Domingo, 26 de abril de 2015 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Hay primarias abiertas en la Ciudad Autónoma y Neuquén es la primera provincia en elegir gobernador este año. Dos distritos diferentes con una interesante similitud. Su historial y las perspectivas para hoy. Internas en la Capital y las proyecciones a futuro. El escándalo en Santa Fe, algunas conclusiones.
Por Mario Wainfeld
Le toca hoy elegir al pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y al de Neuquén. Entre ambos expresan al diez por ciento del padrón nacional, el 8,8 aproximadamente corresponde a la CABA. La diferencia de población no es la única, sería simple marcar muchas. En materia política las hay aunque también existe un llamativo factor común: son electoralmente dos distritos muy adversos al peronismo, en todas sus vertientes lo que incluye al kirchnerismo. Los justicialistas no tuvieron ningún gobernador en Neuquén desde 1983 ni ningún Jefe de Gobierno porteño, desde que los hay.
Solemos tomar como término de comparación histórico el período iniciado en 1983, único en términos cuantitativos y cualitativos. Salvo en los distritos “nuevos” (Tierra del Fuego y CABA) hubo ocho elecciones a gobernador. En la mayoría de los territorios el peronismo va adelante en el score o golea. Hay diferencias para todos los gustos, en especial el de los compañeros: ocho a cero, siete a uno, seis a dos, cinco a tres...
Son contadas las provincias más refractarias: aquellas que se pronuncian hoy, Corrientes de la que sería trabajoso dar el detalle acá y Río Negro que el radicalismo controló ininterrumpidamente desde el ‘83 hasta 2011, cuando lo desplazó el Frente para la Victoria (FpV).
Tras esa panorámica, vamos por partes siguiendo la metodología propuesta por la consultora Jack the Ripper y asociados.
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Historia breve y hospitalaria: La Ciudad Autónoma lo es desde la sanción de la Constitución de 1994, antes fue la Capital Federal, cuyas autoridades eran elegidas por el presidente de la Nación.
La creación del distrito fue una de las ventajas que el entonces presidente peronista Carlos Menem concedió a los radicales, que eran predilectos del electorado porteño. Dicho sea al pasar, fue una de las dos encrucijadas en las que la estrategia pactista del presidente Raúl Alfonsín favoreció a Fernando de la Rúa: la otra fue la conformación de la Alianza. Pudo ser funcional a la supervivencia de la UCR, fue gloriosa para Chupete De la Rúa, del resto mejor no hablar.
De la Rúa llegó a ser el primer Jefe de Gobierno, en 1996. Todavía no regía la Constitución local, se usó el sistema de vuelta única.
En los comicios siguientes, a partir del 2000, la Constitución porteña estipula la necesidad de mayoría absoluta o sea de ballottage si ésta no se obtiene en la primera vuelta. Con ese sistema llegaron a ganar y a ser reelectos Aníbal Ibarra (2000 y 2003) y Mauricio Macri (2007 y 2011).
Ibarra fue el único que no necesitó segunda vuelta. Fue en su primer mandato cuando venció al ex superministro transversal Domingo Cavallo. En esa ocasión al Mingo Cavallo se le soltó la cadena (solía ocurrir): denunció un fraude que solo existía en su delirante soberbia. Se tomó más de 24 horas para reconocer lo evidente.
En 2003 Ibarra la tuvo más peliaguda. Macri lo aventajó en el primer turno, solo consiguió doblegarlo en el segundo merced al apoyo decisivo del presidente Néstor Kirchner.
Ibarra fue destituido por la Legislatura tras la tragedia de Cromañón, su vicejefe Jorge Telerman fue el único peronista que gobernó en la CABA, claro que en esas particulares circunstancias.
Macri necesitó el ballottage para sus dos victorias, aunque había marcado amplias ventas sobre Daniel Filmus (FpV) en ambas primeras vueltas.
Así vista, la CABA no solo es huraña para los peronistas. Es bastante magnánima con sus Jefes de Gobierno. De la Rúa tuvo un mandato, en las presidenciales del ‘99 sacó los votos que quiso. Y su sucesor, Ibarra, fue con los colores de la Alianza y una compañera de fórmula radical, Cecilia Felgueras.
Con cierta lógica, no inexorable, es suelo fértil para partidos nuevos. Dos de ellos llegaron por primera vez a un ejecutivo distrital y por ahora no repitieron en otras provincias: el Frepaso (o Frente Grande) y el PRO.
Vengamos al presente, ya demarcados los precedentes.
