SOCIEDAD › DECLARO LA MUCAMA DE CARLOS CARRASCOSA

Testigo cama adentro

Mirta Molina, todavía empleada doméstica de Carlos Carrascosa –a quien llama “mi patrón”–, pasó como testigo y casi queda detenida por falso testimonio. Sufrió de muchos olvidos y contradicciones. Molina Pico seguirá convocando testigos la semana próxima.

 Por Horacio Cecchi

Ayer fue el turno de testimoniar de Mirta Molina. La mujer aseguró que todavía trabaja como mucama para “don Carlos” (Carrascosa, si se debe aclarar), a quien llamó en repetidas ocasiones “mi patrón”. En un sentido, la mujer había cumplido expresamente con el juramento que le había tomado la presidenta del tribunal, María Etcheverry: no había faltado a la verdad y, además, dejó en claro para ella dónde quedaba. Pese a todo, durante su testimonio, que se estiró durante tres horas, la atacaron al menos ocho olvidos y contradicciones que obligaron al tribunal a leerle sus declaraciones durante la instrucción del caso para refrescarle la memoria. La verdad laboral de Molina la llevó casi al borde de las lágrimas y de las rejas cuando el fiscal casi tocayo pidió su procesamiento luego rechazado por los jueces.

No llamó tanto la atención la cantidad de olvidos o contradicciones de Mirta Molina sino que en su totalidad beneficiaban a “mi patrón”, lo que en determinado momento resultó, para los presentes, algo sugerente. De alguno de los olvidos no se la podrá culpar en demasía: si durante una audiencia anterior, la testigo Delfina Figueroa había confundido a su novio, Diego Piazza, con Guillermo Bártoli, y no fue procesada, por qué habría de serlo Molina por confundir a la socia del country, Carmen Piazza, con la mucama Betty a secas, como quien le avisó por la muerte de “mi ex patrona” María Marta.

Pero de ahí a no recordar que “debieron tirar a la basura” las almohadas y las sábanas donde estuvo apoyada MM porque estaban bañadas en sangre dista mucho. También le costó recordar con dificultad que fue tanta la sangre que el colchón de la cama matrimonial quedó manchado del lado de abajo. Cuando Molina Pico le preguntó por qué se había puesto a limpiar la sangre del baño y el dormitorio, la testigo respondió “porque es mi trabajo”. Tuvo un poquito de amnesia cuando le preguntaron quién le había dado la orden, hasta que pudo recordar que por ahí había sido Bártoli, tal como lo había asegurado en la instrucción. Molina también trastabilló cuando le tocó describir que había encontrado la ropa empapada en sangre que MM llevaba puesta cuando la atacó el grifo de seis cabezas, y un pantalón también ensangrentado de “mi patrón” que se ve que andaba por allí (el pantalón) en ese momento o al intentar trasladar el cadáver en la difícil pero encomiable tarea de reanimarlo.

Molina creyó recordar que esas ropas, con algunos toallones también coloridos, los guardó en un armario del baño y se excusó diciendo que en ese momento estaba shockeada. Aunque un sedimento de años de oficio le permitieron superar el shock y casi como reflejo lavar esas ropas, plancharlas y recordar que el pantalón de “mi patrón” no había quedado del todo bien y su compañera Ema, la siguiente testigo, la terminó convenciendo de que lo tirara. En medio de tal tragedia, nadie se iba a fijar en gastos.

Un poco para salvar los tantos y otro poco como para garantizarse el regreso a casa, la empleada doméstica de “mi patrón” sostuvo que en aquel momento sospechó un crimen porque ella había trabajado como guardia en el sector de minoridad del Palacio de Justicia y que le pareció extraño que nadie tomara fotos. Pero dijo que después se quedó tranquila porque vio que en el velorio estaba presente Molina Pico y uno o dos policías, retomando el error originario de la defensa de “mi patrón” de considerar que supuestos errores de un fiscal liberan de culpa a su acusado.

Según la mucama, Molina Pico y los policías se encerraron en el lavadero con Guillermo Bártoli, cuñado de la víctima, que les mostró la casa, e incluso los vio recorriendo el perímetro alambrado del chalet (lo que, para los memoriosos, parecería indicar que tomaba en cuenta la hipótesis del robo cuando la familia culpaba al grifo de seis cabezas y a su cómplice, la viga).

Después siguió su compañera Ema Benítez. Y el anuncio de que el fiscal Molina Pico extenderá la citación de testigos aún durante la semana próxima.

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El fiscal Diego Molina Pico pidió a los jueces el procesamiento de la empleada, pero lo rechazaron.
Imagen: Martín Quintana
 
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