Jueves, 12 de abril de 2007 | Hoy
EL PAíS › ZAFFARONI CONTRA LA JUDICIALIZACION DE LOS CONFLICTOS
El ministro de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni dijo que la función judicial no es resolver los conflictos sociales. Habló en la presentación de un libro sobre los tribunales de Argentina y México.
“Los espacios de decisión política para resolver conflictos sociales se han reducido enormemente, y la función judicial no es resolver este tipo de conflictividad. Esto que llaman la judicialización de la protesta social es, en realidad, la judicialización de la política, y esto preocupa mucho”, señaló el juez de la Corte Suprema de la Nación Raúl Eugenio Zaffaroni. El magistrado participó junto al abogado Roberto Gargarella y el diputado nacional Miguel Bonasso de la presentación del libro La política desde la justicia. Cortes supremas, gobierno y democracia en Argentina y México, de Karina Ansolabehere. El evento fue una oportunidad para debatir sobre la relación entre el Poder Judicial y el político.
Cuando Zaffaroni tomó el micrófono, primero recordó que México era “como mi segunda patria”, debido a los años que vivió allí en el exilio, durante la última dictadura militar. Luego destacó que uno de los puntos más positivos del libro era “el enfoque, porque desde las ciencias políticas y sociales se ha enfocado poco sobre los poderes judiciales”. Intentando explicar la situación por la que está pasando la Justicia en estos momentos, el magistrado aseveró que existía “un fenómeno sobre las Cortes” y señaló que la función judicial no era resolver los conflictos sociales.
Roberto Gargarella, autor de libros como La Justicia frente al gobierno y El derecho a la protesta, también hizo alusión a la judicialización de la protesta. Al detenerse en la relación entre el Poder Judicial y el político resaltó el paralelo que encontraba “entre los casos de Neuquén ahora”, en referencia al asesinato del profesor Carlos Fuentealba en una manifestación docente y el de la maestra Marina Schiffrin, procesada por participar en un corte de ruta. “En el caso de Schiffrin –explicó–, la Cámara de Casación hizo un planteo en el que vinculaba manifestación social y sedición. En aquel fallo la Cámara decía que democracia era votar regularmente y que todo lo demás era sedición, un desafío a la patria. Este tipo de jurisprudencia es corresponsable del tipo de conflictos que existen hoy.”
Gargarella también destacó que en el libro que se estaba presentando se plantea “una tesis poco desarrollada en Argentina que es detenerse a observar los movimientos estratégicos que tiene la Corte a través de los años, y la Corte es el anteojo de cada gobierno”.
El periodista y diputado nacional Miguel Bonasso fue quien dio inicio a la presentación, en una sala de la Biblioteca Ricardo Güiraldes de la ciudad. Bonasso enmarcó el contenido del libro, en el que la autora hace un análisis comparativo de las Cortes Supremas de México y Argentina, investigando dentro de la línea temporal que establecen los procesos democráticos en marcha en este momento en los dos países, 1988-2004 en el caso de los mexicanos y 1983-2004, poniendo el ojo a las relaciones entre el Poder Judicial, el poder político y la sociedad civil.
El año en el que Ansolabehere comienza a analizar la Corte mexicana no fue elegido al azar. Es cuando en México se produce un gran fraude electoral para que no gane el candidato de centroizquierda Cuauhtémoc Cárdenas, y en favor de Carlos Salinas de Gortari, representante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que detentaba el gobierno desde sesenta años atrás.
Ese fue el comienzo del final de una etapa unipartidista del ejercicio del poder, y cuando el pueblo mexicano se empezó a involucrar en el proceso político. El enfoque argentino está puesto sobre la vuelta de la democracia en adelante, pasando por la crisis del 2001, en la que el “que se vayan todos”, también pasó sobre la Corte menemista.
Conocedor de la historia y el proceso mexicano, Zaffaroni aseguró que “las características de la Corte mexicana son producto de la coyuntura de apertura democrática que está viviendo México. Ayuda mucho, por ejemplo, que el Poder Ejecutivo no tenga mayoría propia en el Congreso”. En cuanto al desarrollo de poderes y sistemas judiciales, el jurista recordó que “los poderes judiciales se fueron dinamizando a través de la historia. No hay que olvidarse que España salió del franquismo e Italia del fascismo después de muchos años, y el Poder Judicial de cada país se dinamizó positivamente”.
Promediando su exposición, el ministro de la Corte estableció a la revolución campesina mexicana de 1910 como una de las causas que amalgamaron el poder. “La revolución mexicana dejó consecuencias importantes, porque la reconstrucción del país generó una gran concentración de poder. Y todos sabemos que el poder es muy fácil de concentrar, pero a la hora de desconcentrarlo se transforma en una ardua tarea. Esta situación hace que sea muy difícil hablar de Poder Judicial.”
Sin embargo, pudo establecer los avances a los que se arribó en esta etapa moderna de los procesos democráticos. “Pasar de un sistema de nombramiento a uno de selección fue altamente positivo. Y el Consejo de la Magistratura tiene una función fundamental, porque el Poder Judicial concentra la administración en la cúpula y esto verticaliza demasiado el sistema. Mi ideal es que la estructura debería ejercerse de manera horizontal.”
Informe: Julián Bruschtein.
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