Miércoles, 24 de octubre de 2007 | Hoy
Las hipótesis de un crimen por venganza o para generar una conmoción política son las que guían la pesquisa del asesinato de los policías bonaerenses. Blumberg hizo una minimarcha con efectivos retirados.
Por Raúl Kollmann
Más allá de las declaraciones políticas, de agrupaciones policiales y dos marchas, una ayer y una hoy, la investigación por el triple crimen de La Plata está avanzando en forma acelerada y las fiscales Leyla Aguilar y Cristina Barroca son las que tienen que evaluar las pruebas y los peritajes para tomar decisiones. Tal como adelantó Página/12 el sábado, una de las principales hipótesis de la pesquisa tiene que ver con una venganza, en especial contra el joven oficial Alejandro Vatalaro, porque resulta llamativa la cantidad de puñaladas que le propinaron. También se trabaja en la otra vertiente: un triple crimen por encargo que tuvo el objetivo de causar conmoción. Ayer, el candidato a gobernador Juan Carlos Blumberg estuvo en una marcha de 40 policías, algunos retirados, otros cesanteados y para esta tarde convocó a una concentración un hermano del asesinado sargento Pedro Díaz. Sin embargo, la esposa y los hijos de Díaz no van a concurrir y tampoco lo harán las familias de Vatalaro y del tercer asesinado, Ricardo Torres Barbosa.
La mecánica de lo ocurrido en la planta transmisora parece estar cada vez más clara:
- Los sujetos –en principio, tres– entraron a la dependencia, tal vez porque Torres Barbosa les franqueó la puerta. El joven oficial apareció asesinado al lado de la puerta.
- Es probable que los homicidas se hayan apoderado primero de su pistola Bersa. Sin embargo, no dispararon. Su objetivo fue Vatalaro: le propinaron nada menos que 33 puñaladas, la mayoría en la espalda y varias de ellas en la cara.
- El ataque fue percibido por el sargento Díaz que estaba durmiendo en un lugar contiguo. No llegó a ponerse la camisa, pero se enfrentó con ellos a puño limpio. Recibió varias puñaladas en los brazos, pero hubo dos cuchilladas mortales. Una, en la boca, que prácticamente le destrozó el maxilar; la otra le quebró una costilla. Terminaron pegándole cuatro tiros en la espalda, después de que él alcanzó a sacar el arma y descargarla contra los agresores.
Lo que más llamó la atención de los investigadores fueron las 33 puñaladas a Vatalaro que probablemente haya estado durmiendo.“Haga usted la prueba de tomar un lechón e intente pegarle puñaladas –le dijo a Página/12 un experimentado criminalista–. Se necesita una fuerza y un odio descomunal para pegar 15 o 20 puñaladas. No hablemos de 33”. En la historia personal y policial de Vatalaro se están buscando pistas que podrían ser de importancia.
El problema es que hay datos que no cierran con el móvil de la venganza. Los agresores usaron guantes, eran varios y se llevaron las armas, algo que no encaja con la idea de, por ejemplo, desquitarse de alguien que mantuvo una relación con la esposa de un preso. En esta vertiente también se buscan elementos. Oscar Díaz, hermano del sargento asesinado, dijo que lo de la planta transmisora “fue para causar conmoción en la sociedad”, aunque sostuvo que no cree de ninguna manera que hayan sido ex policías.
Durante la mañana de ayer, un puñado de retirados y cesanteados de la Bonaerense se reunieron frente al Ministerio de Seguridad. No se trata de la mayoría de los denominados “Sin Gorra”, sino de una fracción que ya fue vista actuando como guardaespaldas y seguridad del acto que hizo Juan Carlos Blumberg en Plaza de Mayo. Aquella vez –y ayer también– la vocera fue la subcomisaria Lidia Seimandi, cesanteada de la Bonaerense por graves irregularidades. Se la acusó de encabezar una red de recaudación ilegal y en el expediente aparecieron firmas falsas de liquidación de horas extras, 5000 pesos mensuales pagados por el Casino de Tigre y que no aparecían en los registros de ingreso de dinero y otras irregularidades de ese estilo. Además de Blumberg, también habló Andrés Chávez, comisario retirado, quien predijo un autoacuartelamiento que, al menos hasta el momento, no se produjo. Por último, Miguel Reynoso, de la Asociación Profesional de Policías, rechazó la idea de que integrantes, retirados o exonerados de la Bonaerense hayan participado del crimen. Hay una agrupación que tiene un diagnóstico curioso: los asesinos integran grupos radicalizados de ultraizquierda, antikirchneristas, que fueron a robar el armamento para producir atentados terroristas.
Para esta tarde a las 18, el hermano del sargento Díaz convocó a una marcha desde la Plaza Moreno hasta la sede del gobierno provincial. La viuda de Díaz y sus hijos no concurrirán y tampoco lo harán las familias de Vatalaro y Torres Barbosa. “Yo soy absolutamente independiente –dijo Marta Díaz–. Yo pienso como pensaba mi marido que era antimarchas; anti-político y a quien no le hubiese gustado que participáramos”.
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