EL PAíS › LAS CONTRADICCIONES QUE SE VIVEN EN GUALEGUAYCHú POR EL LOCKOUT RURAL

¿Es cierto que todos somos el campo?

La mayoría de los coterráneos de De Angeli apoya la protesta, pero se queja de las molestias causadas. Se sufrió el desabastecimiento y la disparada de precios.

 Por Sebastián Premici

Desde Gualeguaychú

Nadie podría negar que el “No a las papeleras” dentro de Gualeguaychú es rotundo, ya que por doquier se encuentran carteles, pintadas y remeras con esa consigna. Pero ¿se podría decir lo mismo del “Sí al campo”? El lo-ckout agropecuario en esta ciudad entrerriana roza las dos partes de un mismo péndulo. Sus habitantes están a favor de la protesta rural porque, básicamente, la mayoría vive de lo que genera el campo. Sin embargo, también reconocen que se ven perjudicados. Durante el primer lockout hubo de-sabastecimiento, como en todo el país, y en los comercios los precios también subieron. A diferencia de lo que tratan de instalar las cuatro entidades agropecuarias, los aumentos de los alimentos están íntimamente relacionados con los cortes de ruta, algo que es reconocido por los mismos habitantes de la ciudad. Una recorrida por Gualeguaychú da cuenta de la antinomia detrás del “Todos somos el campo”.

Gualeguaychú tiene en su espalda los reclamos contra la pastera Botnia, y desde hace más de 50 días es uno de los epicentros del lo-ckout rural. Desde que los chacareros volvieron a la ruta, la ciudad cambió de ritmo. Asambleas durante el mediodía y la noche, guardias nocturnas a la vera de la ruta, el trabajo es tranqueras adentro, pero la producción casi no sale. Muchas escarapelas de adhesión. Fuera de la ruta, las escarapelas van diluyéndose. Los kioscos, supermercados, librerías, las casas de ropa y otros comercios continúan con su ritmo habitual. “Estoy con el campo, pero a mí los cortes me perjudican porque durante el invierno vivimos del turismo del fin de semana, y con los cortes, nadie se anima a venir”, comentó Mariano Presfraind, que hace dos años abrió una casa de artículos regionales.

El clima que se vive alrededor de los productores apostados sobre la ruta 14, en el kilómetro 53, es de puro escepticismo, sumado a los pronósticos más duros y reaccionarios sobre los días por venir en este conflicto. Sin embargo, en la ciudad no todos viven el día a día con desánimo ni hacen los pronósticos más oscuros para el futuro del país. “El campo siempre fue conservador, y ahora mucho más. No nos queremos dar cuenta de eso”, comentó a Página/12 Carlos Meda, dueño de una librería ubicada en el centro de Gualeguaychú. Quizás algunos tienen más los pies sobre la tierra. “No quiero que le vaya mal a este gobierno, simplemente que sea coherente. Si hacés algo que pensás que está bien pero hay un montón de personas que te dicen que no, que lo que estás haciendo va por mal camino, ¿será tan absoluta la cosa?”, reflexionó Carlos mientras le hacía unas fotocopias a una adolescente recién salida del colegio.

–¿Qué piensa del conflicto? –preguntó este diario a Cintia Gilberto, un ama de casa de 28 años.

–Esta vez es más complicado. Ella (por la Presidenta) no afloja. Para Cristina, el enemigo es el campo –respondió.

–¿Y los del campo qué dicen?

–El campo dice una cosa y el Gobierno otra. No se sabe cuál es la verdad. En el campo hay quienes ganan mucha plata, pero otros no.

Hay algo que se repite en la mayoría de las respuestas: ésta parecería ser una pelea entre “ella” –como nombran a la Presidenta– y el campo.

Javier Hidalgo tiene 25 años y trabaja en un minimercado familiar. Periódicamente viaja a Buenos Aires para hacer compras en los mayoristas de alimentos. No pasó ni una semana del inicio del nuevo lockout y las empresas ya están tomando partido. “Los mayoristas no están entregando. No es que no haya alimentos, sino que se los están guardando”, comentó. ¿Especulación? Andrés, su padre, interrumpió la charla para acotar, mientras se servía un mate: “Uno es el que pone la cara, pero los del medio (es decir los frigoríficos o los molinos) no se hacen cargo y son los que contribuyen a agravar este conflicto”. Existen sutiles diferencias que dan cuenta de los diversos intereses detrás del “Todos somos el campo”.

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“Estoy con el campo, pero los cortes me afectan”, dicen en Gualeguaychú.
Imagen: Bernardino Avila
 
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