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Internas atractivas, favoritismos: Las fuerzas más competitivas se valen de las PASO para dirimir internas. En el PRO se enfrentan la senadora Gabriela Michetti y el Jefe de Gabinete local, Horacio Rodríguez Larreta. Macri se pronunció a favor de éste: volcó a su favor el aparato propagandístico y el intenso despliegue territorial. Dejemos de lado las encuestas, en día de veda. “Gabriela” venía siendo una candidata validada por los porteños. “Horacio”, con menos carisma y rodaje electoral, es el “pollo” del presidenciable de PRO.
Si prevalece Michetti será un revés para Macri, que se jugó en la interna. Su magnitud es difícil de determinar a priori: dependerá de otras variables. Las más potentes y obvias serían los resultados finales en la CABA, en Santa Fe y en la nación. Si Miguel (la insoportable levedad) Del Sel se impone en Santa Fe el impacto sería menor. Y se minimizaría o extinguiría si Macri llegara la Casa Rosada. Son acontecimientos futuros e inciertos, por ahora solo valen para imaginar escenarios.
En los quinchos, tertulias o mesas de apuestas políticos el PRO es favorito para llegar puntero hoy y en las elecciones distritales definitivas. Sería batacazo otro resultado ahora. Sería llamativo (a menos) que bajara del 45 por ciento. O a más, si superara la mitad del padrón.
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Los compañeros, visitantes: Si la ambición del partido de la derecha argentina está en la mitad, la del FpV se ubica en el orden del cuarto del padrón. Un veinticinco por ciento sería recibido con agrado por los kirchneristas, superarlo sería un logro. Quedar debajo del veinte por ciento o del segundo puesto, una señal de alarma. La vara comparativa son los comicios anteriores.
Es cierto que los candidatos presidenciales peronistas Carlos Menem (1989) y Cristina Fernández de Kirchner ganaron en ese territorio hostil. Son excepciones que dan cuenta de su alta legitimidad en aquellos trances.
El FpV va a internas, la lista apoyada por la Casa Rosada es la que encabezan el titular de Aerolíneas Argentinas Mariano Recalde (para Jefe de Gobierno) y el ministro Carlos Tomada (para la Legislatura local).
Hay más precisiones informativas sobre esta interna, la totalidad de las listas y las elecciones en Neuquén en otras notas específicas de esta edición (ver asimismo páginas 6 a 15).
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El ECO que suena: El radicalismo se aburrió de ganar en la Reina del Plata. Con la Alianza residual llegó a hacerlo aun en el 2001, en medio de una debacle nacional en las urnas que preludió la salida catastrófica. Tanto se aburrió que dejó de vencer y se consumió en el camino.
Hoy asoma un solo candidato radical que es el ex Secretario de Finanzas Guillermo Nielsen. Paradojas te da la vida: encabeza la boleta del Frente Renovador (FR) del diputado Sergio Massa. Para no abundar en vaticinios digamos que le asisten pocas chances de sobresalir.
Seguramente, los votantes radicales que quedan y algunas adyacencias se inclinarán por ECO, partido por cuya candidatura compiten el ex ministro de Economía Martín Lousteau y la diputada Graciela Ocaña. El caballero decontracté es favorito en la Primaria. Cuenta con el asesoramiento y el apoyo de conspicuos dirigentes radicales: el eterno Enrique “Coti” Nosiglia y el ex jefe de Gabinete Crysthian Colombo.
La pretensión de ECO es disputar el segundo puesto con el FpV. Esa competencia será digna de ser seguida en el escrutinio de esta noche.
En el turno anterior para gobernadores, fueron revalidados 22 oficialismos y solo dos distritos cambiaron de mano. La tendencia favorece a los locales, referencia para computar también en la CABA. Claro que se gana con votos y no con tendencias, aquí y acullá. Hay que esperar al escrutinio.
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Formato único: El Movimiento Popular Neuquino (MPN) es el único partido no peronista que domina una provincia desde 1983. Es la única fuerza provincial son tamaña potencia y no tiene otras que se le comparen. Algunos partidos tradicionales consiguieron gobernaciones: el Pacto Autonomista Liberal en Corrientes, el Bloquismo en San Juan, el Partido Renovador en Salta. Hubo nuevas fuerzas que llegaron, el caso más afrentoso es el de la Fuerza Republicana de Tucumán, liderada por el represor y ex gobernador de facto Antonio Domingo Bussi. Mayormente se fueron diluyendo, achicando y perdiendo competitividad. El MPN sigue siendo, hasta hoy, imbatible cuando se disputa la gobernación en su feudo.
