EL PAíS › FUERTE CRUCE DEL PRESIDENTE KIRCHNER
A FANTASMAS CONVOCADOS POR EMPRESARIOS

Rima de precios y salarios con extorsión

Líderes empresarios en el precoloquio de IDEA amenazaron con que un aumento de salarios se traducirá en inflación. Kirchner les contestó acusándolos de extorsionadores. El camionero Hugo Moyano y el mercantil Armando Cavalieri se sumaron a la posición del Presidente.

 Por Cledis Candelaresi

Los empresarios que opinaron durante el precoloquio de IDEA acerca del impacto inflacionario de las subas salariales no se imaginaron la reacción airada del Presidente. Néstor Kirch-
ner los acusó ayer sin eufemismos: “Están extorsionando al pueblo argentino de una forma realmente inaceptable y es una extorsión que el pueblo no se merece”, arremetió el Presidente contra quienes horas antes habían advertido acerca de que las mejoras en los sueldos podrían dinamizar una suba de precios, como si ésta fuera un fenómeno de la naturaleza, totalmente ajeno a la voluntad empresaria.
Alfredo Coto, uno de los que encendió la mecha con ese planteo, ayer subió la apuesta pidiendo al Gobierno que “acompañe los aumentos salariales con una rebaja de impuestos”, argumentando que la carga fiscal está propiciando la economía negra. La polémica volvió a tensar la cuerda entre la administración kirchnerista y las grandes empresas, reeditando el clima belicoso que hubo a comienzos de esta gestión.
Todo comenzó en Rosario, durante una de las reuniones periódicas que realiza el foro de ejecutivos empresarios de IDEA. Enrique Pescarmona y Coto expusieron ante la prensa sobre el supuesto riesgo inflacionario, idea avalada luego por otros colegas que también asistieron al encuentro santafesino. Manfred Muell, de Daimler Chrysler, se sumó al coro empresario asegurando que “las automotrices no podrán absorber” los aumentos de salarios que se están otorgando a los metalúrgicos, aunque, al mismo tiempo, prometió que las subas en los precios de los autos estarán dentro de la meta de inflación prevista por el Banco Central. Cristiano Ratazzi, titular de Fiat, utilizó una elipsis igualmente diplomática, al opinar que los ajustes “no necesariamente deben traducirse en subas de precios, aunque pueden producirse presiones inflacionarias”.
Frente a la realidad estadística del derrumbe que han sufrido los salarios tras la devaluación y los dramáticos indicadores sociales que se ventilan en cada uno de los últimos cónclaves patronales, los hombres de empresa intentan ser cuidadosos a la hora de decir lo que verdaderamente piensan, buscando argumentos que enmascaren el propósito primario de preservar su renta. “Es una verdad incontrastable que cada punto de inflación genera muchos nuevos pobres”, justificaba Pescarmona. “El salario debe ir ajustándose pero sin ser inflacionario. No se puede pedir una suba del 30 o el 40 por ciento porque desestabiliza”, intentó explicar Coto.
Ninguno de esos dos empresarios niega la legitimidad de los reclamos sindicales, pero tampoco explica por qué, necesariamente en el actual panorama económico, tiene que existir aquella correlación entre precios y salarios, idea que también suscribió el ministro de Economía, Roberto Lavagna, cuando comenzó a defender las negociaciones salariales en paritarias en lugar de las promovidas por decretos. Otra coincidencia entre unos y el otro es la defensa de que esos incrementos deben resolverse en función de la “productividad” y no siguien-
do el derrotero ascendente de los precios. Pero esa comunión intelectual en las últimas horas pareció esfumarse.
“Ayer (por el jueves) escuchaba a algunos empresarios argentinos en una actitud cerrada, absolutamente antisolidaria, teniendo el concepto y la filosofía de los ’90, y duele que no reflexionen”, recriminó el Presidente. “Si tanto les preocupa el trabajo en negro, que empiecen a blanquear trabajadores”, los desafió.
En su encendida réplica a los empresarios, Kirchner no estuvo solo. El camionero Huyo Moyano respaldó las declaraciones presidenciales, considerando que las opiniones empresarias “son una extorsión a los trabajadores y al Gobierno”. También el mercantil Armando Cavalieri comulgó con la Rosada, pidiéndoles a las empresas “mayor sensibilidad y compromiso social. Porque este gobierno, con este plan económico, apuesta a que el salario tenga más poder de compra para comprarles a ellos”. Aquí un punto de encuentro entre el sindicalista y Coto, quien admite que un aumento para los trabajadores deviene en un mayor poder de compra que lo beneficia. “Me conviene que la gente gane más porque compra más”, explicó, omitiendo que, siempre y cuando, esa suba no involucre a los suyos. Para el supermercadista, el 18 por ciento de aumento conseguido por sus empleados en el flamante acuerdo es, simplemente, “una exageración”, que quebranta su criterio de otorgar ajustes graduales, espaciados, y no superiores al 3 o 4 por ciento.

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Néstor Kirchner arremetió contra el grupo de empresarios que convocó el fantasma de la inflación.
 
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