EL PAíS › UN DEBATE A TRES VOCES SOBRE SALARIOS Y CONFLICTIVIDAD SOCIAL
“No hay contexto de puja salarial”
El jefe de Gabinete de Trabajo, el economista de la CTA y un sociólogo especializado debaten el tema salarios. Mientras que para Sciaravino la recuperación es alta –40 por ciento para los en blanco, 30 en promedio– para Lozano es escasa, un ocho por ciento. Las formas de presión.
Por Laura Vales
“Sostener, como hacen algunos empresarios, que estamos en un contexto de puja distributiva es un despropósito”, dice Claudio Lozano. “Basta observar que los ingresos de quienes trabajan o dependen de planes de empleo representa el 20 por ciento del total del producto, cuando en el 2001 era el 27,9.” Para el economista de la CTA, la recomposición de los sueldos ha sido acotada –“sólo el 20 por ciento de los trabajadores consiguió volver a los niveles del 2001”–, por lo que el panorama que se abre es el de una creciente conflictividad laboral.
–¿En cuánto se recuperaron los salarios desde la asunción de Kirchner?
–En un 8 por ciento, en términos reales. Pero hay que aclarar que esa recuperación no ha permitido que se recompusiera el poder adquisitivo, que hoy está un 11 por ciento por debajo del nivel que tenía en el 2001.
–¿Es adecuado hablar de salario promedio o habría que hablar de un mosaico salarial con grandes diferencias internas?
–Es un promedio que no refleja lo que ocurrió ni con el conjunto de los sectores populares ni con la totalidad de los asalariados. Hay una proporción no menor de los sectores populares que no dependen de la situación salarial, porque se inscriben en la economía informal, el cuentapropismo y el desempleo. Por otra parte, el promedio salarial tiene un desagregado notable si uno compara a los trabajadores privados en blanco con los en negro y con el conjunto de los trabajadores del Estado.
–¿Cómo es ese mapa?
–Los trabajadores del sector privado que están en blanco llegaron prácticamente a los mismos niveles salariales del año 2001. Los que dentro del sector privado están en negro quedaron un 25 por ciento por debajo. Y los estatales ganan un 28 por ciento menos que lo que recibían, en términos de poder adquisitivo, al comienzo de esta crisis.
–Si en cambio uno mira el conjunto, ¿cuántos pudieron recomponerse?
–No más del 20 por ciento de la fuerza de trabajo.
–¿Por qué los privados en blanco sí y los otros no?
–En principio, porque pueden apoyarse en convenios colectivos. El grueso de la fuerza laboral está fuera de la discusión de los convenios y también del salario mínimo. El sueldo básico, que se usa como base de referencia, no impacta sobre trabajadores no registrados; puede tener, a lo sumo, algún efecto de arrastre. Tampoco impacta sobre el conjunto de los estatales, porque las provincias no están obligadas a cumplir con el salario mínimo que fija la nación.
–¿Qué sectores tienen buenos sueldos hoy?
–La crema de los salarios está en las firmas más importantes del capital privado. Fundamentalmente en las empresas exportadoras y en las grandes firmas oligopólicas del mercado interno. Tienen niveles de ingreso muy por encima del promedio del país, pero al mismo tiempo se trata de firmas donde el crecimiento de la productividad, y por lo tanto del beneficio empresarial, ha sido mucho mayor. Por eso uno puede decir que los trabajadores registrados privados son los que tienen el mayor nivel de salarios y las mayores tasas de explotación. El grado de valor que generan no es retribuido con el ingreso que se les da, se fijan salarios contemplando el ingreso promedio de la Argentina, que no supera los 600 pesos.
–¿Qué tiene más peso hoy para conseguir un aumento salarial, la productividad económica o la capacidad de reclamo gremial?
–Eso varía, pero en general se observa que donde hay organización es donde han tenido mayor capacidad de discusión. Acá hay dos elementos: el cambio en el ciclo económico, porque la Argentina pasó de un sendero de caída del nivel de actividad a un sendero de recuperación; en un contexto de ascenso, la capacidad de discusión es mayor. Si a eso se le agrega capacidad organizativa, obviamente los trabajadores tienen más fuerza en la negociación. Pero no hay que olvidar que la capacidad de discusión laboral está debilitada por una situación objetiva de un 16 por ciento de tasa de desempleo, un grado de pauperización que involucra a 16 millones de personas y un ingreso promedio de 600 pesos. Ese es el piso que debilita el debate de los laburantes.