EL PAíS › OPINION

Evelyn sigue secuestrada

 Por Victoria Ginzberg

Evelyn no se merece que su vida sea ventilada mediáticamente. Sin embargo, su nacimiento en la ESMA, el secuestro de sus padres, la búsqueda de sus abuelos y el delito que cometieron las personas que la criaron, todo eso, figurará hoy en la mayoría de los medios del país y en algunos extranjeros. Porque la historia de Evelyn es, lamentablemente, parte de la historia de este país. Es una historia que si muchos hubiésemos podido, elegiríamos no tener que contar. Preferiríamos que no existiese. Es una de las historias terribles que parió el terrorismo de Estado. Pero Evelyn existe, su nacimiento en la ESMA, su robo, su ocultamiento existen, como existieron los secuestros, las torturas y las desapariciones y no hay intimidad que la Corte Suprema pueda preservar de lo irrefutable de estos hechos.
Los ministros del máximo tribunal consiguieron con este fallo que Evelyn y su familia biológica sigan padeciendo las consecuencia del crimen del que ambas partes –que es una sola– continúan siendo víctimas. La abuela Angélica Bauer sigue teniendo a su nieta secuestrada. Evelyn sigue estando secuestrada. El daño está hecho. Fue hecho 26 años atrás y eso es lo que hay que reparar.
Los jueces de la Corte pueden pensar que Evelyn es mayor de edad y como tal es libre de tomar sus propias decisiones, entre ellas, no hacerse el análisis de ADN. Pero Evelyn es tan libre como una mujer golpeada que no quiere separarse de su agresor. Como a una mujer golpeada sus victimarios la quieren convertir en culpable. Porque ella no dice que no quiere hacerse el análisis genético. Dice que no quiere hacerlo si eso perjudica a las personas que la criaron. Es que esta causa fue usada como símbolo para intentar canjear información (genética) por impunidad, transacción que no fue aceptada por las Abuelas de Plaza de Mayo.
En este caso, sin embargo, el marino Policarpo Vázquez reconoció que cuando era una bebé la niña le fue entregada por la Armada. Confesó su delito y podrá ser juzgado. Pero Evelyn no conocerá su historia. Se resiste a saberla porque sus apropiadores dicen que por su culpa van a ir a la cárcel. Su sangre, su saliva, podría mandarlos a la cárcel, aseguran. No el hecho de que robaron, mintieron, ocultaron a un niño sabiendo el destino que corrieron sus padres. Ese es el mensaje.
Este crimen sólo se termina con la verdad. La verdad de Evelyn es una verdad que duele, pero cualquier dolor verdadero es mejor que el engaño. Es una lección difícil que una generación recibió, apenas nacida, sin pedirla. Tal vez Evelyn lo entienda y no se necesiten de fallos de la Corte Suprema para acercarla con su historia.

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