SOCIEDAD › NO QUIEREN IR A EE.UU. CON SU MADRE, COMO ORDENO LA JUSTICIA

Pulseada en el nombre de los hijos

Dos fallos judiciales, avalados por la Corte Suprema, le dieron la tenencia de los tres varones a la madre, que vive en Estados Unidos. Los chicos piden ser escuchados: quieren quedarse con el padre.

 Por Carlos Rodríguez

Un conflicto familiar, en el seno de una familia judía ortodoxa, llegó a instancias extraordinarias porque los tres hijos menores de un matrimonio separado se presentaron ante la Justicia para decir que se niegan a cumplir una sentencia, avalada por la Corte Suprema de Justicia, que determinó que ellos deben vivir con su madre en los Estados Unidos. Los chicos, de 9, 10 y 13 años, son argentinos y viven con su padre, Moisés Dayan, en el barrio porteño de Once. Los niños, representados por su progenitor, aseguraron que quieren quedarse en el país “porque aquí están nuestros amigos, nuestros estudios y la mayoría de nuestros afectos”. Su padre sostiene que con esa decisión se estaría violentando la “libertad de culto”, dado que son “practicantes del judaísmo ortodoxo” y la madre, que “abandonó esa práctica religiosa”, les advirtió que con ella “tendrán que iniciar una nueva vida”. R. D., el mayor de los hermanos, le dijo a Página/12 que quieren “ser escuchados por los jueces”, como marca la ley 26.061, que establece en su artículo tercero que el interés de los niños o niñas prevalecerá sobre “cualquier otro derecho igualmente legítimo”.

En la casa de la calle Castelli, el primer interlocutor es el propio R. D., ante la atenta mirada de su padre y de sus dos abogados, Alfredo Belasio y Claudio Trugman. El chico de 13 años es quien hace la primera pregunta: “¿De qué cuadro sos?”. Se identifica con Boca, con su ídolo Fernando Gago y recién después pasa al conflicto. “Estoy muy mal porque mi madre me quiere llevar a un lugar donde no quiero vivir. Ella me envió una foto en la que está con su nueva pareja y me adelantó que me olvide de mi religión. Yo soy asistente en el templo y ella me dijo que tengo que dejar de ser ‘tan’ judío y que me tengo que cortar las patillas. Los jueces dijeron que nos tenemos que ir con mi mamá, pero con mis hermanos nos queremos quedar en Buenos Aires, con nuestro papá.”

El padre apuntaló lo dicho por R. D. y aseguró que “el centro de vida” de los niños “es la República Argentina, donde nos casamos con la madre, donde nacieron dos de ellos (el hijo menor es de nacionalidad israelí), donde viven sus abuelos (paternos), su padre, sus parientes, sus amigos, sus compañeros de escuela y de religión. Aquí tienen a sus afectos y los tres profesan la religión judía, porque así lo decidimos con la madre cuando ellos nacieron. Ahora ella cambió de vida y quiere que ellos cambien sus hábitos, cuando mi hijo mayor ya cursa estudios avanzados de la Torá en Buenos Aires. El no quiere dejar su credo”.

Moisés Dayan aseguró que para ellos “la vida de la ortodoxia religiosa judía es un estilo de vida, no sólo una religión”. En ese contexto, según sus palabras, “los jueces tienen que comprender que cualquier cambio brusco puede ocasionarles un daño psíquico irreparable”. Más allá de las argumentaciones y del deseo expresado a la prensa por los niños, desde el punto de vista judicial todas las resoluciones fueron a favor de la madre, Raquel Ergas. La Justicia civil, en primera y en segunda instancia, determinó que los chicos deben viajar a los Estados Unidos para vivir con su mamá. Los abogados del padre plantearon un recurso ante la Corte Suprema, pero el alto tribunal desestimó el pedido, sin definirse sobre la cuestión de fondo, de manera que todas las instancias estarían cerradas.

Los abogados Belasio y Trugman reconocieron que se trata “de un caso excepcional, que debe ser tratado como una cuestión de orden público y no como un caso simple que tramita en la Justicia civil, por eso hemos pedido la intervención del presidente de la Nación”, a través de una carta firmada por R. D., el mayor de los hermanos. Desde el punto de vista legal, han interpuesto un recurso de no innovar ante la Justicia civil, para que se suspenda el traslado de los chicos a Estados Unidos hasta tanto ellos sean escuchados por los jueces, tal como establece el artículo tercero de la ley 26.061, publicada en el Boletín Oficial en octubre de 2005.

La norma estipula que “cuando exista conflicto entre derechos e intereses de las niñas, niños y adolescentes frente a otros derechos e intereses igualmente legítimos, prevalecerán los primeros”. El padre quiere que sus hijos sean escuchados por los jueces. La pareja integrada por Raquel Ergas y Moisés Dayan viajó a los Estados Unidos en 2001, luego de la crisis política que determinó la caída de Fernando de la Rúa. Allí estuvieron hasta mediados de 2003, cuando regresaron al país, aunque ya el matrimonio estaba en crisis. Ella regresó al país del norte y, luego de una dura batalla legal, logró la tenencia de sus hijos.

La restitución de los chicos a la madre fue decidida por el Juzgado Civil número 82 y el fallo fue confirmado el 5 de julio del año pasado por la Sala Uno de la Cámara de Apelaciones. Aunque sin entrar en el tratamiento de la cuestión de fondo, la Corte Suprema lo refrendó el 14 de febrero pasado. Entre los fallos de segunda y tercera instancia fue promulgada la ley 26.061, que protege “el derecho de las niñas, niños y adolescentes a ser oídos y a que su opinión sea tenida en cuenta”.

R. D., el mayor de los hermanos, aseguró que tiene miedo de vivir en Estados Unidos. “Cuando estuvimos allá, fuimos maltratados tanto por mi madre como por mi abuelo materno. No sólo nos pegaban, sino que tuvimos que presenciar un montón de cosas que no nos gustaron para nada.” El caso, por su complejidad, es “de difícil resolución”, admitieron los abogados de Dayan.

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Moisés Dayan y sus tres hijos varones, los tres practicantes del judaísmo ortodoxo.
 
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