EL PAíS
Sobisch, tras las máquinas de Zanon para cobrarse una deuda
La Justicia de Neuquén pidió el remate de las máquinas de Zanon. El fin confeso es que el gobierno local se cobre una deuda empresarial. Implicaría el desalojo de la planta explotada por los trabajadores.
Por Laura Vales
La jueza Ana Lía Busechian pidió el secuestro y remate de la maquinaria de la fábrica Zanon para que el gobierno de la provincia de Neuquén cobre una deuda que los empresarios dejaron hace tres años al cerrar la planta, hoy ocupada y puesta en producción por sus trabajadores.
La venta de las máquinas fue solicitada por un organismo de la gobernación de Jorge Sobisch, el Iadep, que en la década pasada otorgó préstamos por 3 millones y medio de pesos a los dueños de Zanon. Los créditos no fueron cobrados mientras los empresarios manejaban la fábrica; ahora, de avanzar la solicitud de remate, los 450 operarios de la planta perderán su fuente de trabajo.
El titular del gremio ceramista, Raúl Godoy, anticipó que van a oponerse a la decisión judicial, impidiendo que se lleven las máquinas. Para llegar a este punto, de todas formas, todavía falta que se expida el juez porteño Rafael Barreiro, quien tendrá la última palabra en el tema por estar a cargo del concurso de acreedores de la firma. El magistrado no tiene plazos para expedirse.
Zanon es la mayor fábrica de la provincia. Sus dueños fueron condenados por haberla cerrado (lock out patronal) y el directorio fue desplazado del control de la empresa por la Justicia comercial, que consideró probado que había ocultado balances y documentación contable.
Desde que los trabajadores retomaron la producción, hace tres años, crearon más de 170 puestos de empleo. Comenzaron a producir con 260 personas y luego, a medida que mejoró la situación, fueron abriendo nuevos puestos. En una primera etapa convocaron a las organizaciones de desocupados. Más tarde reactivaron líneas de producción e incorporaron a antiguos despedidos. Hace poco pudieron volver a ampliarse: llamaron a discapacitados y a integrantes de las comunidades mapuches. El vínculo con la sociedad neuquina siempre fue considerado por ellos como un aspecto clave.
“Queremos una fábrica que esté abierta y vinculada con la sociedad”, dijo a Página/12 Carlos Acuña. “Tenemos este tema muy pensado, con mucho consenso interno. Una vez por mes hacemos una jornada de discusión en la que participamos todos. Ese día, en lugar de trabajar discutimos durante ocho horas la situación nacional, la propia, los problemas que van apareciendo en la producción y cuáles van a ser nuestros próximos pasos. Así fuimos resolviendo las cosas y las opciones, entre ellas la de crear más puestos en lugar de hacer horas extra o aumentarnos el sueldo.”
En Zanon todos cobran 800 pesos por ocho horas de trabajo. La única diferencia de ingresos está dada por la antigüedad, debido a la cual los más viejos dentro del lugar llegan a percibir 1000 por mes.
Están operando al 30 por ciento de su capacidad, con ventas restringidas al mercado argentino porque su situación legal les impide exportar. Ocurre que técnicamente la fábrica está ocupada: no quebró, por lo que su expropiación es más difícil de disponer. Al mismo tiempo, la cooperativa obrera no tiene todavía reconocimiento para administrar la planta.
El juez Barreiro debe así –al margen de este último pedido de secuestro de la maquinaria– resolver el quiebre o la continuidad de la firma y en este último caso quién se quedará con ella.
“En el concurso de acreedores hay deudas por 75 millones de dólares”, señaló el abogado de los ceramistas Mariano Pedrero. Entre los acreedores está la provincia de Neuquén, la banca privada e incluso el Banco Mundial con una deuda reconocida de 20 millones de dólares.
Ayer, los trabajadores responsabilizaron a Sobisch por la nueva amenaza. “Durante años el gobernador les otorgó créditos y subsidios a los dueños de Zanon. Jamás les cobraron un centavo pero ahora quiere rematar las máquinas. Esta es la única respuesta que tiene a nuestra decisión de conformar una cooperativa”, declaró Godoy. El dirigente ceramista consideró que, de concretarse, el remate convertirá a Zanon “en un galpón vacío”.
La gobernación ya ha hecho algunas intentonas en ese sentido. Dos meses atrás propuso que los trabajadores abandonaran la planta a cambio de entrar a un programa en el que construirían viviendas.
Zanon tuvo ya cinco tentativas de desalojo, todas rechazadas. La última ocurrió en abril del año pasado, cuando fue frenada con un paro general en la provincia y la reunión de miles de personas en la puerta de la fábrica. En aquella oportunidad los ceramistas comprobaron que su política de ponerse al servicio de la comunidad (además de generar empleo realizan donaciones para la construcción de escuelas, han levantado un centro de salud, tienen programas de cooperación con la universidad, encargan insumos a emprendimientos de los desocupados) vuelve a ellos en forma de respaldo. En esta semana volverán a apelar a esos apoyos para mantener a la fábrica con la persiana abierta.