Jueves, 3 de enero de 2008 | Hoy
EL PAíS › LIBERARON A LAS DOS REHENES DE MEDICOS SIN FRONTERAS SECUESTRADAS EN SOMALIA
Casi sorpresivamente, la enfermera argentina Pilar Bauzá y la médica española Mercedes García fueron liberadas en Bosasso, al nordeste de Somalia. El canciller Jorge Taiana y su par español, Moratinos, negaron que se hubiera pagado el rescate de 250 mil dólares.
Una semana después de haber sido secuestradas a punta de pistola mientras se dirigían a un centro nutricional de Médicos Sin Fronteras próximo a Bosasso, al nordeste de Somalia, la enfermera argentina Pilar Bauzá y la médica española Mercedes García fueron liberadas por sus captores. Quizás, como reflejo de la situación del país, dividido en guerras tribales alimentadas desde el exterior, la operación fue exitosamente silenciosa en lo que se refiere a la protección y seguridad de las dos rehenes, pero dramáticamente hermética en su aspecto informativo público. Ambas mujeres fueron entregadas “en buenas condiciones de salud”, según informó la Cancillería argentina, alrededor de las cuatro y media de la tarde somalí (11.30 de Argentina) y fueron alojadas en un hotel céntrico de Bosasso, donde permanecerán alojadas hasta que hoy, en un horario todavía no previsto y mucho menos difundido, puedan ser trasladadas fuera de Somalia. “No se hizo a tiempo para que alcanzaran el transporte que solamente puede despegar hasta las cinco de la tarde –señaló a Página/12 una fuente de Cancillería–. Y hasta que no salgan de la zona hay un estricto pacto de silencio internacional por su seguridad.” Tanto el canciller argentino, Jorge Taiana, como su par español, Miguel Angel Moratinos, negaron el pago de rescate alguno. Hernán Bauzá, hermano mayor de Pilar, dijo a este diario: “Hablamos con ella, estaba muy cansada pero bien de salud. No sabemos cuál será la ruta, si la traen directo o si va a España. Hablamos con ella apenas unos segundos”.
El tono dramático del operativo de liberación estaba dado más allá de la situación de crisis que significa el secuestro en territorio extranjero y en medio de un tiroteo: la negociación con los captores estaba encabezada por el gobierno de un territorio autodenominado Puntlandia, autoconsiderado independiente, dentro de las fronteras de la propia Somalia, con un presidente autoconstituido como tal y sostenido por las cabezas de los subclanes del clan Darood, entre ellas, el subclán Warsangali, diez de cuyos miembros, al parecer, fueron los responsables del ataque y secuestro de las dos cooperantes de Médicos Sin Fronteras, el miércoles 26 de diciembre pasado, a las 7 de la calurosa mañana somalí.
El secuestro tuvo lugar mientras las dos cooperantes se dirigían hacia uno de los centros de nutrición que MSF tiene abiertos en la zona y al que acuden diariamente alrededor de siete mil chicos, según informó la misma ONG de ayuda internacional. Diez hombres armados, tres de ellos enmascarados, tomaron por asalto el vehículo en el que viajaban las dos mujeres con parte de los integrantes del equipo de MSF.
“Nos apuntaron con sus armas, recogieron todos los teléfonos móviles y se llevaron la llave de nuestro vehículo”, había dicho más tarde el traductor oficial del grupo, Ahmed Mohamed Farah, quien viajaba con las dos mujeres en el momento del secuestro. Farah y otros dos somalíes fueron liberados inmediatamente, mientras que las dos mujeres eran arrastradas por la banda hacia una zona boscosa y montañosa, en las afueras de Bosasso. La información del caso, en aquel momento, fue tan confusa como delgado el hilo sobre el que transitó la negociación. Una versión bastante insistente sostenía que el grupo fue perseguido por la policía, que logró rodear a dos (o cuatro, según la versión) de los secuestradores en una casa, se produjo un intercambio de disparos, hasta que los dos (o cuatro) de la banda decidieron entregarse.
Las negociaciones fueron discutidas tanto con los secuestradores como dentro del mismo gobierno de Adde Musse, presidente de Puntlandia. Mientras que Adde Musse aseguraba al enviado argentino, el embajador en Nairobi, Fernando Rolandelli, que mantendría las negociaciones y daba garantías de que se las liberaría en forma pacífica, el ministro de Pesca de Puntlandia, Ahmed Said Nor, insistía en que “de ninguna forma vamos a negociar con ellos, la policía se va a encargar del rescate. Nosotros somos la autoridad”.
