Lunes, 24 de abril de 2006 | Hoy
EL PAíS › EL GOBIERNO ELABORA UN PLAN SOCIAL PARA LA NUEVA ADMINISTRACION HAITIANA
A pedido del presidente electo de Haití, René Préval, personal de cinco ministerios del gobierno argentino elabora un plan de acción social que será consensuado también con Chile y Brasil. Los ejes serían medidas de emergencia para la crisis social, justicia y derechos humanos, y cuestiones productivas y financieras.
Por Mario Wainfeld
Fue el 13 de marzo, cuando Néstor Kirchner recibió al presidente electo de Haití, René Préval. En medio de una tenida amigable, el argentino le preguntó a su invitado si Haití esperaba alguna ayuda especial, “una mano” como se dice por acá. Préval no hesitó, contestó que precisaba un “plan de gobierno cimentado en el desarrollo”. Y agregó –palabra más, palabra menos– que quería involucrar en ese pedido a Argentina, Brasil y Chile. Kirchner se dio cuenta de que el planteo no era retórico. Sondeó a Préval para cuándo esperaba respuesta y éste replicó que la necesitaba para antes de asumir. El Presidente mismo comidió a varios funcionarios a poner manos a la obra. Cinco ministerios, con vértice en Cancillería, están cooperando para tener un boceto antes de la jura del presidente haitiano, pautada hasta ahora para el 14 de mayo. Antes deben compatibilizarla con los gobiernos de Brasil y Chile. Todos se ocupan de todo pero Préval espera de los argentinos datas y experticia en políticas de emergencia para salir de la crisis, esto es, en políticas sociales. El denostado Plan Jefas y Jefes de Hogar y el programa Remediar seguramente serán, a instancias del reclamante, vedettes del aporte nacional. El repunte argentino para salir del pozo desde 2001 (y la profundidad del susodicho pozo) inspiran a Préval una hipótesis de emulación y, acaso, le producen un sentimiento de identificación.
Tres son los ejes del programa conjunto que a machamartillo se prepara en los tres países del ABC: políticas para salir de la emergencia, el primero. Un haz de políticas públicas en materia de justicia y derechos humanos, el segundo. El tercero versa sobre cuestiones productivas y financieras.
El primer funcionario argentino concernido en la actividad es el subsecretario de Política latinoamericana, Leonardo Franco, quien participó en un almuerzo con Préval en el Palacio San Martín junto al canciller Jorge Taiana y la ministra de Defensa, Nilda Garré. Kirchner mismo le pidió a Felisa Miceli que sumara a una persona de su íntima confianza y la ministra de Economía (que no dispone de muchas a su alrededor) agregó a la lista a la subsecretaria de Coordinación Económica, Silvia Canela. Hay funcionarios de Salud, de Desarrollo Social y de Trabajo para la crucial área de políticas sociales, el de más alto rango es el secretario de Empleo, Enrique Deibe. Todos ellos, más el embajador en Haití, Ernesto López (que pasó por Buenos Aires en las últimas dos semanas), vienen reuniéndose contra reloj para tener algo más que un bosquejo (así sea algo menos que un plan de gobierno) en las fechas previstas.
Urdir un programa que se pretende factible para un país muy distinto al propio y, en buena medida, desconocido suena a misión imposible o aun al utopismo (eventualmente bien intencionado) de tantos organismos internacionales. Los argentinos lo saben y, dado que consideran que están armando una movida precursora en la región, tratan de evitar el enorme riesgo. “No vamos a venderle un Plan llave en mano, es imposible” coinciden cuatro de los concernidos, que dialogaron con Página/12.
La idea es resumir experiencias, sintetizar líneas maestras de las acciones sugeridas. Se presentará un documento común al flamante presidente. A partir de junio, se redondeará la ayuda en el terreno con el envío de misiones de especialistas en las áreas que requiera el gobierno de Préval.
La situación económico-social de Haití tornaría envidiables, por comparación, a las más sumergidas provincias de la Argentina. Cifras abismales de analfabetismo, desocupación, de enfermedades infecciosas no tratadas, records mundiales de sida son algunos de los indicadores más pavorosos. Todo eso impone cautela a los funcionarios locales, a la hora de imaginar trasplantar determinadas políticas. Es el caso del programa Jefas y Jefes de Hogar (JJDH) y del Plan Remediar, que son prioridades entre los pedidos de Preval. El desaprensivamente desacreditado plan de ingresos que amañó el duhaldismo en medio de la malaria es el más amplio del continente y, visto desde lejos, resulta mucho más sugestivo que leído desde aquí. Pero la traspolación no es nada sencilla. Más allá del financiamiento, que se supone que Haití requerirá de organismos internacionales, el JJDH funcionó en un país en crisis pero que conservaba jirones de su pasado. “Se puso en marcha de un día para el otro porque, aún devastado, existía el Anses, con oficinas y burocracia en todo el país” explica un especialista del área social, quien añade que Remediar “es un programa de efectos inmediatos pero el reparto de medicamentos es viable en un territorio que cuenta con 4000 centros de salud diseminados en toda su geografía”. El hombre se pregunta cómo podría hacerse algo similar en un país sin Estado, ni siquiera con yerbas de ayer secándose al sol, que era lo que quedaba en Argentina tras el desguace y la crisis de fin del siglo XX. A fuer de sincero, asume que la respuesta le escapa.
