EL PAíS › LA SEMANA LEGISLATIVA CON CAMBIOS, CARAS QUE VUELVEN Y ALGUNOS PERDEDORES
Eduardo lloró, pero Ramón fue feliz
El “que se vayan todos” parece haber significado que se fueron al Congreso: esta semana juraron personajes como Ramón Saadi y El Adolfo Rodríguez Saá. Sin embargo, no todas fueron sonrisas, puesto que al Hermano Eduardo se le escaparon las lágrimas por perder la presidencia de una comisión.
Por Eduardo Tagliaferro
y Felipe Yapur
No sólo caras viejas de la política: lo que sobresalió en esta semana de asunciones en el Congreso también fueron los nuevos peinados y las distintas fórmulas de juramento. Abundaron los encuentros sociales que, bien mirados, muestran un verdadero espacio de coincidencia que por el momento no pasa del happy hour, pero promete futuras tormentas. En el oficialismo no desconocen el significado del ingreso de senadores como Carlos Reutemann, Rubén Marín y Ramón Saadi. El temor a la formación de un frente neomenemista sobrevoló en cada uno de los festejos y también cuando se tuvo que votar la acusación contra el más emblemático de los integrantes de la mayoría automática. En la vieja tropa menemista también hubo algunas traiciones. Crónica de una semana de reacomodamientos.
u Ramón, el regreso. No fue uno de los más aplaudidos cuando le tocó jurar como nuevo senador, pero sus amigos no faltaron al brindis de festejo de su retorno a la Cámara alta. En el amplio piso de la avenida Callao, que supo ser propiedad de su padre Vicente Leónidas Saadi, se congregaron cerca de cien comensales. Su hermana Alicia compartió las tareas de anfitriona. No hubo pizza, pero sobró champagne. Hubo legisladores como el santiagueño José “Pepe” Figueroa, el riojano Eduardo Menem y la reutemista Roxana Latorre, y algunos jueces. También se pudo ver al empresario menemista Carlos Spadone conversando con el vocero del titular de la Cámara de Diputados, el duhaldista Eduardo Camaño. Tampoco faltó “El Tula”, maestro de ceremonias de los actos del peronismo que se destacó durante el menemismo por recibir al jefe al ritmo de Matador, la pegadiza canción de Los Fabulosos Cadillacs. A media tarde, Menem partió presuroso. Volvía hacia el Senado donde Eduardo Moliné O’Connor, un amigo en desgracia, enfrentaba los alegatos previos al juicio que terminó con su destitución como juez de la Corte Suprema. Todos levantaron su copa por el flamante senador Ramón Saadi. Aunque nadie cantó “Que vuelva Carlos”, atrás parece haber quedado el enojo que había distanciado a los Saadi del menemismo en 1991, cuando el más conocido de los riojanos de Anillaco firmó la intervención federal de Catamarca.
u Para Kirchner que lo mira por TV: “Déjense de joder”, fue la definición del senador del oficialismo que llevó a los legisladores más distantes del Gobierno a entrar en razones. Faltaban pocas horas para bajar al recinto y enfrentar el tramo final de la destitución de Moliné O’Connor. Un grupo de legisladores que están en tránsito entre el menemismo y la Rosada especulaba con dar sus votos para remover al cortesano, pero con el menor margen posible. La idea era respaldar solamente uno de los nueve cargos. De esta manera, se garantizaban enviar un mensaje al gobierno de Néstor Kirchner. Buscaban llamar su atención para que los reconozca entre sus interlocutores. El lenguaje campechano del sanjuanino José Luis Gioja alcanzó para convencer a los más rebeldes. Finalmente, se votaron dos y los votos no alcanzaron para inhabilitar al cuñado de Hugo y Jorge Anzorreguy, dos nombres claves en el entramado judicial que construyó el menemismo. Aunque dejaron de lado la idea original, para este grupo, el mensaje había quedado claro. De paso demostraron que están a igual distancia de Kirchner que del menemismo.
u Una acusación para el arbolito de Navidad. “¿El próximo juicio será el año que viene?”, preguntó Página/12 a un destacado legislador del oficialismo apenas terminó de votarse la destitución de Moliné. “De ninguna manera, el kirchnerismo quiere que la acusación contra Adolfo Vázquez se apruebe en Diputados, antes de fin de año”, contestó el parlamentario. En los pasillos del Congreso es comentario frecuente las resistencias que hay dentro del bloque peronista a seguir avanzando con la remoción de miembros del máximo tribunal. “Má qué bloque. El que no quiere avanzar es Eduardo Camaño”, comentó el parlamentario cuando este diario preguntó por los obstáculos. Por el privilegiado peso político del interlocutor, quedó en claro que nuevos frentes de tormenta van a enfrentar al incipiente kirchnerismo con el duhaldismo.
u Igualito a mi Santiago. Las décadas tienen su encanto. Las cumpleaños redondos ni qué hablar. Tomás Figueroa, Tomy para los amigos, decidió no privarse de nada a la hora de festejar sus 40. Lo demostraban las invitaciones que el hijo del diputado santiagueño José “Pepe” Figueroa hizo llegar a la flor y nata del menemismo. Además de Carlos Menem y Eduardo Bauzá, fueron invitados la casi totalidad de parlamentarios fieles al riojano. Como no se reparó en gastos, también fueron invitados los jueces de la Corte Suprema Augusto Belluscio y Juan Carlos Maqueda, entre otros. Este diario no pudo precisar si tamañas presencias finalmente se concretaron. El lugar de la fiesta es otro detalle: el Museo Renault.
u Las lágrimas de un león. Miércoles 3 de diciembre cerca de las 10 de la mañana. Un casi dormido Jorge Busti llegó hasta el salón donde suele reunirse la Comisión de Acuerdos. Era su última participación como presidente, ya que la semana próxima asume como gobernador de Entre Ríos. El único senador presente era un silencioso Eduardo Menem. El entrerriano, de vuelta de un fugaz viaje a Cuba, se preocupó y quiso saber qué le pasaba. “Me sacaron la Comisión de Relaciones Exteriores”, respondió el riojano. “¿No digas?”, intentó demostrar sorpresa Busti. Menem lo interrumpió: “¡Me reemplaza Ramón (Puerta)!”. El entrerriano no pudo reprimir la carcajada. Fue entonces cuando descubrió que su apesadumbrado interlocutor había comenzado a lagrimear. Busti le puso la mano en el hombro y lo consoló: “Tenés que entender, Eduardo. Tu trabajo en la comisión fue excelente pero todo cambió. No puede haber un Menem en la comitiva presidencial cuando se va al exterior. No es por vos el cambio”. Todo indica que lo que más le dolía al senador era que su viejo aliado Puerta haya aceptado. Un hecho que fue leído como una traición.