EL PAíS › LAS ELECCIONES DEL DOMINGO PASADAS EN LIMPIO:
DEL VOTO ZAMORISTA A LAS PARADOJAS BONAERENSES
Claves, cifras, perlas, futuros y apariciones
Quedaron números y personajes. Y una estructura política que muestra un PJ con una victoria que no fue arrasadora, aunque aprovechó la fragmentación de los otros. Hugo Franco, de Massera a Rico con escala en Menem. Casi nadie cumplió la sugerencia de Zamora de votar en blanco o autoanular.
Por Martín Granovsky
La integración del voto por Ibarra en el ballottage no es solo un dato estadístico. Sirve para mostrar el grado de solidez de la coalición de centroizquierda en la Capital Federal, que sería aún más firme si los terceros candidatos se hubieran pronunciado por uno u otro y hubieran negociado proyectos y espacios futuros. Los cálculos pueden ser infinitos, pero se ruega un segundo de paciencia para seguir este razonamiento:
- En la primera vuelta Ibarra obtuvo 582.138 votos. Macri, 639.497.
- En el ballottage consiguió 926.155 votos, contra 806.389 de Macri.
- En la primera vuelta votaron 1.781.625 porteños.
- En la segunda vuelta votaron 1.828.864 personas.
- Ibarra subió entre la primera y la segunda vuelta 344.017 votos.
- Macri aumentó 166.892 votos.
- La concurrencia aumentó en 47.239 personas.
- En primera vuelta votaron en blanco o sufrieron impugnación o anulación del voto 53.240 personas.
- En la segunda la cifra subió a 96.320 personas.
- Zamora obtuvo 212.637 votos. Patricia Bullrich, 170.023. Cristian Caram, 33.038. Vilma Ripoll, 21.451. El Partido Humanista, 10.891. El socialismo auténtico, 6.137. El Partido Obrero, 5.389.
- ¿De dónde creció Ibarra? Los encuestadores dicen que en boca de urna tres de cada cuatro personas ex votantes de Zamora dijeron haber inclinado su voto al jefe de Gobierno en el ballottage. Serían 160.000 personas. ¿Y el resto? Puede suponerse que los votantes de izquierda decidieron castigar a Macri. En total fueron en primera vuelta 43.871 votos. Agréguese al plato el voto radical para Caram. Suma total hasta ahora, 236.909. Faltan, aún, 100 mil votos. ¿Puede pensar que partieron todos de los votantes de Bullrich? Absurdo: si no, ¿cómo hizo Macri para subir casi 170.000 votos?
- Hay una explicación posible. Primero, que un mayor porcentaje de los votantes de Zamora que el reflejado en las encuestas desoyó a su líder y en vez de votar en blanco, impugnar el voto o tornarlo nulo cometió el pecado de votar por Ibarra. Segundo, que votó por Ibarra una parte importante de los casi 50 mil votantes que en la primera vuelta no votó y en la segunda decidió hacerlo.
- La tercera explicación posible, que se añade a las anteriores, sería estadística. En estas elecciones los porcentajes se toman sobre los votos válidos positivos, es decir sobre el total de gente que votó o por Macri o por Ibarra. En primera vuelta los positivos fueron 1.728.385 por ciento. En la segunda, 1.732.544 por ciento. Conclusión: la cifra no varió. Conclusión bis: la tercera explicación debe ser archivada.
- Volviendo, entonces, a la explicación sobre la composición de votos, o todos los votantes de Bullrich más algunos de Zamora votaron a Ibarra, o todos los votantes de Zamora (menos Zamora, quizás) optaron por el jefe de Gobierno. La segunda parece más posible.
- Gracias infinitas por la paciencia.
De las parroquias donde viven porteños con mayor poder adquisitivo la más pareja es la 19, Pilar. La 20, Socorro, tiene una franja de clase alta altísima, pero también otra perteneciente a la villa de Retiro, y entonces cualquier explicación debe ser matizada. En la 19, Macri le ganó por 15 puntos a Ibarra: 57 a 42 por ciento. En primera vuelta la diferencia había sido de 43 a 29 por ciento. En las presidenciales del 27 de abril Ricardo López Murphy ganó la 19 con el 41,40 por ciento de los votos. Carlos Menem obtuvo un 15 por ciento. El espacio de centroderecha del 27 de abril, de un 56 por ciento, parece idéntico al respaldo para Macri del último domingo. La suma de porcentajes de Elisa Carrió y de Néstor Kirchner del27 de abril llega al 31 por ciento. Ibarra puede haber contado el domingo también con el 5,4 por ciento que entonces votó por Adolfo Rodríguez Saá.
