El fiscal Eduardo Taiano solicitó que diez represores de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) sean sometidos a un juicio oral por el secuestro y asesinato del periodista Rodolfo Walsh. También están acusados por la apropiación de bienes del escritor, entre ellos parte de su obra literaria. “Los delitos fueron cometidos desde el aparato del Estado y constituyeron no sólo violaciones a los derechos humanos, sino también, por su escala, volumen y gravedad, crímenes contra la humanidad de acuerdo al derecho internacional”, señaló Taiano al contextualizar el hecho dentro del plan criminal de las Fuerzas Armadas durante la última dictadura militar.

Los acusados por el secuestro de Walsh son: Jorge Eduardo Acosta, Alfredo Astiz, Pablo Eduardo García Velasco, Jorge Carlos Radice, Juan Carlos Rolón, Antonio Pernías, Héctor Antonio Febres, Julio César Coronel, Ernesto Frimon Weber y Carlos Orlando Generoso. A partir de la resolución que, tal como anticipó Página/12, el fiscal firmó el lunes, el caso de Walsh se encamina a juicio. Ahora deberán fijar su posición las querellas y las defensas y luego el juez federal Sergio Torres estará en condiciones de elevar la causa al tribunal oral.

En su escrito, Taiano inscribió el secuestro de Walsh dentro de los crímenes que cometía el grupo de tareas de la ESMA y citó pruebas y testimonios para probar la participación de cada uno de los imputados en el operativo del 25 de marzo de 1977, en el que el periodista fue interceptado cerca de San Juan y Entre Ríos. El objetivo de los represores era llevarlo a la ESMA para torturarlo, pero él se resistió. Después de un tiroteo, llegó a la ESMA, aunque lo habrían llevado allí sin vida. Hasta hoy sigue desaparecido.

Las declaraciones de Patricia Walsh, hija del escritor; Lilia Ferreyra, su mujer; los vecinos de su casa de San Vicente, que fue atacada y saqueada, y las de sobrevivientes de la ESMA resultaron centrales para el fiscal. Pero Taiano también mencionó los testimonios de los mismos represores, que admitieron que el secuestro de Walsh fue planificado en la ESMA y llevado a cabo por los integrantes del grupo de tareas de ese lugar.

Acosta, por ejemplo, reconoció que había material del escritor en el centro clandestino de detención. Radice dijo que se enteró de que “Walsh era ‘un blanco de inteligencia’” y admitió que vio “detenidos en el ámbito de la ESMA, específicamente en lo que se llama el Casino de Oficiales”. Algunos de ellos, aseguró, estaban “con esposas colocadas, otros con grilletes y otros con sus ojos tapados o tabicados”. González no sólo admitió el hecho, sino que dio detalles: “Recuerdo también el caso en el que murió en un enfrentamiento a quien conocía por el sobrenombre de ‘Neurus’ o ‘Esteban’, quien en realidad fue Rodolfo Walsh. No estuve en el hecho puntual, pero sí en el operativo exterior. Walsh fue muerto y su cuerpo fue llevado al grupo de tareas, porque era el procedimiento normal”.

“Los acusados –concluyó Taiano– ostentaron la calidad de ejecutores directos de los hechos, en cuya realización no carecieron ni de libertad ni de responsabilidad, en tanto, si bien pudieron negarse a realizar los actos delictivos, persistieron en su comisión. Estuvieron dispuestos en todo momento a realizar voluntariamente las acciones delictivas, a ejecutar cualquier orden, por aberrante que fuera, sin oponer reparo alguno y sin titubear ante la grave dimensión de los hechos.”