El panorama se hizo más oscuro aún cuando la información entrecortada sugería que se había perdido contacto y que los restos de la banda se habían refugiado en Giriso, una zona montañosa al este de Bosasso, de difícil acceso y en la que habitualmente se refugian los emigrantes clandestinos que buscan cruzar el golfo de Adén para llegar a Yemen.
Mientras que Rolandelli, y su par español en Kenia, Nicolás Martín Cinto, se reunían con Adde, pidiendo garantías de una resolución pacífica, MSF enviaba a Somalia un equipo de expertos para colaborar en las negociaciones. “Todos los días teníamos contactos con el gobierno y nos iban informando”, señaló Hernán Bauzá a este diario. Pero la información era escueta porque, en realidad, el cúmulo de versiones que surgían de la misma fuente eran confusas. Así, un día después del secuestro, el gobierno de Puntlandia aseguraba que mantenía las negociaciones, mientras que otras fuentes del mismo gobierno sostenían que se había perdido el rastro.
Dos días después, trascendió que el grupo secuestrador –un desmembramiento del subclán Warsangali, dentro del clan Darood– exigía un rescate de 250 mil dólares, o 169 mil euros, o tres cuartos de millón argentinos, aunque lo solicitaba en cualquiera de las dos primeras monedas. En su momento, el propio canciller Taiana rechazó la versión. Lo mismo hizo su par español, Moratinos, y los representantes de MSF.
“El ex ministro de Puertos está detrás del secuestro y está colaborando con la banda”, aseguró el propio Musse según informó el periódico catalán La Vanguardia. El dato, de alguna manera, podría sugerir la contundencia con la que parecía encarar la situación el actual ministro de Pesca.
Como referencia previa, en la misma región, diez días antes había sido secuestrado el camarógrafo francés Gwen Le Gouil, por quien exigieron 80 mil dólares. Le Gouil fue liberado el 24 de diciembre pasado, pero nadie aceptó que se hubiera pagado el rescate.
Ayer, finalmente, después de haberse perdido el contacto en varias ocasiones, las dos rehenes fueron liberadas en la zona boscosa de Giriso. No está claro si salieron por sus propios medios hasta ser localizadas por la policía, o fueron ubicadas en un lugar determinado. Mostraban en sus rostros la dureza de la tensión y el agotamiento de una semana de cautiverio, y las marcas que deja la incertidumbre en una región donde lo incierto es el pan de cada día.
Inmediatamente fueron transportadas a un hotel, en la ciudad de Bosasso, a cinco kilómetros de la zona donde se concentró la mirada de todo el mundo durante una semana. Inmediatamente, Rolandelli se comunicó con Taiana quien, a su vez, informó a la presidenta Cristina Kirchner sobre el éxito de las negociaciones, luego habló brevemente con Pilar y se comunicó con la familia de la joven para darles la novedad y ponerlos en contacto.
Extenuadas, las dos mujeres apenas si tuvieron fuerzas para posar unos segundos frente a las cámaras de los periodistas que aguardaban frente al hotel. Sus cabezas cubiertas con chadores coloridos, Pilar Bauzá y Mercedes García, sólo dijeron que estaban bien y se retiraron a sus habitaciones.
Médicos Sin Fronteras, a su vez, confirmaba la liberación y finalizaba su mensaje con un escueto “gracias por vuestro interés y apoyo, pero los miembros de la organización no harán comentarios hasta que las compañeras estén fuera de Somalia”. “No alcanzaron a viajar. El avión que las esperaba no puede volar después de las cinco de la tarde por la oscuridad. Van a viajar mañana (por hoy)”, dijo una fuente de Cancillería. Aunque no había certezas, todo indicaba que las trasladarían a Kenia y de allí a Madrid. “Estamos bastante mejor después de esta última semana –reconoció Hernán Bauzá–. Pilar habló con nosotros unos segundos. Solamente una conversación para decirnos que no la maltrataron, que estaba bien y con Mercedes en el hotel. Todavía no sabemos si la traen directo o la llevan a España.” Una suerte de pacto internacional sellaba el silencio, hasta salir de Puntlandia y de Somalia.
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