Más de una hora dedicó ayer Jorge Telerman a su primer contacto con la prensa como jefe de Gobierno porteño, pero no aportó precisiones sobre la integración de su gabinete. “Por más que insistan, no voy a dar nombres”, aclaró de entrada y evadió cuanta pregunta le hicieron al respecto. Ofreció, en cambio, algunas definiciones, como que el suyo “no es un gobierno peronista”, que su gestión será “amplia y plural” y que tiene la intención de convocar a “todos los sectores al diálogo”. Ni una sola vez mencionó en forma directa a Aníbal Ibarra y su fastidio pudo más que la simpatía con que eligió manejarse en su debut mediático cuando le preguntaron por su mala relación con el jefe de Gabinete nacional, Alberto Fernández: “Eso –dijo serio– no le interesa a nadie”.

Telerman no pudo colmar las expectativas de aquellos que en su primera conferencia de prensa imaginaron verlo anunciando su gabinete. Su silencio al respecto tiene explicación: las conversaciones referidas al armado de su gobierno que mantiene con Fernández –a quien Néstor Kirchner ratificó como interlocutor político del kirchnerismo en el distrito– no avanzaron todavía lo suficiente. El flamante jefe de Gobierno tiene varios casilleros por cubrir y tampoco quiere dar pasos en falso.

El único indicio que Telerman dio sobre su gabinete fue que Donato Spaccavento seguirá al frente de Salud: aunque no lo ratificó en forma directa, defendió la gestión de ese secretario que exhibe llegada directa a Néstor Kirchner y habló de la tarea a futuro que tiene en ese cargo.

“En el lugar que sea, va a ser un hombre escuchado proponiendo ideas”, dijo Telerman en relación con Javier González Fraga. Su intención es sumarlo como secretario de Producción, pero el economista no está del todo convencido de aceptar un cargo formal en la administración porteña.

“¿Este es su gobierno o lo que queda del de Ibarra?”, le preguntaron casi al final de la conferencia. “Va a tener mi impronta en las líneas centrales con los compromisos que hemos tomado”, respondió Telerman, quien en ningún momento mencionó el apellido de su antecesor. Sólo en una oportunidad lo citó como “el destituido jefe de Gobierno” y le dedicó alguna que otra referencia elíptica como “soy parte y he acompañado la gestión”.

Telerman también marcó diferencias gestuales y de estilo con Ibarra: al ingresar al Salón Blanco –donde las sillas para la prensa fueron dispuestas en forma totalmente distinta a la habitual hasta ahora– saludó uno por uno a los periodistas y también a los camarógrafos de televisión, quienes al llegar se encontraron, además, con café y gaseosa y una variedad de tortas y triples de miga. Hasta el locutor de siempre jugó un papel más destacado, al explicar la “dinámica” de la rueda de prensa.

“Este no es un gobierno peronista, sino un gobierno cuyo jefe de Gobierno es peronista. No se ha elegido un gobierno peronista”, señaló Telerman y explicó que quiere “trabajar en ser intendente de la ciudad y estar en cada rincón” porteño. Anunció en esa línea que cada quince días hará sus reuniones de gabinete en los barrios.

Además de afirmar que su administración será “amplia y plural”, el jefe de Gobierno manifestó su intención de mantener “a las fuerzas políticas que han formado parte de este gobierno y han venido trabajando en él” y habló en particular del kirchnerismo: “El Frente para la Victoria ha sido parte de las fuerzas políticas que anhelo que formen parte de este gobierno”. También remarcó que “estamos profundamente identificados con las políticas centrales del gobierno nacional”, aunque acotó que “nuestro trabajo no se va a definir por su coloratura política, sino por defender los intereses de la ciudad”.

Ineludible resultó para Telerman el tema de su reelección, porque sabido era ya antes de la destitución de Ibarra su deseo de ser candidato en el 2007. Su respuesta no sorprendió: “Estoy pensando en la ciudad que podemos construir entre todos. En una situación como ésta, pensar en 2007 es un desatino que este servidor no va a cometer”.