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- Partidos. En el piso 16º del Maurya de Nueva Delhi, gran parte de la comitiva oficial se apoltronó para ver el partido de Argentina y Uruguay. Una conexión sui géneris logró transmitir las imágenes, aunque los píxeles deformaran la pelota. Todos juntos replicaron el deseo de estar en Buenos Aires y festejar la agónica clasificación al Mundial. Lo lograron, pero la diferencia horaria los fisuró: en la India eran las 3.30 de la madrugada. Cuatro horas iniciaban el camino de regreso.

- Clonación. Al ensalzar la importancia que la Argentina les da a la ciencia y a la tecnología, la Presidenta destacó que “nosotros tenemos un ministro de Ciencia que es un investigador de verdad, que hizo trascendentes aportes en la clonación de vacas”. La referencia sorprendió en un país donde los bovinos son sagrados para la mayoría. Lino Barañao se ruborizó y se sorprendió más aún cuando se le acercaron algunos indios a preguntarle cómo era eso porque ellos exportan carne vacuna.

- Confesión. La India tiene la capacidad de naturalizar y convivir en un caos donde todo parece posible. Para una mirada ajena es desafiante y casi incomprensible. Una ambigua sensación compartieron algunos funcionarios argentinos cuando les presentaron a una de las integrantes del gabinete: el cargo es “ministra de Turismo y Atenuación de la pobreza”.

- Millones. El hinduismo es la religión que practican más de 800 millones de indios. Creen en el tránsito de las almas y hay tantas advocaciones de la pareja de dioses originales y sus descendencias que los conocedores de esa fe calculan en 330 millones los dioses a los que les rinden tributo.