Luego de la sesión agitada del miércoles en la que se descubrió una reunión de Aníbal Ibarra con testigos de su juicio político, la tensión quedó instalada en la sexta audiencia. Con duros cruces entre la defensa y la acusación, la disputa se centró en la habilitación del boliche gay Amerika. Vecinos y abogados que pidieron el cierre de ese local declararon en el juicio, y la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) denunció discriminación por parte de los fiscales. “Comparar a Amerika con Cromañón es una falta de respeto, tanto para las víctimas como para la comunidad homosexual”, remarcó el titular de la CHA, César Cigliutti.

El primer testigo fue el vicepresidente de Defensores de Belgrano, Marcelo Achile, que eludió varias preguntas de la fiscalía. En su club funcionaba el boliche Millenium, sobre el que la acusación intentaba probar que tuvo una mala habilitación. Achile no pudo precisar si fue habilitado como local bailable. A su turno, la defensa preguntó qué legisladores iban a Millenium y Achile lo señaló a Enríquez. El fiscal levantó la mano inmediatamente para hablar.

–Estos señores son la Gestapo acá adentro. Que yo haya ido a un partido de fútbol en Defensores de Belgrano no amerita esto, bramó y acusó a Ibarra de “tácticas goebbelianas”.

–¡Lo de Gestapo se lo puede meter en el bolsillo, señor fiscal!, contraatacó el defensor Fernando Castejón.

Maier los cortó. “Voy a pasar a un cuarto intermedio y quiero hablar con ustedes dos en privado”, les dijo. En la sala Eva Perón, les pidió que se comportaran. Por este incidente, Enríquez adelantó que presentará una demanda en el Tribunal de Etica del Colegio de Abogados.

Siguieron las declaraciones de los vecinos que presentaron un amparo contra Amerika por “ruidos molestos” y de sus dos abogados, los hermanos Alberto y Salvina Spota. “La única diferencia entre Cromañón y Amerika es la bengala”, disparó Salvina Spota, que consideró que los inspectores parecían “amigos de los dueños”. Además, destacó que el local no tenía material ignífugo y que tenía capacidad para 850 personas y entraban 3000. Su hermano describió una reunión que tuvieron con la entonces secretaria de Control Comunal, Fabiana Fizsbin, donde la funcionaria le habría dicho que cerrar el boliche “es una decisión política, superior a mí”. Contó que acudieron a la Justicia y que incluso le enviaron una carta documento a Ibarra a su casa, pero “el Gobierno no dudó en oponerse”.

Los miembros de la CHA siguieron los testimonios de los vecinos en el recinto. “Enríquez trajo a ese grupo de Almagro, que nosotros denunciamos por la actitud de homofobia. Hicieron una nota al CGP donde plantearon que el boliche le traía ‘problemas morales’”, advirtió Cigliutti, quien afirmó que “el local tiene medidas de seguridad, incluso fue utilizado en un simulacro de bomberos. Por eso la CHA lo acompaña”. La defensa presentó esa nota al CGP como prueba y le preguntó a uno de los vecinos, Marcos Ibire, si la conocía. Ibire dijo que no la firmó. “No tiene que ver si van homosexuales o nenes de pecho”, se quejó la abogada Spota ante Página/12.

La legisladora Beatriz Baltroc pidió que se descartaran otros vecinos que iban a declarar. Esperaron a una última hasta las 16, que tampoco fue. Cuando se estaban retirando, la defensa propuso otro testigo para ese día. “Esto tiene un perfume extraño”, comentó Enríquez. La Sala resolvió dejarlo para más adelante. Maier los invitó informalmente a “tomar un café en el Tribunal Superior” para decidir qué hacer con los testigos que pegaron el faltazo en estas dos primeras semanas. La reunión será a hoy a las 12 y el único asistente confirmado es Enríquez. “Hagamos ronda de amigos”, los endulzó Maier y, por una vez, la sesión terminó con risas.

Informe: Werner Pertot.