EL PAíS › PARA LA POLICIA, LA DETENCION FUE SOLO UN SHOW
La furia de la Bonaerense
Por Raúl Kollmann
“Manolo El Chileno, apresado espectacularmente en la noche del miércoles, no es el jefe de la banda que secuestró a Belluscio. El policía federal Juan Carlos Gómez, detenido por integrar la banda de secuestradores, lo sindicó como uno de sus cómplices en el secuestro, pero no será nada fácil probarlo. Acá la SIDE quiso montar un show, cuando lo que debió hacerse es seguir a este sujeto, continuar con las escuchas telefónicas y después agarrarlo con las manos en la masa. Ahora, El Chileno dirá que no tuvo nada que ver, habrá un careo, será difícil que los secuestrados lo reconozcan y nos meteremos en un pantano.” La frase del investigador policial bonaerense, tal vez herido por la participación de la SIDE, resume la visión de los hechos desde el lado de los uniformados. En verdad, los policías acusan a los espías de hacer lo que ellos hicieron hace dos semanas: la Bonaerense detuvo a siete personas supuestamente involucradas en el caso Belluscio, no hubo pruebas y todos recuperaron la libertad.
Dentro de los pocos puntos de acuerdo que tienen las fuerzas de seguridad, hay un diagnóstico en el que coinciden todos: la banda que secuestró a Belluscio es la misma que hizo lo propio con Mirta Fernández –la hija de un capitalista de juego clandestino– y con Leopoldo Andrada, el padre de un supuesto narco que se quedó con un paquete de droga y fue secuestrado para que el joven devolviera los estupefacientes o el dinero. Los tres secuestros tuvieron dos cosas en común. La primera es que les seccionaron un dedo a sus víctimas. La segunda es que el líder de esa banda no está identificado, pero los investigadores policiales lo conocen bien y lo llaman “El Gangoso”. Sucede que cuando negocia por teléfono utiliza un distorsionador de voz, un aparatito a pila que justamente lo hace aparecer como gangoso.
De los tres casos de secuestro, en el que hubo mayores avances fue en el de Mirta Fernández, que es investigado por la Policía Federal. Hubo varios aspectos sórdidos, pero tal vez el peor fue que los secuestradores abusaron sexualmente de Fernández. Lo impresionante es que uno de los integrantes de la banda, el ex sargento de la Federal Gómez, se quedó prendado de su víctima y cuando la liberaron le propuso mantener una relación. “Yo te voy a llamar. Si querés, me das bola, si no, no hay problema”, le dijo Gómez a Fernández. Ella fingió aceptar el convite y cuando él la volvió a llamar, la Federal rastreó la comunicación, que provenía de la costa, y logró detenerlo.
Ante la Justicia, Gómez terminó enumerando a sus cómplices: Manolo, alias “El Chileno” o “Serrucho”, quien es el detenido del lunes a la noche, Lala –Horacio López–, que estaba con El Chileno en el auto, pero logró escapar; el Negro Guillermo, Tita y un tal Nicolás.
Todas las fuentes consultadas por este diario coinciden en que la SIDE hizo un rastreo telefónico centrado en una novia de los delincuentes y detectó que solían utilizar un teléfono público de la zona de Don Torcuato. Cuando Contrainteligencia de la SIDE registró una nueva comunicación allí, fueron convocados centenares de hombres de la Bonaerense y de la Prefectura, que rodearon la zona y con la ayuda de helicópteros, después de una persecución feroz y un tiroteo, lograron detener al buscado. Al principio se dijo que se llama Angel Pardo Martínez, pero su documento es falso. La verdadera identidad sería Hernán Avelino Chara. En verdad, todavía hay algunas dudas sobre el hombre que, además de andar con documento falso, se había teñido el pelo.
En base a lo declarado por el ex sargento Gómez, a Chara se le imputan los tres secuestros y, de acuerdo con las primeras evaluaciones policiales, se trata de una especie de línea media de la banda, no del jefe. “Es un tipo de acción, tiene 25 años, se tirotea con quien sea y ensu barrio tiene fama de haber matado a dos o tres personas. No parece el cerebro de la banda, sino uno de los pesados de la organización”, dice uno de los investigadores de uniforme.
Con Chara detenido, se puso en marcha un debate cuyo resultado se verá en la práctica el siguiente:
- La detención tuvo un único objetivo: lograr un impacto mediático –dicen los uniformados–. La acusación contra Chara se basará en lo declarado por el sargento Gómez. Habrá un careo y El Chileno dirá que no tuvo nada que ver. Entonces entran a jugar las otras pruebas. Es casi imposible que Belluscio, Fernández o Andrada lo reconozcan. En primer lugar, porque a cualquier secuestrado le da miedo reconocer al secuestrador. Lo hemos visto en buena parte de los casos. Además, en los tres secuestros las víctimas estuvieron encapuchadas todo el tiempo y no sabemos si tienen elementos para hacer un reconocimiento. Por último, está la cuestión de que todavía no se detectó el lugar donde estuvieron cautivos Belluscio, Fernández y Andrada. De ese sitio podría surgir algún elemento adicional, pero por ahora no se descubrió. En resumen, no será fácil probarle cosas a Chara: se debió hacerle un seguimiento y agarrarlo después con las manos en la masa y evidencia suficiente.
- La detención del Chileno estuvo perfecta –contraargumentan desde la SIDE–. Había una orden judicial y punto. Lo detuvimos y se lo entregamos al juez. En el expediente habrá elementos suficientes para imputarlo ya que por algo nos ordenaron detectarlo y detenerlo.
- Los criminalistas consultados por este diario creen que atrapar un personaje peligroso como Chara siempre es positivo. Por de pronto, se enfrentó a tiros con los policías y los hombres de la SIDE, por lo que va a quedar preso bastante tiempo. Sin embargo, el caso revela una situación de caos. La Justicia federal le pidió a la Policía Federal que investigara el secuestro de Mirta Fernández y después le adjudicó el de Belluscio a la Bonaerense, pese a que ya había evidencias de que era la misma banda. Tras cartón se permitió el cobro del rescate sin hacer detenciones, lo que llama la atención. Después vinieron las detenciones truchas del caso Belluscio y la liberación de los supuestos imputados. Para redondear, hubo choques con los investigadores policiales de San Isidro, que intentaron un engaño a la fiscal Rita Molina. Ahí se ordenó el desplazamiento de tres efectivos de la Bonaerense.
En la Casa Rosada y en La Plata dicen que en las últimas semanas la cantidad de secuestros extorsivos –no secuestros express– ha bajado mucho. Tras el caso Belluscio, sólo persiste el de Cristian Schaerer en Corrientes y se mantuvo en secreto otro secuestro que duró una semana, pero la víctima recuperó la libertad. Más allá de ese dato alentador, a veces en voz baja y otras veces con estruendo, las controversias entre los investigadores se mantienen.