“Todo hace presumir que se trató de un suicidio o, dicho de otra manera, no tenemos nada que nos haga pensar lo contrario.” El funcionario judicial buscó la forma de ser enfático ante la consulta de Página/12 sobre las dudas respecto de la muerte del represor Paul Alberto Navone, que apareció el martes con un tiro en la cabeza, pocas horas antes de su indagatoria en una causa por sustracción de menores durante la dictadura. “Es cierto que pudieron haberlo inducido a quitarse la vida, pero no tenemos ningún elemento objetivo que nos lleve por ese camino, ningún dato o hecho concreto”, agregó la fuente, de alta jerarquía en la Justicia cordobesa que aún investiga la muerte de Navone, otro represor que ya no podrá responder por la apropiación de niños, los secuestros y las desapariciones.

Aunque el caso se orienta hacia la casi certeza de que fue un suicidio, incluso altos funcionarios nacionales mantuvieron ayer la cautela. “No se pueden sacar conclusiones, no tenemos más remedio que esperar que lleguen los propios peritos y nos den idea de lo sucedido”, dijo ayer el ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Aníbal Fernández. Hasta quien fuera abogado defensor de Navone recogió la inquietud por la muerte de su cliente. “Se van a decir muchas cosas. Entiendo las susceptibilidades de las organizaciones de los derechos humanos y de las familias de las víctimas, pero también se debe entender la de un militar atormentado que tomó la decisión de terminar con su vida y que nadie podía anticipar”, expresó Justiniano Martínez. Difícil pedido para quienes trabajan en el esclarecimiento de atroces hechos cometidos hace 30 años, como el abogado Gamal Taleb, otro de los querellantes en la causa en la que debía declarar Navone sobre el destino de los mellizos de la desaparecida Raquel Negro. Taleb manifestó que la muerte del teniente coronel “frena claramente el avance que se había logrado al imputarlo porque es alguien que, más allá de su decisión, ha eludido de alguna manera la imputación de responsabilidades que buscamos”.

El abogado de Navone se permitió especular con que el fiscal de instrucción de Villa María, José Raúl Almeyda, “seguramente va a archivar la causa en los próximos días porque las pericias son determinantes sobre el suicidio”. Según pudo saber este diario, los resultados de los peritajes aún no están listos y, por eso, el fiscal Almeyda podrá decidir qué hace con el caso recién “en un par de días”. Por ahora prefirió la “prudencia”. El informe forense con el resultado de la autopsia fue terminante, aunque consignó que el represor “se habría disparado”. Cuando Almeyda reciba los resultados de los exámenes toxicológicos, aparezca el casquillo del arma calibre 9 milímetros que Navone habría usado y tenga la conclusión del peritaje caligráfico de la carta que dejó el supuesto suicida y del arma que empuñó estará en condiciones de eliminar el potencial de su informe definitivo.

Los familiares de Navone ya fueron interrogados por el fiscal, reconocieron la letra en la carta –que Página/12 publicó ayer– y mencionaron que el represor estaba deprimido desde que leyó en Internet que lo convocaban a declaración indagatoria en la causa abierta en Paraná sobre apropiación de menores durante la dictadura. ¿Recibió en los últimos meses alguna visita que lo haya alterado, alguna amenaza? Los parientes cercanos de Navone no refirieron nada de eso.

El abogado Martínez, que anteayer se había mostrado sorprendido por la muerte de su defendido, se apresuró a anticipar que con la comprobación de que tenía pólvora en su mano derecha “se cierra el capítulo de toda una historia y un drama familiar generado sobre hechos en el cual Navone no tuvo nada que ver”. No piensa lo mismo el hijo de Raquel Negro, Sebastián Alvarez, que aún busca a su medio hermana. Pero tampoco coincidiría otro represor, Eduardo “Tucu” Constanzo, que implicó a Navone en el caso.