Brasil y Chile, cuentan los funcionarios argentinos, también están abocados a la labor. Los chilenos tardaron un poco más en arrancar pues el pedido los sorprendió en plena transición electoral. Los brasileños, en prueba de la importancia que otorgan al tema, comisionaron al asesor presidencial Marco Aurelio García a hilvanar su parte. García es uno de los asesores dilectos del presidente Lula da Silva y uno de los más consistentes predicadores de acrecentar la integración entre Argentina y Brasil.
El calendario que tienen todos por delante es vertiginoso. El próximo viernes 28, en Buenos Aires, se abocarán a hacer converger sus respectivas propuestas en un cónclave en el que el Palacio San Martín será anfitrión. El 4 y de 5 de mayo representantes de las respectivas cancillerías se reunirán con Preval en Puerto Príncipe, la capital de Haití, a fin de tener todo listo para el 14 de mayo.
Argentina, Brasil y Chile, junto a Estados Unidos, Francia y Canadá integran el llamado Core Group, conjunto de Estados involucrados en la ayuda internacional a Haití. La experiencia incluye a la controvertida misión militar criolla de 500 efectivos, en su mayoría afincados en la localidad de Gonaïves. Más allá de las críticas a la presencia argentina, que enraízan en la tradición nacional y popular que ocasionalmente enarbola el gobierno, los funcionarios creen que la experiencia ha sido un éxito. Y que el pedido de cooperación que formuló Preval es una señal en el rumbo de la búsqueda de un liderazgo regional compartido con Brasil que entusiasma a Kirchner y a Lula. “Sabemos que Estados Unidos ofreció cooperación y que Preval prefirió interpelar al ABC”, autoelogian en Cancillería.
Si se horadan conos del silencio que proliferan en la actual administración también se oyen susurros que dicen que una eficaz presencia del ABC primereará virtuosamente también respecto de algún intento del venezolano Hugo Chávez, siempre presto a propagar apoyo (y dinero, algo que no se sabe si el ABC aportará), pero también demasiado inclinado a cierta falta de organicidad, a jugarse por la libre.
Atrás quedaron los tiempos, juran en el Palacio San Martín, en que Argentina y Brasil competían entre sí en Haití. No hace tanto, este diario contó cómo trinaban funcionarios avezados cuando, durante la gestión deRafael Bielsa, Brasil llevó a su selección de fútbol a Haití para disputar un partido con un combinado local. Lula estuvo presente, a la par de los cracks más afamados del campeón del mundo, y miles de camisetas verdeamarelas se repartieron entre la población. Los argentinos rezongaban acerca de la proverbial astucia de los brasileños, siempre duchos en eso de acrecentar su patrimonio simbólico. Ahora, se supone, prima la búsqueda de un objetivo común que es expandir la presencia rectora de los Estados “grandes” en el continente. “Estamos en un momento auspicioso para una integración comandada por gobiernos progresistas como lo son, con las diferencias del caso, el nuestro, el brasileño y el chileno”, intelectualizan en Cancillería, dándole al caso Haití el valor de un precedente. Chávez es un aliado y hasta México será un interlocutor mejor si López Obrador plasma su favoritismo en las inminentes elecciones presidenciales. El conflicto con Uruguay es más un tumor que un lunar en ese escenario construido y anhelado, pero esa es otra historia.
Dicen sus conocedores que el punto de vista de Kirchner sobre las relaciones internacionales, en raíz entre distante y desdeñoso, viró radicalmente en los prolegómenos de la Cumbre de Mar del Plata. “Se convenció de que hay mucho por crecer en ese tablero. Y que ahí también se puede hacer política, anudar alianzas o roscas si usted prefiere”, comenta un kirchnerólogo, a la sazón funcionario de primer nivel. Haya habido o no un clic, lo cierto es que la hipótesis de Argentina y Brasil como moderadores y cauce de la política regional alboreó en Bolivia cuando cayó el presidente González de Losada y reviró en Mar del Plata.
La demanda de Haití también estimula la autoestima oficial en lo que se refiere al debate sobre la intervención argentina en la citada isla, que le motivó reproches de organismos de derechos humanos y de su propia tropa política. De Kirchner para abajo, en un oficialismo que suele tener pocas fisuras (que suele camuflar) cunde una interpretación estimulante. El pedido del presidente electo democráticamente de Haití, interpretan en la Casa Rosada y sus suburbios, convalida la acción diplomática y militar argentina.
Los días que quedan son pocos, lo que no es vivido de modo trágico en un país donde atar con alambre es parte del ser nacional. Agrava la dificultad el endiablado sistema político diseñado en Haití que determinó doble vuelta para los cargos legislativos. El ballottage se está realizando, ya que casi no hay legisladores electos de entrada, e impone alguna duda acerca de si podrá cumplirse el calendario previsto para la unción de Préval.
Lo que salga de esta alquimia está abierto a la corroboración de los hechos y a polémicas ulteriores. La historia (o su reemplazante habitual la crónica) dirá.
Como fuera, ironizando apenas, desde ya puede acreditarse a la gestión de Kirchner estar concretando dos cosas cuya carencia suele serle reprochada desde distintas tribunas: un plan de gobierno y una exportación no tradicional.
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