EL PAíS › HILDA “CHICHE” DUHALDE PROFUNDIZA LA PELEA CON EL KIRCHNERISMO

“En 2007 elegiremos otro presidente”

La candidata a senadora bonaerense habló en el lanzamiento de la “Mesa Sindical Peronista Chiche Senadora-2005”. La idea era reflejar el apoyo de los Gordos, pero no hubo grandes figuras.

 Por Diego Schurman

Alguien se pudo confundir. Probablemente por su tono maternal. O por esa cadencia al hablar, propia de una maestra de escuela. Pero la frase de Chiche Duhalde, lejos de ser un canto a la unidad, profundizó la pelea en el seno del PJ. “Al Presidente lo vamos a acompañar, a pesar de sus agravios. Lo vamos a acompañar para que pueda terminar su mandato. Pero tenemos la posibilidad de elegir en el 2007 a otro presidente”, lanzó con una crudeza nunca antes escuchada.
Los aplausos se fundieron con la marcha peronista. Y ni siquiera esa algarabía partidaria resultó improvisada. A lo largo de su arenga, el sentido de pertenencia al peronismo estuvo omnipresente. Y para Chiche, Néstor Kirchner descuidó al partido y por lo tanto evaluó que es susceptible de carecer del calor del PJ en las próximas presidenciales.
La candidata a senadora bonaerense habló en la sede porteña del gremio de trabajadores rurales (Uatre), con la presencia de un retazo de dirigentes de la CGT. Le excusa del encuentro fue el lanzamiento de la “Mesa Sindical Peronista Chiche Senadora-2005”. La palabra “peronista” se agregó a último momento: otra confirmación de la necesidad de poner el acento en la impronta partidaria.
En ese sentido, el mensaje llegó de distintos modos: a través de las gigantografías de Eva y Perón en el estrado, las alusiones al General y un mandato familiar, del cual Chiche se enorgulleció en su discurso, que no deja lugar a “otras banderas”. Sólo faltaban los tradicionales bombos, pero se trataba de un acto de dirigentes.
Eso sí, la promesa de mostrar que la CGT dividía su afecto en mitades iguales entre Cristina y Chiche no se cumplió. Casi a esa misma hora, en Parque Norte, Kirchner se mostró con el líder cegetista Hugo Moyano y su adjunto, José Luis Lingeri (ver aparte). En Uatre, a no ser por el dueño de casa, Gerónimo Venegas, no hubo ayer primeras figuras. Sólo algunas caras desconocidas para la mayoría de los mortales, como Enrique Salinas, candidato a diputado y dirigente de la UOM; Angel García, de seguridad privada, o Carlos Acuña, del gremio de garajistas.
Los Gordos –Carlos West Ocampo, Armando Cavalieri, entre otros– brillaron por su ausencia. Y lo mismo sucedió con Luis Barrionuevo, motor de la naciente mesa sindical. Su esposa Graciela Camaño pareció representarlo. La mujer compartió el estrado con otros dos legisladores: Alfredo Atanasof y José María Díaz Bancalari, este último cabeza de la lista de diputados.
Cuando ingresó Chiche al salón, se terminaron los ritmos de Soledad y Vicentico. Y no hubo espacio para nada que no fuera la “lealtad peronista”. Desde el minuto de silencio para los “mártires” del movimiento obrero, como Ignacio Rucci y Lorenzo Miguel, y para Eva y Perón. El broche lo puso Claudia Rucci, hija del sindicalista asesinado, con la entrega de un ramo de flores a la candidata.
Todos aplaudieron de pie. Chiche pidió que se sentaran pero se excusó de dar el ejemplo “por razones obvias”. Se refería a su breve estatura. De sus palabras, esas fueron las únicas que despertaron sonrisas. Aunque el aplausómetro privilegió las críticas al kirchnerismo, siempre camufladas detrás de buenos modales, que la candidata entregó parada y con tono didáctico.
“El 25 de mayo del 2003 dejamos a un presidente peronista y a un gobernador peronista... y nos fuimos tranquilos... pero lamentablemente, casi sin darnos cuenta, estas cosas fueron cambiando. Pero no vamos a permitir que destruyan al Partido Justicialista”, apuntó primero a Kirchner y Felipe Solá.
“Dejamos un gobierno caminando –insistió–, como un coche en la ruta. Sólo tenían que guiarlo derecho, con un copiloto como Roberto Lavagna. Pero el Presidente empezó a detenerse en cada esquina.” La frase fue la introducción a otro cuestionamiento: la composición del Frente para la Victoria, nombre de la boleta que encabeza Cristina, su principal competidora en la provincia. “Esta es una nueva alianza en la que ya no participa la UCR pero sí otros partidos y los piqueteros.”
La estrategia de igualar a su rival con la coalición radical-frepasista no es un dato menor. El duhaldismo supo sacar provecho del centroderecha en aquella contienda en la que su candidato, Carlos Ruckauf, se impuso frente a Graciela Fernández Meijide. Entonces, la UCeDé le tendió una mano al candidato del aparato bonaerense; ahora todo indica que será Luis Patti el que haga lo propio.
Con su discurso antipiquetero, Chiche busca, además, arrancarle algunos votos a Ricardo López Murphy, quien –según las encuestas– absorbe el voto moderado de la provincia.
En ese sentido, la mujer de Eduardo Duhalde apeló a los contrastes, entre su prédica, supuestamente pacifista, y la de Kirchner, supuestamente violenta. Díaz Bancalari, que la precedió en el discurso, transitó por esa línea argumental, aunque arriesgando un poco más: “Con la violencia verbal se empieza pero se termina con la física”.
Para el final llegó la dura advertencia de Chiche sobre la posibilidad de quitarle apoyo a Kirchner en el 2007. “Si no quiere a los peronistas –le dijo, sin nombrarlo– no importa, nosotros nos vamos a organizar.”

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Chiche Duhalde con Gerónimo “Momo” Venegas, de Uatre.
 
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