EL PAíS › EL INTERVENTOR PABLO LANUSSE ANALIZA LAS ELECCIONES DE SANTIAGO
“Se vota si jugar en primera o no”
Lanusse asegura que es prescindente en las elecciones del próximo domingo, pero no se priva de responder a sus críticos.
Por Alejandra Dandan
Desde Santiago del Estero
Unas horas después de la entrevista, Pablo Lanusse volaba a Buenos Aires. Como suele hacerlo cada viernes, después de la semana de trabajo como interventor de Santiago del Estero. Ese es su estilo. El de la prescindencia. Hace unas semanas algo cambió. Comenzó a alinearse tímidamente con el candidato del gobierno nacional cuando el hombre del PJ no conseguía piso para competirles a los radicales. Ellos se quejan y agitan el fantasma de un posible “fraude”. Lanusse cuida las formas, pero ahora habla: “Me parece que el fraude, dicho con todo respeto, muchas veces lo agitan los que creen que van a perder o los que han perdido”.
Página/12 lo entrevistó en su despacho, en el antiguo sillón de Nina Juárez, la ex gobernadora de Santiago. Allí quedó la mesa de la vieja mandataria. Con un botón. Nina lo apretaba a las 5.10 de la mañana, cuando llegaba a la Casa de Gobierno. En ese instante el mayordomo aparecía del otro lado de la puerta.
–¿Aprieta el botón?
–No. Está ahí, nunca lo toqué porque no sé si va a venir alguien de la brigada o alguien que trae un té. Me da cosa tocarlo, porque no sé qué es.
La idea de la entrevista no era hablar de Carlos Juárez, pero lo impuso la noticia del día en la provincia: “Juárez estaría a punto de quedar en libertad”.
–¿Qué significa?
–Primero, no sé si es cierto. Está para resolverse, pero no conozco realmente el fallo.
–La pregunta es política: ¿está agitando un fantasma?
–No. Ese fantasma está realmente erradicado. No existe. Y si existía fue totalmente sepultado el 9 de enero, porque hay que recordar que los Juárez tenían un candidato con nombre y apellido en la interna que salió cómodamente tercero: no llegó a tener el 20 por ciento de los votos. No le permitió ni siquiera llevar un candidato a diputado. Políticamente siempre dije: no me preocupan los Juárez porque la sociedad los enfrentó y derribó estando en el poder.
–En la provincia se palpa una cierta sensación de “no se vayan”. ¿Por qué se levanta la intervención?
–No es que levantamos la intervención, nos estamos yendo en el último día hábil. Estamos cumpliendo el plazo legal que estableció el Congreso. Y como lo digo siempre, no es que nos queremos ir, sino que nos tenemos que ir porque hay que cumplir la ley. Sabemos que una intervención es un remedio absolutamente excepcional. Se ha hecho un trabajo muy fuerte de consolidación de los cimientos de la institucionalidad y corresponde que los santiagueños voten y elijan gobernador y diputados.
–Hubo reformas, pero un proceso que iniciaron finalmente quedó trunco: el tema del poder económico y el grupo Ick. ¿No es una cuestión pendiente?
–No, me parece que se hizo en el marco de la legalidad que nos correspondía. Todas aquellas acciones que tuvimos que enfrentar y pudimos decidir directamente a través de una acción que estuviera a nuestro alcance las hemos adoptado. Cortando subsidios que no correspondían, anulando beneficios indebidos. Otros no estábamos en condiciones de cortarlos, anularlos, porque hubiéramos violado la ley. El poder económico está en situación distinta, porque fundamentalmente no co-gobierna. No designa jueces, no impone políticas, no acapara el mercado. Ese será el gran desafío de las autoridades que nos suceden: el poder centralizado en los Juárez, ya la sociedad se encargó. Ahora lo que está pensando es dónde poner el voto para saber cómo y cuánto se le va a poner límite al poder económico.
–Usted viene manteniendo una actitud de no hablar sobre las elecciones. Hace una semana y media cambió.
–En mi modo de ver, la intención de la intervención debe construir calidad institucional y cuidar los valores republicanos. Tampoco es mirar para un costado cuando pueden haber situaciones de alerta. Nos corresponde mantener el diálogo y la comunicación con la sociedad. Yo mantuve la prudencia porque la sociedad de Santiago no necesita alguien que le dijera a quién tiene que votar.
–Pero hay dos candidatos que polarizan la elección...
–Hay dos fórmulas que tienen la posibilidad de ser gobierno, la justicialista y la del Frente Cívico. Lo que señalamos es que la intervención ha sido un canal para que Santiago construya su futuro. Estamos permitiendo debatir. La sociedad necesita mantener una fuerte integración con el gobierno nacional. Estoy seguro de que la sociedad está meditando todo esto mucho.
–A partir de esta posición, el radicalismo salió a levantar el fantasma del fraude.
–Creo que solo es un agravio gratuito y absolutamente injustificado. Les hemos ofrecido a los radicales que nos trajeran una lista de veedores, cosa que no han hecho. Y lo que he dicho públicamente es que Zamora se quede tranquilo, que el resultado del 27 va a ser un resultado del pueblo. En esto hay que ser muy prudentes, puedo entender que empiecen a existir nervios porque se están revirtiendo situaciones que se creían dominadas.
–¿Como cuáles?
–El desembarco del gobierno nacional, que decidió apoyar la candidatura de Figueroa-Salim, evidentemente está cambiando el escenario. Las encuestas están cambiando por eso. Me parece que el fraude, dicho con todo respeto, muchas veces lo agitan los que creen que van a perder o los que han perdido.
–La gente cuestiona el pasado de los dos candidatos. Tienen una historia que arrastrar: ¿levantar a uno u otro sirve para mantener aquel compromiso de garantía de la constitucionalidad?
–Yo no levanto ni uno ni otro. Santiago tiene todo para jugar de la mejor forma, jugar en Primera B no está mal: seguís en la liga, seguís participando. Lo que sí creo es que merece y necesita empezar a jugar en Primera A. Santiago va a jugar un partido. La sociedad está decidiendo en que categoría jugar: me parece que no incide tanto el pasado de cada uno, me parece que incide con cuál de los dos se puede desarrollar mejor. Me parece que inciden factores externos de cómo cada uno interactúa con la región y la Nación.