EL PAíS › UNA TESTIGO DENUNCIO QUE LA SECUESTRARON

La vigencia de los represores

A casi nueve meses de la desaparición de Julio López, otra testigo de los Juicios por la Verdad en La Plata, Felisa Marilaf, denunció que la secuestraron durante dos horas y le advirtieron que “no hable más”.

 Por Alejandra Dandan

Otra vez la justicia federal de La Plata investiga el secuestro de una sobreviviente de los campos de la última dictadura. Como Julio López, se trata de una ex desaparecida, testigo en las audiencias del Juicio por la Verdad que asegura haber pasado el último domingo secuestrada a bordo de un auto que dio vueltas durante dos horas en la ciudad de La Plata. Según la denuncia, de la que se hicieron eco varias organizaciones de derechos humanos y el consejero de Naciones Unidas Norberto Liwsky, en el auto le recordaron que ya le habían perdonado la vida una vez y le sacaron sólo un handy con GPS del programa bonaerense de protección a testigos. El handy, según fuentes federales, dejó de transmitir esa noche la señal.

“Lo primero que hay que tener en cuenta es que fuera el caso que fuera, esto es un mensaje para todos”, dijo Nilda Eloy, testigo del juicio al ex subcomisario Miguel Etchecolatz y sobreviviente de los campos. “Con este caso nos están diciendo: ‘Nosotros hacemos lo que queremos, aunque tengan su dichosa protección especial a testigos’”.

El episodio sucedió el domingo a la noche, alrededor de las 22. Según la denuncia policial, en una esquina de la plaza Moreno, en el centro de la ciudad de La Plata, un auto levantó a Felisa Marilaf cuando salía de la casa de una hija. Dentro del auto, ella dijo que había dos personas. Que la tuvieron agachada contra el piso en la parte de atrás, durante las dos horas en las que, dijo, el coche no dejó de dar vueltas.

En esas dos horas, aseguró, le dijeron que no hable más en los juicios, así y en plural. Y que “ya una vez le perdonaron la vida”. Finalmente, “la tiraron”, dijo, en la esquina de 54 y 21, detrás del Regimiento 7º, en una zona todavía urbana. Cuando terminó la odisea, bajo estado de shock y como pudo, contó en este caso Nilda Eloy, llamó desde su celular al teléfono de atención a la Víctima de la Provincia de Buenos Aires, donde comenzó, literalmente, el motivo por el cual los organismos terminaron de cuestionar anoche enérgicamente a las autoridades locales.

Felisa Marilaf estuvo secuestrada durante la dictadura en La Cacha, uno de los centros clandestinos de detención de La Plata. Aunque ahora no milita en ninguno de los organismos, suele estar presente en las marchas y sus declaraciones en las audiencias del Juicio por la Verdad que lleva adelante la Cámara Federal de La Plata parecen claves para reabrir una investigación y avanzar sobre lo que sucedió con su pareja, Hugo Alfredo Iglesias, uno de los desaparecidos sobre los que aún nunca se investigó. Iglesias trabajaba en La Gaceta de la tarde y fue secuestrado en el ’76.

La desaparición de Julio López nueve meses atrás la hizo poner en alerta también a ella. Y fue una de las víctimas que denunció amenazas telefónicas y explicó que una vez le cruzaron un auto para pedir la incorporación al Centro de Atención a la Víctima de la Provincia de Buenos Aires que depende de Alberto Linares. A través del programa, ella recibió el handy con GPS, una de las alternativas que desarrolló el programa para sumar a las víctimas del Terrorismo de Estado. Con el handy, el programa debía proveerla de otro tipo de cuidados.

Felisa llamó a ese teléfono cuando la soltaron. “En lugar de mandarle a un psicólogo o alguien que la contenga –explicó Nilda Eloy–, le mandaron a dos policías que se la llevaron a la comisaría 5ª.” En la comisaría 5ª, ella declaró en estado de shock y como pudo. Ese lugar, saben los platenses, funcionó como centro clandestino de detención.

Con estos datos, la causa pasó inmediatamente del ámbito provincial al juzgado federal 1 de Manuel Blanco y la fiscalía de Sergio Franco. Por el tipo de amenazas, los antecedentes de la víctima y particularmente el episodio del handy descartaron en principio la hipótesis del robo. “De los dichos de la víctima, acá por lo menos se desprende la figura de amedrentamiento de testigo”, explicó una fuente de la causa.

A esta altura, y luego de 24 horas, los investigadores saben que el handy dejó de transmitir la señal de GPS ese mismo domingo. En principio, descartan la hipótesis del robo porque sólo faltó el handy. Y aunque lo evaluaron, descartan que haya habido una intención de dañar el material de parte de la víctima porque los psicólogos del Centro de Atención a la Víctima lo descartan. Así las cosas, la Justicia en este momento espera una nueva declaración de la víctima para poder obtener detalles que el estado de shock y la presencia policial evitó. Por otro lado, cree que el secuestro puede responder al mismo tipo de patrón que se denunció en el caso de Julio López. O son bandas de grupos que actúan por encargo, instigadas sí por gente que formó parte de la represión. O son, directamente, dicen, grupos nuevos que participan de la misma ideología que los militares de la dictadura y que están muy preocupados con los avances que tienen los causas judiciales con los juicios y las condenas.

A ninguno de los que estuvieron cerca del caso, se le escapó en estas horas que La Plata se prepara para el segundo juicio oral, en este caso contra el capellán de la policía, Christian von Wernich. Felisa no formaba parte de las personas convocadas como testigos, pero tampoco nadie cree que eso haga falta.

“La situación es muy muy grave a pocos días del juicio”, dijo Adriana Calvo en representación de los organismos nucleados en Justicia Ya. “Estamos muy preocupados, y queremos decir que los testigos, abogados y militantes hacemos responsable al Gobierno porque a nueve meses de la desaparición de López todavía no hay ningún resultado.”

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Felisa Marilaf estuvo secuestrada en La Cacha en 1978 y fue testigo en el Juicio por la Verdad.
 
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