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Una tensión amortiguada
Por Martín Granovsky
La discusión de José Luis Rodríguez Zapatero con las empresas españolas dejó planteado un cuadro de tensión de aquí en adelante.
¿Cuál de las tres frases que siguen describe mejor la realidad luego de la visita?
La primera: Zapatero cumplió con Néstor Kirchner. Le prometió que pediría a los empresarios el retiro de las demandas internacionales contra la Argentina y lo hizo.
La segunda: el presidente del gobierno español no encaró una pelea con las empresas españolas, a las que sin duda Madrid no abandonará. Se puso, más bien, como gestor de buenos oficios.
La tercera: el líder socialista esquivó quedar en la Argentina como el lobbista de los empresarios. Su visita fue política.
La respuesta es que las tres descripciones son correctas. Habrá tensión sin guerra, porque la política amortiguará cada salto.
Un estudio del experto Javier Naya realizado para el Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos (“La imagen de América latina en España”) sirve para explicar la estrategia que Zapatero está desplegando en su gira por Brasil, la Argentina y Chile.
Una encuesta indica que el 61 por ciento de los españoles se siente cercano a los países latinoamericanos.
El 83 por ciento simpatiza más con América latina que con los Estados Unidos.
Ante la pregunta sobre el país más similar a España, el 29 por ciento indicó a la Argentina. Para el 60 por ciento, la Argentina es un país confiable. Kirchner es igualmente valorado que su colega francés Jacques Chirac, aunque por debajo de la pareja Luiz Inácio Lula da Silva-Kofi Annan.
Rodríguez Zapatero sintoniza con el humor de los españoles, sobre todo luego del rechazo masivo a la intervención de José María Aznar en Irak y tras el impacto del atentado de Atocha del 11 de marzo pasado. Y juega esa sintonía en afinidad con otra, la que lo une políticamente a Kirchner, Lula, el chileno Ricardo Lagos y, muy pronto, el uruguayo Tabaré Vázquez.
La coincidencia ideológica no fue nunca condición necesaria para los grandes negocios. El socialista Felipe González se sentía tan cómodo con Carlos Menem como el derechista Aznar.
Sin embargo, ésos eran los tiempos del boom de las privatizaciones y la ola inversora, y éste es el momento de la continuidad de los intereses españoles. No habrá boom aquí, en buena medida porque hoy la atracción china es mayor. Pero en los ’90 España ya extendió su mercado interno hacia la Argentina, Brasil, Chile y México. Si no abandonó destinos tan complejos durante la peor crisis de la región, no se ve por qué habría de hacerlo cuando la Argentina tiene un pronóstico de suba del PBI del 5,5 por ciento para el 2005, Brasil salió por fin del estancamiento y el Cono Sur está gobernado por unos tíos que se entienden tan fácil con el presidente del Gobierno.