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Camino a mi trabajo pensaba en lo sucedido el martes (ayer, cuando escribo esto) en la Plaza de Mayo, sitio ciudadano testigo de la voz del Pueblo. Nombro algunos momentos: 17 de Octubre de 1945, los bombardeos de junio de 1955, la recuperación del Estado de Derecho en diciembre de 1983, la asunción de Néstor Kirchner en 2003 y el abrazo a Cristina el 9 de diciembre de 2015.

El martes fueron peras y manzanas que reclamaban cientos de manos nuestras. Reclamo justo de pequeños productores que se convirtió en pequeña ayuda alimentaria.

No creo que la Plaza haya sido testigo de la revolución de la alegría prometida.

Confieso que pese a lo que pensaba que iba a ocurrir con un gobierno para ricos, jamás me imaginé un retroceso de tamaña magnitud.

Y no quiero citar las coplas de Jorge Manrique con aquello que “todo tiempo que ha pasado fue mejor” porque mi convicción militante es que no tenemos que bajar los brazos y seguir bregando para mantener lo que conseguimos y ampliar los derechos avasallados por el autoritarismo insensible del modelo votado, en gran medida, por la mentira o fraude preelectoral.

Vamos a seguir defendiendo los derechos de los trabajadores, de nuestras pymes, de nuestros jóvenes, exigiendo que se cumpla lo prometido: no a los despidos, no al tarifazo, no al endeudamiento, paritarias libres, aumento a los jubilados, fútbol para todos, no agraviar a los trabajadores, que baje el empleo no registrado (en negro), respetar la independencia y separación de poderes, declarar la emergencia ocupacional, parar las importaciones indiscriminadas, reformar el mal llamado impuesto a las ganancias, terminar con la tercerización, no insistir con la flexibilización laboral, dar marcha atrás con la distribución regresiva de la riqueza nacional, respetar el derecho a la igualdad y a la justicia social.

* Jefe del bloque de diputados del Frente para la Victoria.