Jueves, 26 de junio de 2014 | Hoy
EL PAíS › LA PATRIA TRANSPIRADA
Lindísimo partido, el de ayer. Ganamos, que es básico para la impresión final, pero además hubo de todo: goles, buenas jugadas, entrega y generosidad, algunos rendimientos altos, buena leche en general, emociones repartidas. Y los dos equipos jugaron su mejor partido de la serie. Los nigerianos, mucho más sueltos –un poco como nosotros– fueron mejorando de a poco: horribles con Irán, efectivos pero con angustia ante Bosnia, ayer jugaron bien. Son un equipo bien puesto, armado, que puede jugar de diferentes maneras, y tiene varios que saben y pueden del medio para arriba: Odelwingie, el temible Emunike y –ayer– el Musa que nos abrochó dos veces.
En cuanto a nosotros, mejoramos en varios aspectos deficitarios –el tiro de afuera (grande, Angelito) como alternativa, el laburo de colaboración para recuperar a partir de los de arriba, la movilidad y las ganas de mostrarse, la seguridad en el traslado– y seguimos en deuda con aspectos puntuales: la falta de presencia y anticipo en el área para aprovechar los desbordes de los laterales o los rebotes del arquero; el Pipita en general, que no está en sintonía, y los apurones para defender cuando se la pierde, y se retrocede, tapando mal... No tenemos tres Mascherano sino uno (qué bárbaro, ayer). Pero no es nada nuevo. Ni que no se sepa.
Pero por otra parte estuvimos bien de arriba en las dos áreas –excelentes Garay y Rojo en ataque– ante tipos grandotes, y es alentador que tanto el Pocho Lavezzi como Ricky Alvarez hayan entrado bien, sin inhibiciones. Es cierto, por otro lado, que al ver que tenía que salir el Kun, seguro que Sabella se dio vuelta para ver si estaba El Apache (suele soñar con eso...) pero no está ni va a estar: no tenemos ningún suplente natural-natural para Higuaín y Agüero. Es increíble... En el medio, hay para tirar para arriba: Maxi, Augusto, Biglia, Ricky, Enzo Pérez... Ninguno, por definición –siendo buenos jugadores–, hace diferencia. Quiero decir: no se ponen para desnivelar sino para equilibrar, reemplazar lo que ya hay. Ahí hay una carencia que ojalá no haya que lamentar.
Y no voy a hablar (demasiado) de Messi porque –como dice Borges del Corán o de Las mil y una noches, ya no me acuerdo– no es necesario nombrar a los camellos: están ahí, se suponen. Messi es, para Argentina, lo (que se da) por supuesto –al revés de los demás, que se notan cuando aparecen–. El es al revés: hay un hueco si no está. Ayer jugó a la altura de su mayor gloria personal –la volea dificilísima con que resolvió, pegándole de lleno, en el primero; los tiros libres por duplicado: uno casi, el otro adentro–. Y estuvo bien Sabella al sacarlo y ponernos –por si no nos acordamos– en nuestro lugar, lo que somos: un buen equipo con un (uno) jugador extraordinario.
Por eso: todo bien, Argentina, pero –por ahora– Musa.
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