EL PAíS › EN SANTA CRUZ YA HACIAN PRONOSTICOS PESIMISTAS

Un conflicto con arrastre

 Por Martín Piqué

La renuncia de Sergio Acevedo no sorprendió tanto en Santa Cruz. Desde hace meses se escuchaban pronósticos pesimistas sobre su permanencia en el cargo. Y hace dos semanas se produjo un hecho que alimentó las suspicacias: la Legislatura debía elegir al vicepresidente 1º –el segundo en la línea sucesoria, tras el gobernador y el vice– en su sesión preparatoria. En general, suele designarse a un allegado al mandatario provincial. Y así fue también en Santa Cruz. Por iniciativa de Acevedo, el bloque del Frente para la Victoria de Santa Cruz eligió a un legislador de Puerto Deseado, Carlos Marsiscano. Hasta allí todo parecía normal. Pero 48 horas después, Marsiscano renunciaba a la vicepresidencia y el cuerpo elegía a Judith Fortsman, incondicional de Néstor Kirchner. ¿Qué cambió en dos días? La respuesta, dicen en el Sur, está en la Casa Rosada.

El nombramiento de Marsiscano había sido apoyado por 19 de los 20 legisladores del oficialismo. Se decidió en una reunión del bloque peronista, con la presencia de 16 miembros de la bancada (estaban los 10 que responden a Acevedo, faltaban cuatro de los alineados con Kirchner). Con esa composición, la votación interna del bloque terminó con el triunfo del candidato del gobernador. Luego se pasó a votar en el recinto, y todos los justicialistas apoyaron a Marsiscano. Un día después, Kirchner viajó a El Calafate en plan de descanso. Con el Presidente en Santa Cruz, Marsiscano renunció a la vicepresidencia y la Legislatura tuvo que elegir un reemplazante. Entonces fue electa Fortsman, del gusto de Kirchner.

Una renuncia y una nueva votación en menos de 48 horas no es algo habitual. Sucedió en la primera semana de marzo. Cerca de Acevedo lo interpretaron como una desautorización grave y la ubicaron dentro de una serie de desplantes que le adjudican a la Rosada.

Fue un capítulo más que se sumó a una relación quebrada por la falta de confianza mutua. Acevedo sospechaba que los conflictos gremiales que padecía en su provincia no preocupaban demasiado a la Rosada. Y cuando el conflicto se prolongaba, la solución llegaba de manos de otro.

Así pasó a fines del año pasado, cuando los policías de la provincia se autoacuartelaron en reclamo de aumentos salariales. El conflicto se destrabó tras la intervención del ministro de Planificación, Julio De Vido. Con tono conspirativo, los hombres de Acevedo ubicaban a De Vido detrás de la mayoría de las protestas. Con el episodio más grave –el prolongado corte de ruta de los petroleros en reclamo de la suba del mínimo no imponible de Ganancias, que terminó con la detención de Mario Navarro, la refriega frente a la comisaría de Las Heras y la muerte del policía Jorge Sayago– sucedió lo mismo.

Pero los dirigentes alineados con Kirchner analizaron los hechos de Las Heras de forma muy diferente. En su óptica, allí quedaron demostradas la impericia y falta de reflejos de Acevedo y su entonces ministro de Gobierno Claudio Dalle Mura. Dalle Mura renunció a los pocos días, y en Santa Cruz se especuló con que un hombre de Kirchner –Juan Bontempo, coordinador de la Unidad Presidente– podría ir en su lugar. Acevedo prefirió ubicar allí a una mujer vinculada a la CTA, Elsa Capuccinelli. Como el resto del gabinete provincial, Capuccinelli presentó ayer la renuncia. Pero la caída del gobierno de Acevedo no entristeció demasiado a los santacruceños más cercanos al Presidente. Más bien lo contrario.

“Estamos diez veces mejor de lo que estábamos. Acevedo agarró una provincia sin desocupación, sin deuda, ¿y en qué terminó? En una provincia endeudada, con desocupación y conflictos sociales. Es suficiente para que desencadenara lo que desencadenó”, decía ayer a sus allegados un miembro de Compromiso K. Aunque no lo mencionó directamente, la bronca contra Acevedo obedecía también a otra causa, muy sensible para Kirchner: la forma en que anunció la repatriación de los fondos de Santa Cruz enviadosal exterior, y la administración que hizo de ese dinero. “Nos quiso hacer quedar como los malos, nosotros sacamos la plata y él la trajo de vuelta”, se quejaba un funcionario de segunda línea del Gobierno. Cerca de Acevedo aseguraban que parte de esos fondos querían destinarlos a un aumento salarial para todos los empleados públicos de la provincia. No podrá ser.

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