El Vaticano tiene sus objetivos hacia adelante. Los cardenales y obispos que dirigen los destinos de Roma, entre ellos por supuesto el alemán Joseph Ratzinger, sueñan con reeditar el método del “mediador papal” que supieron encarnar Samoré y Juan Pablo II. Esa intervención hizo posible que Videla y Pinochet al final no se enfrentaran en el verano de 1978. Volver a ubicar a un hombre suyo como mediador de un conflicto irresuelto permitiría a la Iglesia ganar protagonismo en la definición de la política internacional. De hecho, en la reunión que la delegación argentina mantuvo con el secretario de Estado del Vaticano se habló de cómo aplicar el modelo de “mediador” usado por la Iglesia en los ’80 a la resolución de otros conflictos armados que llevan años sin solución. “Hablamos de cómo trasladar el proceso de mediación a otros ámbitos del mundo. La experiencia demuestra que una mediación con mucha autoridad moral consigue resultados si se la encara en un momento oportuno”, cuenta a Página/12 el embajador ante la Santa Sede, Juan Pablo Cafiero.