Miércoles, 18 de abril de 2007 | Hoy
Así lo afirmó Mary Burton, la única argentina que participó de la Comisión de Verdad y Reconciliación de Sudáfrica. Estuvo en una charla convocada por Carrió, quien elogió el proceso de ese país.
Por Werner Pertot
“Un milagro.” Así definió Elisa Carrió la salida del apartheid en Sudáfrica. En seguida, aclaró: “El milagro no lo hizo Dios; lo hicieron los hombres al perdonar”. La líder de la Coalición Cívica (CC) volvió sobre el proceso sudafricano en una charla sobre “Derechos humanos de ayer y hoy”, en la que tuvo a una invitada especial: Mary Burton, la única argentina que participó de la Comisión de Verdad y Reconciliación de Sudáfrica. “Nelson Mandela es el que perdona al enemigo. Ellos tienen el concepto de Ubuntu: si yo perdono, reparo el cosmos”, afirmó Carrió.
A pura sonrisa, Carrió estaba en su salsa en el auditorio Astor Piazzolla del coqueto Centro Cultural Borges, repleto hasta la última fila (en su mayoría, por mujeres). En la mesa se sentaron junto a la ex diputada, Burton, la legisladora ex bullrichista María Eugenia Estenssoro y la monja Regina, la madrina espiritual de Carrió. “En nuestro viaje a Sudáfrica fuimos a ver a una heroína nacional y yo me encontré con una tía que jugaba al bridge. Y dijimos de llevarla a la Argentina para que mujeres de nuestra clase vean el compromiso civil”, la presentó Carrió.
Burton nació en Rosario, en una familia de clase alta. Mientras estudiaba en Europa, conoció a un empresario sudafricano con el que se casó y se fue a vivir a Ciudad del Cabo en 1961. En la charla, relató que la llegada a Sudáfrica la shockeó: “Las ciudades se dividían por razas. Y en ese momento se cerraron las escuelas nocturnas para negros”, contó. Primero hizo beneficencia, pero luego se sumó a las Black Sash (Fajas Negras), un grupo de mujeres blancas que protestaban contra el apartheid, recogían denuncias de violaciones a los derechos humanos y proveían asesoramiento legal. Usaban la faja como un símbolo de la muerte de la Constitución. “Por muchos años fuimos rechazadas por la sociedad blanca, pero también por los intelectuales negros”, indicó.
En un aparte con Página/12, Burton relató cómo se gestó la amnistía sobre el final de las negociaciones de paz. “La presión vino de los victimarios, que amenazaron: si no había amnistía, las elecciones de 1994 no pasarían sin violencia”, recordó. “Las organizaciones de derechos humanos pensamos que era una falta de respeto a las víctimas”, dijo. “La transición se pagó con la amnistía, pero ellos pagaron con la verdad”, aseguró frente al público. Con la ley de promoción de la unidad y reconciliación nacional, se sancionó una amnistía por la que quien quería ser perdonado debía declarar ante la Comisión por la Verdad y la Reconciliación, que presidió el arzobispo Desmond Tutu. Mandela –que había llamado al movimiento de Black Sash la “conciencia moral de la Sudáfrica blanca”– la eligió a Burton como parte de sus integrantes. Le dieron un coche con chofer, que no aceptó, a diferencia del resto. “La meta no era la venganza, sino la reconciliación”, relató Burton.
La comisión recibió el apoyo del Equipo Argentino de Antropología Forense para reconocer los restos de cientos de militantes negros enterrados en fosas comunes en todo el país o arrojados al río. El informe final se basó en los testimonios de catorce mil víctimas y de ocho mil represores y ex guerrilleros (porque también juzgaron las acciones del movimiento de liberación). “Lo mejor que se puede decir del trabajo de la comisión es que nadie puede decir que no sabe lo que pasó. Pero ahora los derechos humanos que se violan son económicos y sociales. Sólo tendremos reconciliación cuando dejen de existir las inequidades”, concluyó Burton.
“Ella no tenía un hijo con problemas en el apartheid”, señaló Carrió, quien recordó que en su viaje a Sudáfrica tuvo una entrevista con ex militantes negros: “Nos dijeron: ’Nosotros, que luchamos contra el peor sistema, también violamos derechos humanos’. Algo que en la Argentina no se habla”. Carrió sostuvo que es “más perfecto” el sistema legal argentino que el sudafricano, pero señaló que a la Argentina le falta “el espíritu”. “Falta la justicia de restauración. Que el otro dijera dónde estaban enterrados sus familiares era más importante para ellos que una condena sin confesión”, planteó.
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