EL PAíS › ISAAC “YUYO” RUDNIK, EL PIQUETERO ENVIADO A BOLIVIA POR EL GOBIERNO
“Critican desde la derecha, por prejuicio”
Defiende su misión a La Paz y dice que su condición de militante piquetero aporta “una visión social”, lo que irrita a “los elitistas”. Su relación con Evo Morales y el problema de ser funcionario y mantener la cercanía con las bases del piquete.
Por Martín Piqué
Un piquetero fue protagonista de la agenda de la semana. Isaac “Yuyo” Rudnik, dirigente de Barrios de Pie y asesor de la Subsecretaría de Política Latinoamericana de la Cancillería, volvió de Bolivia hace tres días. Autodidacta, ex militante del PRT en los ’70, Rudnik cultivó una estrecha relación con el líder cocalero Evo Morales. Viajero frecuente, también está a cargo del equipo de política internacional de su movimiento. El jueves a las cinco de la mañana, en La Paz, se despertó sobresaltado porque su celular no paraba de sonar: eran productores de radio que lo llamaban desde Buenos Aires para preguntarle cómo un piquetero había viajado a Bolivia como enviado de la Cancillería. Luego de que viaje fuera anticipado en exclusiva por Página/12 el martes pasado, la revelación generó un fuerte debate en el Ministerio de Relaciones Exteriores, donde el gremio que agrupa a los diplomáticos de carrera expresó su disgusto por enviar a La Paz a alguien “controvertido”.
–¿Qué opina del escándalo que se armó con su viaje a Bolivia?
–Primero hay que ver quiénes son los que oponen reparos y provocan o intentan provocar un escándalo. Esto viene de sectores que se oponen al Gobierno desde posiciones de derecha. Obviamente están en desacuerdo con que el Gobierno incorpore como funcionarios a gente proveniente de organizaciones populares. Entonces cuando aparece un funcionario que tiene esa extracción, como el mío, que soy del Movimiento Barrios de Pie, les da la oportunidad de hacer manifiesta y pública su visión. Es una visión elitista, de fuerte contenido ideológico de derecha, porque el planteo de que un piquetero no puede cumplir determinada función de asesor en política exterior o realizar una misión como la que yo llevé adelante en este caso supone un prejuicio discriminatorio.
–¿Qué le aporta usted a la Cancillería? ¿Está capacitado para la misión que cumplió en Bolivia?
–Sí, porque yo le aporto a la Cancillería una experiencia en relación con movimientos populares y políticos de toda América latina que fui desarrollando a través de relaciones.
–¿Pero por qué lo mandaron a Bolivia, puntualmente?
–Porque dentro de las necesidades de reforzar el buen trabajo que hace nuestra embajada, a partir de tener una visión más abarcativa de las propuestas del conjunto de intereses políticos y sectoriales del conjunto de la población de Bolivia, era lo que yo podía aportar.
–¿Usted tiene relación con Evo Morales?
–Una relación de muchos años, que viene de cuando organizamos el Foro Social argentino en 2002. El fue uno de los protagonistas de ese foro. Lo invitamos como Movimiento Barrios de Pie a un plenario que hicimos en el Foro. A partir de eso fuimos desarrollando una relación a través de la participación en el Congreso Bolivariano de los Pueblos y en la campaña contra el ALCA. Jorge Ceballos en alguna oportunidad viajó también a Bolivia y participó de una actividad. Y últimamente, en marzo, cuando Evo estuvo de paso en la Argentina. Tenemos una relación de mucho tiempo.
–¿Qué evolución vislumbra en el corto y mediano plazo en Bolivia?
–Mire. Hay un elemento llamativo. Lo comprobé cuando me reuní con Marco Aurelio (García, asesor en política exterior del presidente Lula) en Bolivia. Tanto él como yo habíamos tenido entrevistas por separado con distintos sectores. Y cuando uno preguntaba a todos los sectores, de izquierda, centro o derecha, cuál era la salida, todos contestaban que no sabían. Esto es un síntoma grave.
–Y usted, a partir de su relación con Evo Morales, ¿qué se imagina?
–De parte de la derecha, de los sectores que gobernaron Bolivia y fueron beneficiarios durante siglos de la extracción de los recursos naturales, tiene que haber un reconocimiento de la nueva situación del país: del que ellos tienen que seguir siendo parte pero que una parte de esas ganancias tienen que ser compartidas. En un país que nada sobre petróleo y sobre gas, la gran mayoría no puede tener ni siquiera el uso de esos recursos.Ni hablar del beneficio económico. En La Paz hay trescientas conexiones de gas natural, y el resto de la gente vive con garrafas y la mayoría de la población vive con leña o quemando bosta.
–¿Al gobierno argentino qué le preocupa más: la socialización de los recursos en Bolivia o asegurarse la provisión del gas?
–(Sonríe.) El Gobierno no puede emitir opinión sobre lo bueno o malo de las leyes que se definan en Bolivia. En una conversación que tuvimos en marzo con Evo y el ministro De Vido esto fue planteado claramente. Nosotros como gobierno no vamos a emitir opinión si la ley que establece el 50 por ciento de regalías en boca de pozo o si nacionaliza los hidrocarburos o establece un impuesto del 10 por ciento...
–Aníbal Fernández dijo que el movimiento piquetero llegó a su “expresión mínima”. Como dirigente piquetero, ¿qué piensa de esas declaraciones?
–Supongo que el ministro hace una generalización y se debe referir a los movimientos opositores. De cualquier manera me parece una apreciación exagerada. Porque los movimientos opositores conservan un espacio, probablemente menor que la principio de este gobierno, porque la política de oposición sistemática pierde consenso en las propias bases de los sectores más humildes. Pero conservan un espacio. Pero en el juego del marco democrático es saludable que existan y manifiesten su política.
–¿No es una contradicción ser piquetero y al mismo tiempo funcionario?
–No. Yo soy parte de un gobierno donde podemos debatir las cosas, en los ámbitos en los que pertenecemos. Después las decisiones se toman contemplando todas las ideas. Yo me siento bien porque el aporte que nosotros hacemos es recibido como valioso, y valorado.
–¿Un piquetero no pierde coherencia y autoridad moral al integrarse como funcionario? Castells habló de “prostitutas”.
–Nosotros no hemos perdido la autonomía ni el Gobierno nos pide que la dejemos de tener. Porque nosotros nos integramos como movimiento, y todo el que participa, participa como movimiento. Autonomía no es lo mismo que prescindencia. El movimiento decide la política que va a llevar adelante, y en nuestro caso decidimos participar del Gobierno. Sin que nadie la digite.