Cuando se cumple hoy un año de la desaparición de la estudiante de Ciencias Económicas Florencia Pennachi, los investigadores tienen muy pocas esperanzas de encontrarla con vida. Los documentos de la joven quedaron en el departamento de Palermo que compartía con su hermano, de manera que seguramente no salió del país; en estos doce meses no sacó dinero de su cuenta ni hubo llamado alguno a su familia, algo totalmente inhabitual en los casos de desaparición de personas. Los allegados a Florencia tienen mala opinión sobre la pesquisa judicial y policial, pero lo cierto es que parece descartado que la estudiante se haya ido por su propia voluntad y hasta el momento no hay indicios de qué le pudo haber pasado.

El último rastro que existe de la joven es el testimonio de un chico que hacía delivery y que en la mañana del 16 de marzo de 2005 le llevó varias latas de cerveza. Ella debía concurrir a su trabajo en el Instituto de Vivienda de la Ciudad pero llamó a su jefe para decirle que se sentía mal y que iría a atenderse al Hospital Fernández. Lo cierto es que nunca llegó a ese centro de salud y hoy por hoy su jefe ni siquiera está seguro de que la llamada haya sido hecha por Florencia. Sí se trató de una voz femenina, pero bien pudo haber sido una mujer que se hizo pasar por la estudiante. Lo que verificaron los investigadores es que la comunicación por celular se hizo desde el barrio de Palermo, la zona en la que vivía Florencia. El contacto final fue a las 12 del mediodía con su hermano, Pedro, a quien le preguntó si alguien la había llamado. Después de eso, nunca se supo nada ni el celular volvió a activarse.

Las hipótesis que se manejaron fueron tres:

- Que Florencia se haya ido por su propia voluntad, con alguna pareja desconocida, hacia el exterior o a una provincia argentina. En casos similares, la persona desaparecida siempre termina comunicándose con alguien de la familia o saca dinero de sus cuentas. Eso no ocurrió con la estudiante.

- Que a Florencia le hubiera pasado algo malo relacionado con el mundo de la droga. La joven registra varias llamadas con un dealer y hay testigos que la vieron aquella noche, antes de pedir la cerveza, en un boliche de no muy buena fama. El dealer nunca fue llamado a declarar porque, según lo consideró el juez Ricardo Farías, no hay evidencias en su contra. Sin embargo, ése es un reclamo de su familia: que se indague a quien habló con Florencia varias veces en las semanas previas a su desaparición.

- Hubo una pesquisa relacionando el caso con una interna en la Facultad de Ciencias Económicas. Allí Florencia no sólo estudiaba sino que tenía cierta militancia e incluso se dice que la habían amenazado desde otra agrupación estudiantil. Por orden judicial, se revisaron partes del edificio de la facultad, donde no hay tránsito de personas, para ver si se detectaba a la estudiante.

Otras hipótesis, como el secuestro extorsivo, nunca se barajó porque en ningún momento se pidió un rescate. Tampoco hay datos ni pruebas sobre un drama pasional o un enfrentamiento con alguien cercano a ella. No existen evidencias y los investigadores consideran imposible que la hayan llevado por la fuerza para ejercer la prostitución, ya que no existen antecedentes de que algo así haya ocurrido con mujeres de esa edad y ese nivel educativo.

Ninguna de las vertientes de la investigación dieron resultado alguno hasta ahora. Juan Carr, titular de Red Solidaria, que tiene experiencia en la búsqueda de personas desaparecidas, le mencionó a este diario que el caso de Florencia es uno de los más asombrosos en los que actúa su organización. “Es incomprensible”, le dijo a Página/12 hace un tiempo. La familia de Florencia y sus compañeras de la facultad no pierden las esperanzas. Hoy realizarán un acto y una conferencia de prensa, a las 19, en el patio de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, ubicada en Córdoba y Junín. Allí anunciarían una recompensa para quien aporte información que pueda servir para encontrar a la joven.