Desde Madrid

Si alguien en la delegación argentina cree en las señales pingüinas del más allá (o del más acá), hoy tendrá un dato concreto al que aferrarse: en el Palacio de Santa Cruz de esta ciudad será hoy el primer encuentro con funcionarios uruguayos para intentar retomar el diálogo en el conflicto por la instalación de la papelera Botnia frente a Gualeguaychú. Argentina volverá a reclamar la relocalización de la planta, su pretensión de máxima. Pero, con una dosis de realismo, los representantes traen buena predisposición para explorar a “agenda abierta” otras salidas que impidan la contaminación ambiental. Uruguay, hasta ahora, sólo ofreció un monitoreo conjunto de la producción pastera. Uno de los grandes misterios de la jornada es si el “facilitador” nombrado por el rey Juan Carlos de Borbón informará novedades de su expedición a Finlandia, donde tuvo contactos con el gobierno y la empresa.

El Palacio Santa Cruz es una sede del Ministerio de Relaciones Exteriores español, ubicada a metros de la Plaza Mayor. Allí el canciller Miguel Angel Moratinos les dará la bienvenida a los equipos de ambos países a las siete de la tarde y luego habrá una primera reunión de alto nivel que, todo hace pensar, estará signada por la sobriedad de la diplomacia, por muy severos o irritantes que puedan ser los planteos. A esta mesa chica están convocados por Argentina el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el canciller Jorge Taiana y el embajador Carlos Bettini, y por Uruguay el secretario presidencial Gonzalo Fernández, el canciller Reinaldo Gargano y el embajador Ricardo González Arenas. También estarían los jefes de gabinete de ambas cancillerías. El nexo será el facilitador Juan Antonio Yáñez Barnuevo, que abrirá el juego.

La Casa Real tiene una apuesta política fuerte a que se destrabe el diferendo, que le resulta increíble tratándose de países vecinos y hermanos. No pueden entender ni la intransigencia uruguaya, ni que Argentina no haya podido hacer nada en relación con Botnia. El canciller Moratinos, cuentan fuentes diplomáticas, también es optimista aunque –aclaran después– “él es optimista siempre”. A Yáñez Barnuevo lo describen como alguien tan discreto e inexpresivo que es imposible deducir lo que piensa.

La realidad es que ni los españoles ni los funcionarios de los países en pugna tienen expectativas –al menos eso aseguran– de que salga una solución mágica de las tres reuniones que empiezan hoy y terminan el viernes. Por supuesto, siempre puede haber sorpresas. Todos coinciden, sí, en un diagnóstico: “sentarse a hablar –dicen– es de por sí un triunfo”. Teniendo en cuenta que ya pasó un año desde que Tabaré Vázquez dio por terminadas las conversaciones, evalúan que la sola recuperación de una negociación es un avance.

El factor electoral

La intervención del rey español fue impulsada por el presidente Néstor Kirchner, después de haber acordado el traslado de la papelera española Ence, que también iba a estar en Fray Bentos. Uruguay, está claro, llega a esta nueva instancia de diálogo a regañadientes. Las últimas declaraciones explosivas del presidente uruguayo, que dijo tener una “expectativa pobre” sobre la mediación porque la mudanza de Botnia es “inaceptable”, tampoco auguran un proceso fácil.

Hay dos factores que condicionan, además, los pasos de ambos gobiernos: la cercanía de las elecciones presidenciales, que en octubre serán en Argentina y el año próximo en Uruguay. También los cortes de los puentes internacionales. Es evidente que para la Casa Rosada sería un duro golpe que la planta de Botnia comenzara a funcionar, como prevé la compañía, un mes antes de los comicios. En ese sentido, vería con alivio una postergación de la inauguración. Por otro lado, cualquier salida intermedia que proponga generará descontento en los ambientalistas. Y para la administración de Tabaré, ceder ante los bloqueos implicaría una enorme concesión.

Al momento de hablar ahora cara a cara, Argentina dejará en claro de entrada que su aspiración es la relocalización de la pastera finlandesa, para lo que siempre ofertó su financiamiento. También va a reiterar su convicción de que el país vecino violó el Estatuto del Río Uruguay al resolver en forma unilateral la instalación de la planta. Pero el Gobierno analiza otras alternativas, que siempre serán presentadas de modo tal que no impliquen aceptar los hechos consumados y que apunten a la preservación de las aguas del río compartido. Así como se maneja la opción de financiar la construcción de un ducto que lleve los desechos de la fábrica de pasta de celulosa al Río de la Plata, también se buscarían mecanismos para evitar que Botnia produzca más de lo previsto, algo que los expertos argentinos sospechan. El remedio del monitoreo conjunto que siempre propuso Uruguay sólo sería contemplado a largo plazo y con muchas condiciones.

Ayer sólo habían llegado a Madrid la jefa de asuntos legales de la Cancillería, Susana Ruiz Cerutti, y el jefe de asesores de la cartera, Alberto D’Alotto. Entre la madrugada y el mediodía de hoy llegarán los demás, uruguayos incluidos. Para todos, la estadía en un lujoso hotel de Puerta de Hierro es invitación del Estado español. Por la noche, habrá una cena de bienvenida que se hará en el mismo Palacio de Santa Cruz sólo para los funcionarios políticos. Mañana y el viernes se mezclarán reuniones de técnicos y de políticos, que se harán en la Quinta del Palacio del Pardo.

A menos que alguien saque una solución de la galera, todo parecería camino a una posible tregua. Igualmente es factible que, al menos argentinos y españoles también, intenten mostrar algún resultado al final de esta primera rueda madrileña para evitar que sea leída como un fracaso.