La dinastía Sapag prima en esa trayectoria. Dos gobernadores reelectos llevaron ese apellido desde la recuperación democrática: Felipe (1983 y 1995) y Jorge Augusto (2011 y 2015).
Jorge Sobisch, un tosco representante de la derecha argentina, consiguió tres mandatos (1991, 1999 y 2003).
El MPN tiene, entonces, senadores y diputados nacionales desde que llegó al poder Alfonsín. Su presencia y gravitación ha sido alta, porque han sido hábiles para manejar esas bancas en su relación con todos los oficialismos nacionales.
La mejora en las regalías petroleras desde la reestatización de YPF y lo que ya produce Vaca Muerta en término de inversiones, construcciones y creación de trabajo explican últimos años de gran movimiento económico. Este dato es leído de modo distinto por los dos partidos que aparecen con chances para llegar hoy a la gobernación, la primera que se renueva (muy prematuramente) en este año. El MPN se atribuye el mérito, el FpV la explica como consecuencia de la acción del gobierno nacional.
Encuestas hay para todos los paladares, se obvian en la previa, en honor a la veda. El MPN confía en mantener su larga vigencia, en parte en función de ese dato duro. Dirigentes y militantes del FpV creen que el taita local se ha deteriorado.
También confía en las diferentes dotes de los candidatos a gobernador. Omar Gutiérrez, el del MPN, es un hombre del gabinete de Jorge Sapag, sin votos propios. No tiene el apellido de la dinastía ni su arrastre, convienen propios y ajenos aunque difieren en los augurios.
En el FpV confían en su candidato, Ramón Rioseco, intendente de Cutral-Có Es un protagonista con formación de izquierda y trayectoria ligada a la historia reciente. Fue piquetero en plena crisis, cuando su ciudad era un testimonio de la devastación de YPF y en general de la economía nacional. Se validó allí, en las rutas y luego como intendente. En todas las tiendas se le reconoce buena gestión y popularidad. Sus compañeros añaden que su arrastre en campaña es muy superior al del parco Gutiérrez. Este juega, claro, con los colores del local e invicto.
Hace cuatro años el MPN superó el 46 por ciento de los votos y batió al FpV por más de 13 puntos de diferencia.
Si el MPN llega a su noveno mandato, confirmará su primacía y volumen. Si perdiera, sería un batacazo de trascendencia nacional.
Los analistas y consultores coinciden en que son muy escasas las perspectivas de Horacio Quiroga, el radical que representa a la entente UCR-PRO en la provincia. Pechi Quiroga es intendente de la capital neuquina y tuvo bandería política itinerante.
El FR brillará por su ausencia en el veredicto del distrito.
Ojalá que el clima y las cenizas no entorpezcan la jornada.
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Boxeo, política, federalismo: En la semana que pasó, el Estado nacional e YPF consiguieron financiamiento externo, mediante distintos bonos. La demanda superó las previsiones del oficialismo mientras dejaba en off side a las agorerías de la oposición o de los brujos de la City.
Entidades bancarias extranjeras probaron que no creen en la falacia del “default técnico” tan remanida el año pasado, tan usada como espantajo.
Los intereses que se pagan son altos comparados con los de países vecinos, bajos si se los coteja con los que ofrece la CABA. De cualquier modo, son discutibles. Lo que es innegable es que el estado tiene capacidad para acudir a ese financiamiento y que subieron las reservas del Banco Central. Lo razonable, aunque haya quien lo discuta, es que el oficialismo no se dedica a poner bombas de tiempo sino a fortalecer la gobernabilidad.
Alguna vez se comparó en estas columnas al kirchnerismo con el inigualable boxeador Cassius Clay que practicaba el arte de retroceder pegando. También puede usarse parcialmente el parangón con el mendocino Nicolino Locche, un maestro en esquivar los golpes. Este gobierno recibe más piñas que el “intocable” Nicolino aunque comparte su destreza en descolocar a sus contrincantes quienes se sacan y tiran golpes sin ton ni son. Hay una diferencia: la oposición y el establishment no le hacen asco a los golpes bajos, las patadas y todo tipo de trampas.
Las elecciones se suceden. Tal vez sean demasiadas. Ocurre que el calendario lo construyen en buena medida los gobernadores y los intendentes, en ejercicio de sus derechos. Por ahí es un exceso de los poderes locales... algo asombroso cuando la Vulgata republicana clama señalando que el federalismo no existe.
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