Lunes, 24 de abril de 2006 | Hoy
En el marco de un análisis sobre el totalitarismo en el país, el Bacifi exhibió cinco cortos propagandísticos de diferentes dictaduras. Una mesa posterior los desmenuzó.
Por Oscar Ranzani
“¡Estalló la Revolución!”, señala el cartel de un corto mudo elaborado por la dictadura de Uriburu que derrocó el gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen. Durante veinticinco minutos esta propaganda fílmica de 1930 no hace otra cosa que enaltecer a los militares y a Uriburu que “respondiendo al clamor unánime de la República, depuso con apoyo del pueblo, del Ejército y la Armada al Gobierno de la Nación”. Nada más alejado de la realidad si se tiene en cuenta que aquello que los golpistas mencionaban como “revolución”, en realidad significó la irrupción de las dictaduras en Argentina. La propaganda menciona “el apoyo” y “el entusiasmo del pueblo” como si para esos militares el 6 de septiembre de 1930 hubiera sucedido una “gesta patriótica”. El corto Para la historia argentina es un hallazgo que pudo verse en el Malba en el marco de la actividad Golpe a Golpe: El totalitarismo argentino en imágenes 1930-1976 del Bafici. La exhibición de cinco cortos propagandísticos de distintas dictaduras militares coincidió con la mesa redonda “Medios de Comunicación y Poder” organizada por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación en la que participaron el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde; el director del Bafici, Fernando Martín Peña, y los periodistas Carlos Ulanovsky y Sandra Russo.
Unidos por la libertad pertenece a otra dictadura, la de la Revolución Libertadora que derrocó a Perón. Muestra el encuentro entre Aramburu y el presidente uruguayo, Arturo Lezama, quienes participaron de los festejos del 9 de Julio en Buenos Aires. El título de la propaganda adopta el sentido de la mentira que pretendía imponer el dictador argentino: Aramburu y Lezama “se unen en las comunes historias de la libertad y la democracia”, se señala en un pasaje para corroborarlo. Con un tono poético (en el peor sentido) entremezclado con el discurso “patriótico”, considera a los jóvenes del Liceo Naval que desfilaban ese día como “los niños que se hicieron hombres en las jornadas de 1955”.
Otros dos cortos son también verdaderos hallazgos. Uno de ellos es una edición del Noticiero Bonaerense en el que el jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (1956), Desiderio Fernández Suárez, declara en una ¿entrevista? que su policía ya no torturaba como la de la “tiranía” (léase el gobierno de Perón). Fernández Suárez sería posteriormente el cerebro de la ejecución de la Operación Masacre, denunciada por Rodolfo Walsh. En tanto, Yo me pregunto compañero es una especie de videoclip del que se desconoce su año de producción (1972 o 1976, previo al golpe) que, a través de una canción, apela al militante peronista preguntándole “a dónde van con tanta bronca”. Utiliza nuevamente un mecanismo inductor que pretendía hacer una analogía entre la violencia y la militancia.
Por último, el corto Ganar la paz fue producido durante la dictadura de Videla y construye un enunciador cínico que cuenta –en una mirada perversa de la realidad– la historia del país desde 1961 hasta 1976. Habla de la “subversión” como “quienes burlaron la democracia” y “generan la violencia y la muerte”. “La pasión malsana busca desde las sombras, víctimas precisas”, subraya la voz inconfundible del Proceso que victimiza a la sociedad de entonces al señalar que “se conmovió al comprobar cómo se extendía el cáncer”.
Con respecto al corto de la dictadura de Uriburu, Ulanovsky percibió “en el marco de una película muda, una Argentina muda, pero también ciega y sorda porque era absolutamente llamativa la cantidad de gente que había en las inmediaciones de la Casa de Gobierno en este golpe de Estado. Lo cual confirma que en cada golpe de Estado hubo una fuertísima participación de la sociedad civil”. Ulanovsky se preguntó “si se imaginaría esa sociedad el significado de aquel golpe de Estado: cuántas cosas vendrían a partir de aquel golpe de Estado de 1930”.
En tanto, Sandra Russo argumentó que en las dictaduras, paralelamente a la instalación de una lucha política y “de una lucha por imponer un modelo económico, empieza una lucha por el discurso. Estas propagandas que vimos tal vez disimulen muchos otros resortes y mecanismos que, a lo largo de estos años, se fueron dando e insertando de una manera mucho más disimulada en la vida cotidiana”. Russo continuó señalando que “todas las dictaduras necesitaron, de alguna manera, falsear un consenso. Y ese consenso se intentó ganar a través de la lucha por el discurso”. La periodista de Página/12 concluyó su idea afirmando que “los consensos generalmente se ganan cuando desde el poder se logra penetrar e intervenir el sentido común de la gente, sobre todo de la que no está interesada en la política”.
Al referirse al corto de 1930, Duhalde precisó que “esta presencia de masas que se muestra de la sociedad es tramposa como todo el doble discurso instalado” y, entonces, lo que muestran estas propagandas “es mentiroso y tramposo como también es tramposo el apoyo social o popular. Porque ellos, a diferencia de lo que pudo haber sido el nazismo o el fascismo, tampoco buscaron una verdadera movilización de masas para sus proyectos”. Peña –que presentó los cortos– subrayó que “todo este material sobrevivió de casualidad. No hay una cinemateca, un archivo. No hay nada sistemático que permita el estudio de estos materiales porque no están conservados por nadie” y cuestionó “que no hay una política de Estado en relación con la preservación audiovisual”.
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