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El 2 de abril, el matutino que dicta la realidad a muchos nos propuso la lectura de la crónica de la inauguración de un edificio administrativo diseñado por el estudio del arquitecto Norman Foster.

El 2 de abril, el intendente-gobernador Macri nos transmitió su admiración por el talento del británico. El matutino ensalzó lo bien que habla inglés don Mauricio.

Foster es un gran arquitecto, su proyecto de reconstrucción del Bundestag es inigualable como ejemplo de rescate y transfiguración de un edificio que traspasó barreras históricas volcánicas.

Que fuera un inglés quien lo volviera a la vida institucional alemana fue a la vez un desquite y un final.

La arquitectura germana ha retomado grandes proyectos emblemáticos, dejando al reparo de objeciones xenófobas otras muchas construcciones. Lo que resulta reprochable de la obra de Parque Patricios es que, a 33 años de la fatalidad de Malvinas, se elija festejar algo que se difundirá el día 2 de abril.

Lo que deja, entre otros sentimientos borrascosos, el de sentir que la voluntad de subordinación cultural que anida en la mente y la voluntad de algunos compatriotas es indeleble, no les permite detectar coincidencias cronológicas o, lo que es peor, los mueve a transgredir el imaginario y el sentimiento popular con jactancia superadora.

Durante lo que resta del siglo XXI, los arquitectos argentinos dejarán demostraciones materiales de su calidad (como lo hicieron Amancio Williams, Jorge Ferrari Hardoy, Clorindo Testa, Jacques Bedel y muchos más), y quizás algún inglés también, o ruso o chino, o chileno.

La restitución de las Malvinas a nuestro haber territorial tendrá su fecha y su monumento.

¿Aceptará Foster u otro británico diseñarlo y levantarlo?

Ese sería un gesto de cierre y reconciliación tan genuino como el del Bundestag.

La inauguración publicitada un 2 de abril tiene tufo a miseria, a revanchita, a mueca.

* Embajador argentino ante el Reino Unido desde 2003 a 2008 (año en que se jubiló como embajador senior del Servicio Exterior de la Nación).