EL PAíS
El Senado dio el primer paso para que no existan más leyes secretas
Derogó el carácter secreto de 146 leyes, incluidos dos decretos que se habían utilizado para el cobro de sobresueldos ilegales.
Por Eduardo Tagliaferro
Por unanimidad y con poco debate, el Senado derogó el carácter secreto de 146 leyes que revistaban como tal. A partir de una iniciativa de Cristina Fernández de Kirchner, que unificó otras existentes desde el año 2000, también se derogó el decreto 5315, de la denominada Revolución Libertadora, y el decreto ley 18.302, del dictador Juan Carlos Onganía. Estas dos normas se utilizaron como andamiaje justificatorio para el cobro de sobresueldos durante la década menemista. No es que estas disposiciones habilitaran la existencia de sobresueldos ni mucho menos, dado que las dos leyes sólo permitían el uso de fondos reservados para las actividades de defensa o de inteligencia. Esto no fue un impedimento para que destacados ex funcionarios del menemismo se justificaran con la vigencia de estas dos leyes. En un plazo no mayor a 60 días, luego de la aprobación de la Cámara de Diputados, el Ejecutivo tendrá que publicar todas las normas secretas en el Boletín Oficial.
Al defender la iniciativa, Cristina Kirchner recordó que durante las dictaduras las partidas presupuestarias que habilitaban la existencia de partidas secretas se hacían discrecionalmente. Cosa que no sucedió en democracia, ya que todas las partidas secretas fueron aprobadas al votarse el Presupuesto. “No sólo hubo leyes secretas, sino presos secretos, cárceles secretas”, comenzó la senadora al fundamentar la propuesta del oficialismo. Destacó una cuestión que el titular del bloque oficialista, Miguel Angel Pichetto, ya había subrayado en la Comisión de Asuntos Constitucionales: “Desde hace algunos años, los únicos gastos reservados que existen son los vinculados a las actividades de inteligencia”.
La mayoría de las iniciativas vinculadas con las leyes secretas ponían el acento en su publicación. La senadora Kirchner fue un paso más allá al recomendar la derogación de las dos normas vinculadas a gastos reservados. “Si dejamos en pie la ley 18.302 y el decreto 5315/56, el Ejecutivo todavía podría pedir partidas presupuestarias para gastos secretos”, dijo.
La senadora también criticó a aquellos legisladores que no se involucraron en el debate porque afirmaban desconocer el contenido de esas dos normas. “En esta Argentina entre el parecer y el ser, parece que nadie leyó estas dos leyes publicadas en un matutino porteño: Página/12. Los demás medios periodísticos parece que tampoco leen Página/12”, dijo la senadora al criticar la gran cantidad de editoriales y artículos en los que se ponía el acento en el desconocimiento del contenido de esas dos leyes. Página/12 publicó por primera vez en 1995 y de nuevo un mes atrás el facsímil y el contenido de esas dos leyes.
Al hacer el informe de la comisión, Kirchner reparó en que, de todas las leyes secretas, hay una que tiene numeración pero no tiene ningún contenido. De las 146 leyes que pierden su condición de secretas, informó que 59 son de carácter reservado y 86 secretas. También dijo que del total, 64 han sido derogadas, 9 se vinculan a ampliaciones presupuestarias y cuestiones similares, 5 son disposiciones vinculadas a pensiones vitalicias, 2 a gastos reservados, 7 referidas a ascensos militares, 13 sobre ventas y transacciones de bienes, 3 hablan de convenios con otros Estados y una de ellas no dice nada.
“Hay leyes que no se sabe por qué son secretas, ya que disponen cuestiones como la de comprar vajilla para la residencia de Olivos. Nada misterioso, nada que deba ser ocultado”, explicó. Cristina volvió a rechazar el pedido del radical Sanz, de derogar los decretos secretos, a lo que dijo: “Es incumbencia del Ejecutivo”. En el listado de esas normas también figuran despropósitos, como el regalo de un caballo, y también una ley de 1972, en la que se habla de un plan para mantener la preeminencia de Argentina en América latina. La senadora también destacó que el dictamen que estaba por aprobarse prohíbe sancionar nuevas leyes secretas. La palabra ahora la tendrán los diputados que, claro está, suelen tomarse sus tiempos, amén de no ocultar ciertos celos porque la Cámara alta tomó la delantera en un tema que también ellos tenían en estudio.