Lunes, 15 de octubre de 2007 | Hoy
EL PAíS › EL PADRE CAPITANIO CRITICO A LA CUPULA DE LA IGLESIA
Ante la condena a Von Wernich, el sacerdote Rubén Capitanio sostiene que la respuesta de los obispos fue incompleta. Pide que la Iglesia tome medidas con el ex capellán de la policía.
Por Elio Brat
desde Neuquén
De regreso a su parroquia Nuestra Señora Virgen de Luján, en Centenario, a 30 kilómetros de Neuquén capital, el padre Rubén Omar Capitanio reflexiona acerca de la condena al ex capellán de la Policía Bonaerense Christian Federico von Wernich, su propio paso como testigo en el juicio que se realizó en su ciudad natal, La Plata, y el papel que en estos momentos lleva adelante la institución que contiene a ambos: la Iglesia argentina.
–¿Qué sintió al conocer y escuchar la condena a Von Wernich?
–Sentí mucho dolor y mucha vergüenza. En el juicio volvieron a ponerse sobre la mesa los delitos cometidos durante la dictadura militar y se reabrieron las heridas de muchos que vivieron ese horror que pasó en nuestra patria. Y la vergüenza es porque un hermano de la Iglesia había tenido participación en ese horror y en esos delitos tan aberrantes. Los argentinos todavía tardamos en hacernos cargo de esas heridas: pasaron 30 años para que hubiera un poco más de verdad y de justicia. Pero también sentí una serenidad de saber que los argentinos estábamos mejor, porque desde el 9 de octubre del 2007 la Argentina es más digna.
–Al hablar por último ante el tribunal, Von Wernich se comparó con Jesucristo...
–Sí. Creo que volvió a desperdiciar una nueva oportunidad muy importante en su vida. Y me pareció terrible porque manipuló textos de la Biblia y daba la sensación de que estaba dando una clase de religión. No demostró ningún sentimiento ante los delitos que se investigaron y que él no podía negar ya que sus mismos defensores lo reconocieron en el juicio. Von Wernich no expresó ningún dolor ante todas esas aberraciones. Entonces ese compararse con Jesucristo me pareció realmente patológico... Cuando dijo “a Jesucristo lo crucificaron pero resucitó”, no sé por qué pero me pareció como la amenaza de Etchecolatz cuando recibió su sentencia y les dijo a los jueces “esta condena se volverá contra ustedes”. Lo que dijo Von Wernich fue como decir “ustedes me matan pero yo voy a resucitar”. Y él, me parece, no tiene ninguna credibilidad para hablar así, cuando no vio los cristos vivos y crucificados en lugares donde él estuvo y que él mismo y su propia defensa reconocieron que fue así.
–La Iglesia hasta ahora dio algunos signos de reacción que para muchos fueron muy blandos. ¿Qué le parecieron?
–Yo creo también que la iglesia, nuestra Iglesia, perdió otra oportunidad. Estoy seguro de que los obispos estuvieron conmovidos ante la condena a Von Wernich, pero esa conmoción no debió impedirles asumir la responsabilidad primera que como iglesia tenemos que asumir. Ciertamente el sacerdote (Von Wernich) es el responsable personal de los actos de los que se lo acusa, pero no podemos negar que es el miembro de una institución que no solamente en Von Wernich ha faltado o ha fallado o ha sido infiel a su compromiso con la vida. La Iglesia en el año 2000 pidió perdón por todo eso. Entonces yo adhiero totalmente al comunicado de los tres obispos en la noche del 9 de octubre, lo que me parece es que le falta, que está incompleto.
–¿Usted espera que Von Wernich sea sancionado y que no pueda ejercer más el sacerdocio?
–Yo creo que la Iglesia tiene el deber de resguardar a la gente de sacerdotes que no sirven desde la doctrina cristiana. Von Wernich ha demostrado en muchísimos casos que no lo hizo. Y aun peor: no es que se abstuvo de brindar un servicio al pueblo de Dios, sino que él brindó un servicio en contra de la doctrina de la Iglesia. Y eso fue probado en el juicio. Entonces un sacerdote que no torturó pero participó o estuvo o sabía lo que se hacía en los tiempos de la dictadura militar y donde él mismo entraba y salía de los lugares donde se combatía la vida sin ningún tipo de legalidad ni de moralidad, la Iglesia tiene que asegurarse de que ese sacerdote no vaya a brindar un servicio a la gente porque es un riesgo muy grande. Cuanto antes, espero que la Iglesia, el obispo de su diócesis, tome la medida que corresponda para evitarle más mal a la gente.
–Después de declarar en el juicio, ¿sintió que había dicho todo lo que quería decir o que todavía le quedaban cosas?
–No, sentí y siento que pude decir todo lo que me parecía que debía decir ante el tribunal. Y tengo que decir que los jueces fueron muy respetuosos conmigo y con todos. Para nada me sentí presionado ni exigido. Y por eso pude decir todo lo que sentía la necesidad de decir. No me fue fácil, pero estoy sereno y tranquilo en conciencia.
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