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A León Ferrari le preguntaron si quería restaurar las dos obras que terminaron rotas aquella noche del 3 de noviembre de 2004 en el Centro Cultural Recoleta. El artista plástico dijo que no. Que guardó los vidrios de las cosas que rompieron, que las va a meter en un frasco y que con todo eso va a hacer algo distinto. Una nueva obra que se va a llamar “Viva Cristo, carajo!”, un homenaje al mismo grito insurgente con el que los ultracatólicos, que entraron esa noche al museo, rompieron sus obras.

–En realidad, mis obras eran una especie de condena social, para eso en vez de poner el infierno con imágenes semejantes a nosotros, puse a los santos. Primero lo hice en el año 2000 y ahí me tiraron basura y gases lacrimógenos y se instalaron como en una misa y en las fotos aparecía hablando (el director de la revista Cabildo, Antonio) Capone-tto. Después, cuando se hizo la muestra en Recoleta, hicieron una gran manifestación con un gran cartel de (la Agrupación) Custodia y Caponetto aparece hablando del Espíritu Santo. Ahora, yo estuve cuando el tribunal los condenó por esto. Creo que se podría haber seguido más, pero yo prefería terminar con el asunto. No tenía mayor interés en una condena mayor.

–¿Por qué? ¿Por qué no profundizar para saber quiénes son?, ¿de dónde vienen?

–Son muchachos jóvenes que parecen no saber muy bien dónde están parados. Me parece que eran inofensivos, no quería un castigo muy fuerte. Es suficiente que se vea que la sociedad condena, y el castigo mayor es una cosa secundaria, lo importante es que ha llegado la justicia. Para mí es un símbolo de que la sociedad no comparte estas ideas intolerantes. Es suficiente. Ahora, lo que yo pienso y no se los dije a ellos es que yo no me meto en las iglesias a hacer escándalos; entonces que me permitan a mí decir lo que pienso. Porque la intolerancia religiosa es la que nos ha llevado a una cantidad de conflictos, de exterminios de judíos, aborígenes. Todo eso es para mí la intolerancia religiosa.

–Su obra es provocadora porque muestra esa intolerancia.

–Yo me alegro porque estaba haciendo la muestra sobre la intolerancia y ellos lo mostraron.

–Una obra fuera de la obra.

–Lo que se llama una intervención, la mejoraron y la publicitaron.

–¿Por qué le donó el dinero a la CHA (Comunidad Homosexual Argentina)?

–Porque me parece que es el mejor momento para reinvindicar el derecho a tener el sexo que a cada cual le parece. Por suerte, Buenos Aires dejó de ser lo que era completamente homofóbica, pero es una forma de contrarrestar políticamente la homofobia de esta gente.

–Los condenados, ¿pusieron algún reparo?

–No. Pero me parece que no les gustó.