En Villa Lugano, circunscripción 22, la fórmula Ibarra-Telerman repitió la media de toda la ciudad: 53 por ciento contra un 46 de Macri-Rodríguez Larreta. En las presidenciales allí ganó Kirchner con el 24 por ciento. Carrió consiguió un 16 por ciento y Rodríguez Saá un 12,3. Sumados, esos porcentajes llegan con exactitud a la cifra del domingo. Y pueden significar un fenómeno doble: el fracaso de los punteros de Enrique Nosiglia en apoyo de Mauricio Macri, el trabajo a reglamento de los punteros peronistas enrolados con el macrismo y el trabajo más fuerte de los punteros peronistas jugados a Ibarra por influencia directa de Kirchner y su jefe de gabinete, Alberto Fernández.
Flores, la quinta, bastión radical, es el barrio típico de la clase media media. En las presidenciales ganó López Murphy con un 26 por ciento, frente a un 19,6 por ciento de Kirchner, un 22 por ciento de Carrió, un 12,9 por ciento de Menem y un 7,5 de Rodríguez Saá. El domingo, en el ballottage, Ibarra llegó al 57 por ciento y Macri al 43. El jefe de gobierno se basó en la suma de votantes de Kirchner y Carrió, más los de Rodríguez Saá.
La victoria de Felipe Solá en la provincia de Buenos Aires marca dos records en las elecciones para gobernador desde 1983. Por un lado nunca un candidato triunfante sacó tanta diferencia respecto del segundo. Por otro, es el porcentaje más bajo obtenido por un candidato peronista salvo cuando el peronismo no ganó las elecciones, en 1983, año del triunfo del radical Alejandro Armendáriz contra el justicialista Herminio Iglesias, que obtuvo un 39,7 por ciento. Antonio Cafiero ganó en 1987 por 46 contra 39 por ciento. Eduardo Duhalde alcanzó en 1991 47,7 por ciento contra un 24,4 por ciento de la Unión Cívica Radical. Carlos Ruckauf, que luego huiría antes de tiempo, dejando la provincia a su vice Solá, consiguió el 48,3 por ciento contra el 41,4 por ciento de la Alianza.
La gran novedad de las elecciones bonaerenses es la inédita fragmentación de las fórmulas no peronistas. Patti salió segundo con el 12,19 por ciento. Rico fue tercero con el 11,49. Margarita Stolbizer de la UCR cuarta con el 9,07, y Carlos Raimundi del ARI casi la empató con el 8,32 por ciento. Luego viene un pelotón doble con Jorge Rivas del socialismo-Izquierda Unida (4,24 por ciento) y Hernán Lombardi del lopezmurphismo (3,97). El antiguo voto de la Unión del Centro Democrático, que garantizó la victoria de Ruckauf en 1999, fue seguramente a Patti, que colocó como primer diputado al ruralista Guillermo Alchouron (ex Francisco Manrique, ex Domingo Cavallo).
Un indicio de que los votos de Patti reproducen en parte el viejo voto de la UCeDé lo da su distribución. Un ejemplo es Avellaneda, un distrito lejano al fuerte de Patti, ubicado en Pilar y Escobar. Patti consiguió en Avellaneda un 13,20, levemente superior a su 12,19 provincial, contra un 7,89 de Rico, inferior a su 11,49 de toda la provincia.
En Avellaneda el ARI había conseguido un 20 por ciento en las presidenciales. Ayer bajó a 9,31 por ciento. En Morón también fue 20 por ciento su cifra del 27 de abril. Ayer llegó a 11,64 por ciento.
El radicalismo tuvo una peor elección porcentual en el Gran Buenos Aires respecto de los partidos del interior bonaerense. En Morón Stolbizer obtuvo solo el 4,6 por ciento, la mitad de su media provincial. En Avellaneda el 7,35 por ciento. En La Matanza, Stolbizer parece la candidata de una secta: 1,72 por ciento. En Tres de Febrero llegó a un decoroso 9 por ciento. En Vicente López el número mágico fue el 13, 6 por ciento, seguramente por arrastre del peso de su candidato a intendente, el reelecto Enrique “El Japonés” García. El promedio provincial subió por los impresionantes resultados radicales de Castelli (41 por ciento), Coronel Pringles (50 por ciento) o el 31 por ciento del más poblado Bragado, el 43 por ciento de Saladillo o el 38,50 por ciento de San Pedro.
