Sábado, 12 de septiembre de 2015 | Hoy
EL PAíS › ESTELA DE CARLOTTO HABLO EN FRANCIA SOBRE LA BUSQUEDA DE LOS BEBES ROBADOS POR LA DICTADURA
Carlotto encabezó un acto en el Jardín de las Madres y de las Abuelas de la Plaza de Mayo de París, como parte de la campaña de búsqueda en Francia de posibles hijos de desaparecidos apropiados. También dio una charla en la municipalidad de la capital francesa.
Por Eduardo Febbro
Desde París
Las leyendas de la historia cuentan que, en la Edad Media, la justicia se impartía en Francia bajo la sombra de un árbol: el olmo. Ese es el árbol que ayer plantó Estela de Carlotto en el Jardín de las Madres y de las Abuelas de la Plaza de Mayo, situado en el distrito 15 de la capital francesa, en presencia de la embajadora argentina en Francia, María del Carmen Squeff, de miembros de la embajada, representantes de la Municipalidad de París y la presidenta de Amnistía Internacional Francia, Genevieve Garrigo. El acto fue un capítulo importante de la campaña para la búsqueda en Francia de bebés robados en la Argentina en la cual Squeff y el servicio de Derechos Humanos de la embajada vienen trabajando desde el pasado mes de mayo. En ese acto la presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo trazó la historia de la lucha de las Abuelas y recalcó lo que antes había dicho acerca de los bebés robados en un encuentro con la prensa que tuvo lugar en la representación diplomática argentina de la capital francesa: “Estamos en democracia, está bien, pero hay que seguir avanzando. Están y hay que encontrarlos”.
Carlotto dijo que ese jardín es “un pedacito de la Argentina” en París y recordó la inauguración del mismo, en 2007, junto a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Para la abuela argentina, la existencia de este jardín empujará a muchos transeúntes a preguntarse qué significa ese nombre y, por consiguiente, a buscar su historia y su significación: “Con ello se revitaliza la historia y no se pierde la memoria”, enfatizó.
En el Jardín de las Madres y de la Abuelas de la Plaza de Mayo, la presidenta de Amnistía Internacional Francia comparó el drama de los desaparecidos con lo que está ocurriendo hoy en Siria. La campaña por el “derecho a la identidad” (Le droit à l’identité) apunta a responder a los interrogantes que hombres y mujeres, hoy ya adultos, pueden plantearse respecto a sus verdaderos orígenes. Como ha ocurrido en la Argentina y otros países –Chile, Italia, México, Paraguay y Holanda– no es imposible que, por una u otra ruta, bebés robados o entregados por los represores se encuentren en Europa, y particularmente en Francia. En este sentido, Carlo- tto evocó la idea de crear una suerte de red europea de búsqueda de hijos robados que abarcaría, además de Francia, Italia, España, Inglaterra, Holanda y los países escandinavos. Se trata sobre todo de “instruir a los consulados y a las embajadas en este tema que es delicado”. Cuando mencionó estas naciones Carlotto se acordó de principios de los años 80, cuando las Abuelas vinieron por primera vez a Europa y, contó, “estábamos solas y trabajamos como detectives, armando los legajos y pegando fotos en los trenes mientras viajábamos”.
El tiempo ha pasado, pero la combatividad, la lucidez y la frescura no han abandonado a esta mujer de 85 años que asombró y emocionó varias veces a sus interlocutores europeos. El relato de Carlotto opera como un extraño revelador del horror vivido y de la dimensión puntual de los crímenes cometidos. Quien mira hoy a la Argentina desde el Viejo Continente no enfoca con facilidad esos momentos de la historia. El relato impacta tanto más cuanto que Carlotto lo desgrana con una expresión luminosa, cruda, sin rencor, con una emoción que aflora en la frontera profunda de los ojos, sin esconder la epifánica felicidad de los lentos reencuentros con los nietos recuperados, ni tampoco las desgarraduras y las dificultades de adaptación de los momentos presentes. ¿A quién no se le hiela la sangre cuando escucha que, en los juicios, los asesinos “no hacen confesiones, no se arrepienten. Lo peor es que dicen que están orgullosos y que volverían ha hacer lo mismo?”
La fuerza de esa historia, la nuestra, desborda la imaginación de cualquier interlocutor europeo joven. Ella la encarna junto a los nietos que poco a poco van apareciendo y al reclamo de justicia y memoria que nada amordaza porque, como lo dice Carlotto, “esta historia hay que esclarecerla hasta el fin”. A quienes le preguntan por su nieto recuperado y los demás, Carlotto responde: “Han resuelto muy bien el tema. Han ubicado muy bien su historia. Les respetamos el sentimiento porque el sentimiento no se borra”. Para la presidenta de Abuelas de la Plaza de Mayo se trató de un “robo político, y con esa ideología los mantienen cautivos”.
Muchos de los secretos de ese “robo” y de las desapariciones están en los archivos de la dictadura. Carlotto se mostró convencida de que “los militares registraron todo”. No son los únicos. El Vaticano también tiene archivos, aquellos que escrupulosamente envió a Roma quien fuera el nuncio negro de la historia de las relaciones entre la Santa Sede y la Argentina de los años de plomo: Pío Laghi. Hombre doble, brazo político para las misiones difíciles del difunto Juan Pablo II. En este contexto preciso, Carlotto se refirió al papa Francisco. “Bergoglio nos dio una gran sorpresa –contó–. En la Argentina nunca nos llamó, pero este hombre había estado haciendo muchas cosas en silencio. En Roma accedió a nuestro pedido de acceder a los archivos.” Se trata, en realidad, de un mecanismo mediante el cual, si un familiar argentino detenta pruebas de que Pío Laghi u otro miembro de la Iglesia transmitió las informaciones, esa persona puede dirigirse a un juez que posteriormente remite la solicitud al Vaticano. Lo que Carlotto no olvida es su encuentro con Juan Pablo II. Aquel papa vio a América latina como una extensión de su Polonia natal comunista y actuó en consecuencia. “Lo vimos en el 98, de casualidad porque una mano negra había borrado nuestro nombre. Cuando le pedimos por nuestros nietos, nos dijo: ‘Todos rezamos por ellos`. Por mis nietos, yo no le pedí nada a él. Se lo pedí a Dios.”
La presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo ofreció por la tarde una conferencia en la Municipalidad de París sobre los Derechos Humanos en la Argentina y el Derecho a la Identidad. En ese acto, Carlotto agradeció la ayuda proporcionada por Francia y el activismo de tantos franceses “que salvaron vidas”. Queda, ahora, por salvar la identidad y la verdad sobre los orígenes de tantos niños robados. Junto a la embajada argentina en Francia, en esta campaña participan activamente la asociación HIJOS, el Colectivo Argentino por la Memoria y el Instituto de las Américas, al igual que juristas franceses. Contra las sombras del robo humano y la impunidad, la luz del activismo, de la responsabilidad del Estado y de la memoria.
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