EL PAíS › DEBATE SOBRE LA “TOMA DEL PODER” EN EL FORO SOCIAL MUNDIAL
El superclásico antiglobalización
Lo jugaron los que piensan que no es necesario tomar el poder para cambiar la sociedad contra los que creen que sí.
Por Eduardo Tagliaferro
Página/12, en Brasil
Desde Porto Alegre
En cinco años y luego de la fundacional discusión con George Soros en Davos, el Foro Social Mundial puede anotar entre sus logros haber instalado en la agenda de los grandes medios la foto de las consecuencias de las políticas neoliberales. Desde 2002, el movimiento por otra mundialización discute cómo hacer posible ese otro mundo. El debate es entre los que, siguiendo los pasos de Antonio Negri, piensan que no es necesario tomar el poder para cambiar la sociedad y los que sostienen que sí. El suplerclásico se jugó ayer en los almacenes que están a la ribera del río Guaíba.
El destacado sociólogo italiano Toni Negri era la figurita más atractiva. El autor de Imperio faltó a la cita por un problema de salud. Estuvo presente el coautor del libro que dividió aguas dentro de los teóricos del movimiento social y el cambio revolucionario, Michael Hardt. En esa línea también se ubicó el economista escocés radicado en México y uno de los ideólogos del zapatismo, John Holloway. En otra vereda estaba el profesor Boaventura de Souza Santos, de la Universidad de Coimbra, el peruano Pedro Tivo. Perdido entre la multitud y en la distancia que había entre otra mesa redonda en la que expuso, el brasileño Emir Sader no llegó a tiempo para formar parte de la discusión más esperada.
“Es posible otro mundo sin tomar el poder. De la antiglobalización a la alterglobalización”, fue la consigna que anunciaba el programa del Foro y que de manera dominante atrajo a un público en su mayoría joven.
Luego de una larga espera y de no pocos forcejeos, Moacir Gadotti, del Instituto Paulo Freire, presentó el debate. Comenzó señalando que a los márgenes del Guaíba suelen aposentarse los mendigos. Que en estos días uno de ellos le preguntó qué estaba pasando en los almacenes. No estaba enterado de la realización del Foro y el nombre tampoco le decía nada. Señaló que le preguntó cuál era su principal expectativa y éste respondió: “Mi sueño es continuar vivo”. La mención traía la realidad a escena y ponía límites a la discusión teórica. Luego de repasar los puntos de acuerdo y antes de presentar a los oradores, subrayó que el cómo se consiguen esos objetivos es la pregunta más difícil.
“Estamos aquí para decir no al capitalismo”, balbuceó Holloway en un español básico. Reivindicó la autodeterminación. Y para describir la polémica con una imagen, dijo que el interrogante era si profundizar las grietas de la casa en común en la que habitamos o si era necesario comenzar por tomar el poder de la cocina. Comentó que la autodeterminación va en contra de la teoría de la representación política y del Estado. Citó a los zapatistas y dijo que cuando estos dicen “somos gente común” están diciendo que todos pueden ser rebeldes y que también todos “somos contradictorios”.
En su misma línea, Hardt dijo que la idea era retomar el viejo eslogan comunista de abolir el Estado. En este punto dijo que “abolir el Estado es decir que queremos cambiar la sociedad sin tomar el aparato del Estado”. Dijo que el concepto de multitud no es unitario sino un hacer social. También recordó que la idea de pueblo es el ingreso a los derechos ciudadanos luego de la Revolución Francesa.
Enfático, el peruano Tivo comenzó diciéndole a su público que tenía una mala noticia para ellos. “No es posible cambiar el mundo sin tomar el poder”, comenzó ante unos leves silbidos de los seguidores de las ideas de Negri. Puntualizó que tomar el poder no es tomar el Estado. En ese punto hubo concordancia. Pero no dudó en calificar las ideas de los anteriores oradores como “despolitizadoras de la sociedad civil”. Sí se mostró partidario de la consigna altercapitalista, ya que –consideró– antiglobalizadores no quería decir cambio de sistema, porque entre ellos bien podrían incluirse muchos conservadores. También dijo que es ilusoriopensar que no hay poder entre las relaciones sociales. “Los documentos fundacionales del FSM dicen que no hay espacios de poder dentro de él. Esa idea es una ilusión como es una ilusión pensar que en el capitalismo puede haber librecomercio.”
Fue Boaventura de Souza el que puso el moño a esta postura. “Nosotros estamos aquí hablando por las victorias o por las derrotas de la izquierda”, comenzó. Dijo que no bastaba decir que no. “Hay que decir que sí.” También cuestionó algunas definiciones como las de los zapatistas. Entre ellas, la de querer “un mundo en el que quepan todos los mundos”. Para que no quedarán dudas dijo que en ese mundo también podía quedar incluido “el mundo de los explotadores”. Fue contundente a la hora de definir el sujeto del cambio. “Nuestro sujeto no es una sola clase, ni una multitud. Sujetos son aquellos que no quieren ser objetos.” Los aplausos marcaron que las posiciones del auditorio fueron cambiando, como podía esperarse al ver su composición. El debate no es menor y lo que aparece como sutilezas o preciosismos teóricos son modelos distintos de construcción política para los movimientos sociales. Ese es uno de los tantos temas que el Foro tiene en debate. Otro se refiere a su propia identidad y su futuro. Algo de eso comenzaron a analizar ayer un grupo de intelectuales y personalidades que a título personal está haciendo circular un borrador con el título Manifiesto de Porto Alegre. Entre los firmantes están Adolfo Pérez Esquivel, Emir Sader, Atilio Boron, Ignacio Ramonet, José Saramago, Bernard Cassen, Samir Amín, Tariq Alí, Immanuel Wallerstein, Frei Betto y el propio Boaventura, entre otros. El acento está puesto en propuestas y medidas de acción.