Aunque antes de que saliera a escena a su alrededor vaticinaban que “recién en marzo” habrá novedades formales sobre su candidatura, lo de Roberto Lavagna ayer fue bastante parecido a un lanzamiento. En el auditorio central de La Rural, colmado por sus seguidores, el ex ministro de Economía habló como nunca hasta ahora y se presentó como la alternativa para 2007, en un acto que tuvo algunas pinceladas propias de una campaña: criticó con dureza al Gobierno, enumeró las bases de su proyecto presidencial y manifestó su decisión de “asumir serenamente una vez más, como en abril de 2002, responsabilidades políticas si sirve a la sociedad”. Dejó en claro, además, que no dejará que nadie maneje los tiempos de su postulación.

El ensayo de Lavagna en su debut como candidato coincidió con la presentación del Instituto para la Concertación, Equidad y Democracia (Icede), que justamente oficiará como una suerte de usina de ideas para su campaña. Los profesionales que lo integran no podían sino elegir el ex ministro de Economía para la primera charla, que dieron en llamar “Argentina: Los desafíos de la Oportunidad”.

Lavagna habló exactamente una hora. Antes de que subiera al estrado, las luces del auditorio se apagaron para la proyección de un spot que por un instante envolvió en un clima de campaña a los 1500 presentes, entre los que sobresalieron sus socios peronistas de El General, los diputados Jorge Sarghini y Francisco de Narváez. Con el slogan “¿Ya decidió en qué escenario está?” de remate, en el corto se asociaron imágenes de los disturbios de San Vicente, los incidentes del Hospital Francés y visitas del presidente venezolano Hugo Chávez con “la Argentina del pasado y la fragmentación” y otras de gente trabajando con “la otra Argentina que mira para adelante y quiere la democracia, pero también la República”.

La misma sensación se instaló después: apenas el no declarado candidato dijo la última palabra, empezaron a sonar los acordes de “Aurora” y en una puesta en escena premeditada los jóvenes sentados en la primera fila –por atrás predominaban los mayores– subieron a saludarlo.

A esa altura, Lavagna ya había dicho que quiere “hacer de la Argentina ese país de oportunidades para todos que supimos tener” y se había preguntado “hasta cuándo el Gobierno va a seguir dando excusas y poniendo esfuerzo en ocultar sus errores”. No fue esa la única crítica a la administración de Néstor Kirchner. “La crispación, la ofuscación, la intolerancia, arriesgan con reproducirse de arriba hacia abajo, creando un clima que atenta contra la convivencia democrática”, advirtió también el ex titular del Palacio de Hacienda y agregó que “hoy ya tenemos el primer desaparecido en democracia”, en referencia a Jorge López. Además, volvió a denunciar el descuido de las instituciones.

Entre otras definiciones, Lavagna explicó que no quiere “un país en manos de mercachifles de derecha que creen que el único valor es el de la billetera” ni “a los comisarios políticos de la izquierda que se creen iluminados y mezclan autoritarismo y billetera”. En lo que se interpretó como un mensaje a Raúl Alfonsín, afirmó también “no acepto presiones de nadie”. Aludió a “los que piensan en candidaturas antes que en un proyecto” y aclaró que “no me gusta que intenten llevarme de las orejas”.

Lavagna reiteró que los pilares de su proyecto son la educación, la justicia social, el trabajo, la seguridad y el cuidado institucional. Esta vez añadió precisiones, como ser que pretende escuelas abiertas sábado y domingo en zonas de alta exclusión y doble escolaridad. También convocó a “una cruzada nacional por la erradicación de la pobreza”.