EL PAíS › TRAS EL SHOCK, EN EL GOBIERNO PORTEÑO EVALUAN EL IMPACTO DE LA TRAGEDIA
“Esto genera un quiebre en toda la sociedad”
Ibarra dijo que está en “el peor momento” de su gestión pero que jamás pensó en renunciar.
En el palacio municipal saben que la imagen del jefe de Gobierno ha sido duramente dañada. No obstante, piensan en una “agenda de futuro”.
Por Santiago Rodríguez
El jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, aseguró ayer que jamás pensó en renunciar a su cargo, aunque admitió que “es lejos el peor momento de mi gestión, ha pasado una tragedia que es la peor de la Argentina por causas no naturales”. En el gobierno porteño saben, sin necesidad de realizar medición alguna, que su imagen quedó muy afectada desde el pasado jueves a la noche cuando se desató el incendio en República Cromañón. Y son conscientes también, de que ahora empezarán a sentir el impacto político de la tragedia: a la marcha de ayer y a la que se anunció para el próximo jueves, se suma también la ofensiva que el macrismo y otros partidos de la oposición preparan en la Legislatura. La estrategia que se plantean para hacer frente a los embates es tratar de fijar una “agenda de futuro” lo más consensuada posible entre todos los actores políticos y sociales para establecer un adecuado sistema de reglas y controles. “La continuidad de Aníbal –aseguran– no está en duda y una buena salida de la crisis puede dar lugar a una reconstitución de su imagen, que va a ser trabajosa, pero no imposible.”
El propio Ibarra salió a despejar las dudas sobre su continuidad al frente de la ciudad y señaló que en ningún momento, pensó en renunciar a su cargo. “Esto genera un quiebre en toda la sociedad argentina. Es una situación irreparable”, dijo sobre lo ocurrido en República Cromañón y agregó: “El gobierno es responsable políticamente de lo que pasa en la ciudad, pero hay una actitud criminal de un empresario, que jugó con la vida de las personas.” Más allá de asumir su responsabilidad e insistir en que “el jefe de Gobierno de esta ciudad es responsable de todo lo bueno y lo malo de lo que pasa”, Ibarra remarcó que “la sociedad tiene que replantearse cosas, porque antes se iba a un recital con encendedores y ahora algo está pasando porque se encuentran bengalas”, dijo.
En las horas posteriores al desastre no hubo mayor espacio para las especulaciones políticas. El domingo, en cambio, fueron varios los legisladores de izquierda que se sumaron a la manifestación de los familiares de las víctimas y el macrista Jorge Enríquez adelantó que pediría la interpelación de Ibarra. El correr de las horas también dio lugar al comienzo de las evaluaciones políticas dentro mismo de la administración porteña.
Ante la tragedia, Ibarra convocó a todos sus colaboradores a primera hora del viernes. Desde entonces, el gabinete porteño funcionó en sesión permanente y las reuniones fueron sucediéndose una tras otra al ritmo de las circunstancias. Fue en el primero de esos encuentros que todos los secretarios del gobierno porteño pusieron su renuncia a disposición de Ibarra. “Aníbal vos dirigís esto, hacé lo que necesites”, le dijeron.
Al único que Ibarra le aceptó la renuncia fue al titular de la Secretaría de Seguridad y Justicia, Juan Carlos López, bajo cuya órbita funciona la Unidad Polivalente de Inspecciones, de la cual fue separada también Fabiana Fiszbin, tal como anticipó ayer este diario. La aceptación de la renuncia de López fue una decisión de Ibarra que dio tela para cortar en el plano político. Dentro mismo el ibarrismo, el espacio liderado por la senadora Vilma Ibarra –en el que se ubican los dos funcionarios salientes– manifestó sus reservas por la premura con que López fue separado y lo mismo hicieron los kirchneristas alineados con el jefe de Gabinete nacional, Alberto Fernández. “Era el fusible que tenía para hacer saltar frente a las protestas. Ahora el mismo Aníbal ha quedado en una posición muy vulnerable”, argumentó ayer un kirchnerista porteño a Página/12.
Para ocupar el lugar que López dejó vacante se mencionó a la actual diputada radical Silvana Giúdice, una aliada de Ibarra que ya estuvo en ese cargo en su anterior gestión. Por el momento, el área quedó temporariamente en manos del jefe de Gabinete de la ciudad, Raúl Fernández, aunque hay quienes consideran que el interinato debería prolongarse. “La tarea de generar una agenda de futuro debería encararla alguien con peso político fuerte”, es el argumento. La interna ibarrista distingue dos grandes grupos: justamente uno lo lidera Raúl Fernández y el otro lo encabeza Vilma Ibarra. En la sociedad que los une, la senadora siempre jugó con los kirchneristas en mejor sintonía que Fernández.
En la Jefatura de Gobierno porteña consideran que la estrategia encarada no requerirá de “fusibles”. El análisis de los asesores de Ibarra sobre las marchas de los últimos dos días es que “cuando este tipo de movilizaciones recibe el liderazgo de grupos de izquierda muy visibles empiezan su etapa de descenso” y ponen un ejemplo: “Pasó con las asambleas de diciembre de 2001.” Sostienen también que las manifestaciones de ese tipo “tienen mucha fuerza cuando son espontáneas y cuando la falta del destinatario de la bronca es muy visible. No es el caso de Aníbal por lo cual construir una imagen suya similar a la de De la Rúa o Saadi, parece una operación muy difícil de lograr”.
A lo que pueda pasar en la Legislatura también lo relativizan. La opinión es que “no es un ámbito potente para generar un recambio de Aníbal”. Contra el macrismo saldrán a reforzar la línea abierta ayer con la convocatoria a los empresarios de las discotecas para discutir un nuevo orden en la ciudad. “Vamos a polarizar el escenario entre quienes sólo quieren que caiga Ibarra y los que queremos una agenda hacia delante”, anticipan. El vicejefe de Gobierno, Jorge Telerman, ya empezó a trabajar en la Legislatura con ese propósito y para que dentro del bloque macrista la unanimidad no vaya más allá de la interpelación a Ibarra.
El gobierno porteño destaca otros dos elementos: que los organismos de derechos humanos no se hayan sumado a las marchas y la posición asumida por Elisa Carrió y Néstor Kirchner.
En el entorno de Ibarra no tienen quejas hacia el gobierno nacional. Alberto Fernández evaluó ante su tropa porteña que la tragedia “echa por tierra todo lo que armamos en 2004 y no sólo lo va a pagar Ibarra sino quienes estén a su lado”. Aún así en la Rosada juran que mantendrán la sociedad y los ibarristas confían en que así será.