Jueves, 15 de marzo de 2007 | Hoy
EL PAíS › CELINA MANRIQUE, LA NIETA 87 QUE RECUPERO SU IDENTIDAD
Por Alejandra Dandan
Para los treinta años del golpe, sus compañeras de escuela, en Mendoza, le pidieron que preparase una charla. Ese 24 de marzo ella habló de los efectos del terrorismo de Estado en el país y de los desaparecidos sin saber, dijo ayer, que “yo había sido una de las protagonistas”.
Rebeca Celina ahora tiene 30 años, es maestra de una escuela de Anchoris en Luján de Cuyo y acaba de enterarse de que es hija de Laura Terrera y Alfredo Manrique, los dos desaparecidos luego de un secuestro el 20 de julio de 1977, cuando iniciaban un viaje de Mendoza a la estación de ómnibus de San Juan. Celina estaba con ellos. Había nacido el 8 de noviembre de 1976 y para entonces había cumplido ocho meses. Sus familiares le perdieron el rastro desde entonces, que hace unos seis meses comenzaron a reencontrar.
“En los primeros años no se podía averiguar mucho de lo que había sucedido”, dice ahora su tío Raúl Terrera, una de las personas que la buscaron subiendo y bajando pasillos y recovecos de tribunales con una silla de ruedas. “Medio como que cuando preguntábamos por ellos o por ella, nos rechazaban: no averigüen, nos decían, ‘ya está’. Y después estos últimos años apareció una esperanza que hemos llevado hasta el final, pero estamos hablando de que pasaron treinta años, y eso es una cantidad de tiempo impresionante.”
Por el aporte de un familiar cercano a las personas que criaron a Celina durante estos años, el Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos (MEDH) de Mendoza comenzó una investigación que dejó en manos de la Justicia.
“En los primeros días de febrero recibimos una información anónima”, explicó anoche el abogado Pablo Salinas, del MEDH, y apoderado de la familia. “Con esa información llegamos hasta donde estaba ella y ella se presentó ante el juez. En ese momento, ella le contó al juez que sabía que no era hija biológica del matrimonio que la crió, aunque recién se había enterado.”
Celina conoció esta parte de su historia en paralelo, unos cuatro meses atrás. Quienes están cerca de ella aseguran que aunque las personas que la rodeaban sabían que había sido adoptada, ella no lo imaginaba. Fue en la escuela donde da clases donde le pidieron el año pasado que preparara una charla por los treinta años del golpe de Estado. Ella la preparó, y se lo comentó en estos días a Salinas. “Pensar que yo –le dijo– explicaba todo lo del golpe, y resulta que era una de las protagonistas.”
Laura Terrera, su madre, tenía 21 años y también era maestra. Su padre Alfredo tenía 26 años, estudiaba Ciencias Política en Mendoza y los dos militaban en la JP. Según la querella, probablemente los secuestró un grupo de tareas cuando llegaron a la terminal de Mendoza. Lo que pasó con ellos aún es un misterio, como sucede con muchas de los efectos de la represión en la provincia. Los organismos de derechos humanos locales explican que fue uno de los lugares donde la represión golpeó con muchísima dureza durante todo ese 1977, donde los secuestrados eran llevados a la tortura en el D2 de Inteligencia de la policía y luego eran trasladados al campo Las Lajas que funcionó como un centro clandestino de detención.
La búsqueda de Celina involucró a sus tíos, abuelas, al MEDH, a las Abuelas de Plaza de Mayo y a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, la Conadi, que el martes pasado terminó de confirmar el resultado del análisis genético que decidió hacerse la propia Celina.
“Eso es importante –dice Salinas–, porque además es uno de los pocos casos de restitución del interior.”
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