recibieron refuerzos venidos de distintos puntos del país. La demanda extrapoló la oferta habitual y la solución fue importar mano de obra. Los precios subieron, aprovechando la distancia entre oferta y demanda. Para latinoamericanos, considerados mezquinos, cien dólares. Para gringos en general (tanto vale de Europa o Estados Unidos o Corea o lo que fuera), a partir de doscientos. Menos, bastante menos, de lo que cobran las profesionales que, en San Pablo, a 420 kilómetros de distancia, atienden preferencialmente a altas autoridades de la FIFA, ejecutivos de empresas patrocinadoras del Mundial o invitados especiales en hoteles lujosos: 900 dólares la hora. La diferencia se justifica: son muchachas de alta estampa, manejan automóviles de buena marca y hablan más de un idioma.

Millones de dólares voladores que salen de Ghana, centenares de miles que circulan alrededor de lechos fugaces. Y mientras tanto, sigue el fútbol. Ahora, los brasileños tratan de concentrarse en las selecciones de otros países, posibles adversarios en las próximas etapas. Mucha atención con Argentina, con Colombia y Uruguay. Y pensando más adelante, con Francia, Holanda, Alemania. Esos equipos son considerados los más peligrosos. Claro que siempre hay sorpresas, pero existe una cierta lógica, una cierta tradición.

Ayer, contra Nigeria, Argentina acaparó atenciones. Los africanos se mostraron bien organizados, bien articulados, pero evidentemente inferiores al adversario. Si Argentina todavía no convenció totalmente a los brasileños, la fiesta que hicieron las decenas de miles de compatriotas que vinieron a ver su equipo comprueba que están cada vez más convencidos de las bondades del juego. Los dos goles anotados por Messi lo igualan a Neymar en la tabla de artilleros. El próximo juego de Argentina será contra Suiza, un adversario duro pero no tan difícil como el que Brasil tendrá por delante, Chile.

Ecuador empató sin goles con Francia, y ha sido el primer sudamericano en quedar fuera de la Copa. Honduras cayó frente a Suiza y también vuelve a casa. ¿Cuáles serán los próximos?

Brasil tendrá que pasar con Chile y luego enfrentar a otro sudamericano, Uruguay o Colombia. Una verdadera Copa América para llegar a las semifinales. Las apuestas, antes de que el torneo empezara, indicaban como adversarios en ese tramo a Italia, España, Inglaterra... Pero en el fútbol no hay nada previsible, especialmente en un Mundial.

A la nochecita de ayer, esa y otras preguntas circulaban por los ámbitos brasileños. Una pregunta en especial se hacía común en muchos bares de Río: ¿Quién depende más de un solo jugador? ¿Argentina de Messi o Brasil de Neymar?

Hasta ahora, los goles de Messi han asombrado a los brasileños. Los de Neymar también. El gran temor es que le pase algo. Su juego desconcertante y sus goles hicieron que el equipo todo dependa de él. Más, quizá, de lo que Argentina depende de Messi y sus goles milagrosos.

Esas eran algunas de las muchas preocupaciones y dudas de los brasileños ayer. Bastante diferentes, por cierto, de la ansiedad de los de Ghana, con los ojos puestos en sus dólares voladores, y de las muchachas de la noche, con los ojos puestos en los turistas caminadores.

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