La situación bonaerense muestra la tendencia que se impone cuando el peronismo queda como la única fuerza provincial estructurada y la oposición pierde arraigo. En Santa Fe el justicialismo solo pudo ganar por una escandalosa ley de lemas que permitía los lemas por partido pero no por alianza. Así fue que el socialista Hermes Binner no pudo superar al peronista Jorge Obeid. Así fue también que Carlos Reutemann quedó como el candidato individualmente más votado y la figura con mayor convocatoria del peronismo provincial. En Santa Fe no hubo licuación de la fuerza alternativa al peronismo sino lo contrario, pero a partir de un peso muy fuerte de Binner por su gestión en Rosario, donde el socialismo lleva 14 años. También el caso de Morón, con el triunfo de Martín Sabbatella como intendente sin estructura nacional ni provincial, revela que hay chances en política cuando la gestión es prestigiosa. Hubo moronenses que cortaron boleta, y hubo quienes solo pusieron la boleta de Sabbatella y dejaron la de gobernador vacía. En la Capital Federal, más allá del apoyo decisivo de Kirchner el hecho previo fue la vocación de Ibarra por construir una fuerza que actuase como opción real de poder, sin dejar a ningún aliado posible fuera de la construcción. Binner también construyó una alianza, aunque desde un eje más fuerte como el socialismo. Y donde no hay eje ni alianza, solo hay peronismo como fuerza dominante: Jujuy, Santa Cruz, naturalmente la provincia de Buenos Aires.
Una clave interesante de las elecciones bonaerenses es que las fórmulas de mano dura, como Rico y Patti, no pudieron sobreponerse al fracaso de Menem y Rodríguez Saá en las presidenciales del 27 de abril. Los dos enarbolaron la hiperseguridad como gran bandera de campaña, y ninguno de los dos quedó como una segunda fuerza competitiva. En la otra cara de la situación, Felipe Solá mantuvo a Juan Pablo Cafiero como ministro de Seguridad y no jugó el juego de prometer mano dura como su jefe de fórmula Ruckauf en 1999. Y ganó igual por amplísima diferencia. Quizás sea una buena muestra del clima político nacional, donde la agenda de debate público no se está construyendo con el miedo sino con un sentido de cohesión social mayor que en los peores momentos de crisis.
El corte de boletas en la provincia de Buenos Aires no fue significativo entre los que votaron a Felipe Solá con diputados no peronistas y a Solá con lista completa del PJ. Solo hubo un 3 por ciento de diferencia. La UCR mantuvo un 9 por ciento homogéneo entre una y otra postulación. Rico y Patti consiguieron más votos para gobernador que para diputados nacionales: un 12 por ciento contra un 9.
Para diputados el Partido Justicialista bonaerense obtuvo el 40 por ciento de los votos, un mínimo de cuatro veces más que cada una de las cuatro fuerzas que consiguieron colar un representante en la cámara baja: Rico (5), la UCR (4), ARI (4) y Patti (3).
Hugo Franco resultó electo diputado por la lista de Aldo Rico. Franco, del corazón del menemismo, fue director de Migraciones y subsecretario de seguridad cuando gobernaba su jefe. Durante la dictadura estuvo vinculado a Emilio Eduardo Massera. Este diario publicó la semana pasada que Franco recibía el apodo de “El dibujante” por su apego al diseño de empresas. Massera no solo mató, secuestró y torturó sino que se quedó con empresas y bienes de los detenidos-desaparecidos, y siempre precisó de especialistas para reciclar las propiedades de unos dueños a otros. Las oficinas de Franco en Venezuela y Entre Ríos fueron muy frecuentadas por Massera tras la salida del dictador de la comandancia en jefe de la Marina. En “Don Alfredo”, su libro sobre Alfredo Yabrán, Miguel Bonasso cuenta que Franco pidió al diplomático Jorge Vázquez que averiguara si el entonces supercartero estaba en la lista negra en los Estados Unidos. Vázquez, que no había estado ni estaría entre la red de poder de Yabrán, no hizo otra cosa que comunicarse con el embajador Terence Todman gracias a su vieja relación de amistad con el diplomático James Walsh. Luego trasmitió a Yabrán la inexistencia de bolilla negra contra él en los Estados Unidos. Bonasso relata que un día Yabrán le preguntó si le había llegado el regalo como agradecimiento –una fortuna en dólares, un avión privado– al parecer encargado a Franco. Vázquez se mostró sorprendido. No había recibido nada.
Pregunta para futurólogos: ¿qué hará Mauricio Macri? ¿Se contentará con ser jefe de la oposición porteña? ¿Se asociará a Reutemann como era el sueño del empresario menemista Francisco de Narváez? ¿O se enfrascará en las próximas elecciones de Boca? Hagan juego, señores.